Cap 71

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-- ¿¡Quieres morir!?

La rabia de los hombres creció, reflejándose en su ceño fruncido y sus ojos rojos.

-- Sólo eres una puta sucia que recogieron del basurero, y te atreves a insultarnos. ¡Bastardo!

Uno de ellos, el que gritó; sujetó con violencia su cabello lacio y negro, levantando su rostro al cielo, listo para darle un puñetazo.

-- Eres un inútil, al parecer sólo sirves para mover tu trasero en la mesa de un burdel a los hombres.

Yin Yu cerró los ojos y esperó el golpe, pero nada lo dañó. La mano de Xie Lian sostenía la muñeca del empleado, evitándole moverse.

-- ¿¡Qué demo-

-- Decirle algo así a una persona y golpearlo es vulgar. Si va a pelear, asegúrese de hacerlo con alguien que también pueda lanzar golpes.

La mano que apretaba el cabello de Yin Yu se tensó.

-- Muévete niño, o te partiremos la cara.

Antes de lograr patear a Xie Lian, el príncipe detuvo la pierna con su brazo, y lanzó un puño, que remató en la cara del tipo, obligándolo a besar el pasto. En tanto ayudaba a Yin Yu a ponerse de pie, los otros cuatro los rodearon, ya fuera de sí por la ira.

-- ¡Estás muerto!

-- Vamos a darles una lección.

Pero, cuando pusieron una mano en el hombro de Xie Lian, vislumbraron una figura parada a unos metros de ellos, de galante porte y escultural figura; no obstante, su ojo oscuro y la expresión demoniaca los puso a temblar. Sus labios se apretaron.

-- Quita... tu... asquerosa... mano.

-- ¡Joven amo Hua!

Caminó hasta llegar a ellos, sólo para apartar la mano que tocaba el hombro de Xie Lian.

-- San Lang.

-- Ge ge, ¿te lastimaron?

-- No, eso...

Sin esperar, San Lang se apresuró para darles una paliza, pero Xie Lian lo detuvo, envolviendo su brazo.

-- Espera, espera. No me hicieron nada.

El demonio estaba fuera de sí, como si fuera a matar a alguien ahí mismo. Pero al escuchar a Xie Lian, su rostro se suavizó un poco; se giró para mirar a su amado, encontrando la línea delicada de su nariz manchada de polvo, sus zapatos enlodados y sus manos sucias, además de sudor y con un trapo de tela desgastada en su cintura.

-- ¿Qué estaba haciendo, Ge ge?

-- Ah, sólo ayudaba al señor Yu a limpiar las botellas...

Su voz se encogía conforme la mirada de San Lang volvía a oscurecerse. Yin Yu se inclinó frente a él.

-- Joven amo, es mi culpa. No logré convencer al amo Xie de abandonar el almacén. Este sirviente fue incompetente, recibiré mi castigo.

-- ¡No! -- exclamó Xie Lian -- San Lang, yo lo hice, castígame a mí.

San Lang lo miró asombrado, y ya que lo había dicho, entendió que no eran palabras buenas, y se avergonzó en extremo. Sus dedos se aferraron a la manga de su pareja.

-- San Lang...

En toda la discusión, el rey suspiró, atrayendo a su cuerpo a Xie Lian y frotando su barbilla contra la cabeza del príncipe.

-- Ge ge, no necesita decir eso. No haré nada que lo disguste, sólo deme la orden y yo obedeceré.

Xie Lian sonrió con alivio.

¿De Quién Es El Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora