Extra 14

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Los jadeos de Yin Yu y el sudor frío lo recorrieron; tapó su boca con las manos para evitar gritar.

-- He venido aquí para cumplir mi promesa, Yu-ge, yo-

-- Espera.

YiZhen guardó silencio obedientemente.

-- YiZhen, acabas de llegar a los veinte, eres muy joven para- yo soy mayor que tú y...

-- Es porque alcancé mi edad adulta que quiero hacer esto con usted, aunque Yu-ge sea mayor que yo, ¡no me importa!

Sin embargo, a pesar de la felicidad que sentía, también lo invadieron esos recuerdos en aquel lugar sucio y obsceno; su cuerpo tirado en una cama asquerosa y muchos hombres extraños tomando su cuerpo como si fuese una muñeca de trapo. Y veía a YiZhen, tan inocente y casto que ni siquiera podía dar un beso.

-- No no no no... Aún así. Recuérdalo, yo soy sólo-

-- Sólo eres el amor de mi vida.

La voz antes inquieta y salvaje de YiZhen sonó en sus oídos, ligera como el sonido del arpa, tan clara y amorosa, que ya no pudo resistirse.

-- Para mí, Yu-ge es la persona perfecta, y eso no lo cambiará nada. Tu pasado o las cicatrices en tu cuerpo, yo amo todo eso con mi corazón. Por eso, Yu-ge...

Una vez más, sus manos le ofrecieron la cajita que contenía la felicidad de ambos, y las emociones de hace años guardadas en el interior de los bellos diamantes.

-- ¿Quieres casarte conmigo?

Las lágrimas de Yin Yu empaparon sus palmas; sin merecerlo recibió el amor incondicional de un niño al que sólo pudo ofrecerle un tazón de comida y una cama hecha de harapos. Pero YiZhen sabía que, a pesar de ser sólo un tazón y harapos, Yin Yu le entregó siempre lo único que tenía, terminando a veces herido profundamente para que no tuviese hambre o frío. El cariño de ambos estaba en perfecta armonía.

-- ¡Sí! ¡Sí quiero!

Su cabeza asintió muchas veces hasta que se mareó. YiZhen se quedó en blanco al recibir un sí por respuesta, que no pudo reaccionar por unos segundos.

Yin Yu cayó de rodillas y lo abrazó tan fuerte como pudo.

-- YiZhen, hazme tu esposa...

-- Sí, llevaré a Yu-ge de la mano hacia un altar, y le voy a dar todo lo que tengo, y todo lo que soy, por siempre.

YiZhen besó la mano de Yin Yu, y le puso uno de los anillos, el que tenía un diamante en forma de flor. Él sabía que a Yin Yu que gustaban las flores; cada mañana se encargaba de regar los jardines él mismo, tarareando canciones para los millones de pétalos y alabando cada botón que retoñaba. Asimismo, Yin Yu sacó el otro anillo y lo puso en el anular de YiZhen.

Los abrazos y las tiernas caricias vinieron en grandes cantidades; Yin Yu no paraba de besar el rostro hermoso del otro mientras reían, tirados en el césped fresco.

Dado que el joven amo de la casa estaba realmente entusiasmado por la boda, Madam Quan se dedicó a prepararla. El menú para los banquetes, la música, los invitados, las decoraciones y los trajes; nada pasó por alto.

-- Estas son... las ropas que usé en mi boda, hace años.

La caja que guardaba ambos trajes nupciales se hallaba en el baúl de Madam Quan, donde resguardaba sus tesoros. Cuidó de no abrirla, pero su mirada atravesaba melancólica la fina madera.

-- No es tan importante como los vestidos principales de la familia, pero sí son ostentosos, además, son muy bellos como para ser desperdiciados. Si ustedes los quieren, pueden tomarlos.

YiZhen observaba con admiración la caja, pero se giró a Yin Yu y le mostró ojos brillantes.

-- Si Yu-ge quiere yo también los quiero.

El mayordomo se avergonzó un poco, y jaló la mejilla de YiZhen suavemente.

-- Madam está siendo muy generosa, no me atrevo a ofenderla. Me haría muy feliz si me permitiera tocar esos vestidos.

-- ¡Bien, entonces está hecho!

La mujer colocó la caja sobre la cama y se dirigió a su hijo que se había sentado a un lado de Yin Yu, puso la cabeza llena de sedosos rizos en su pecho y sus delgados dedos lo acariciaron.

-- Cuando me casé, tu padre y yo teníamos un contrato. Sólo necesitabamos un hijo para que la rama secundaria de la familia no se perdiera, y cuando tú naciste, él se fue. Así que cuando ustedes se vistan con esto, deben aprovecharlo al máximo.

Yin Yu escuchaba atento y asentía.

-- Madam, definitivamente no la vamos a decepcionar. Cierto, ¿Yi-

-- Zzz...

Al mirar hacia abajo, la dama notó que su hijo dormía en su pecho profundamente, frotándose y moviéndose con ligereza para estar cómodo. Los otros dos se miraron.

-- Míralo, que niño tan perezoso.

-- Pero es muy lindo.

Madam Quan le dio un vistazo a Yin Yu, que admiraba atento el rostro dormido de su prometido.

-- Yin Yu, gracias por atesorar a mi hijo.

-- ¿Eh?

Ella sonrió y le hizo una seña para que se acercara, para luego poner la cabeza de YiZhen en Yin Yu, y el chico de inmediato comenzó a frotarse con el pecho plano.

-- YiZhen es en verdad tan guapo...

Madam Quan soltó una carcajada.

-- Oye, si sigues mirándolo tanto se le acabará la belleza.

Los días transcurrieron lentos hacia la fecha acordada. Yin Yu, a pesar de no tener más el deber de servir a la casa, se levantaba temprano, vestía su oscuro uniforme y bajaba al jardín para regar las plantas y administrar la agenda de su jefa; y aunque ella tratara de devolverlo a su habitación para seguir descansando, todavía cumplía con sus anteriores deberes, incluido el escapar de YiZhen.

Sólo que ahora, cuando se cansaba de huir simplemente se detenía para que el otro lo alcanzara, y compensarlo con algunos pequeños besos en las mejillas.

Y cuando llegó la semana en la que debían estar separados, YiZhen fue enviado a un viaje con su primo para aprender más del negocio, obligado a dejar atrás a Yin Yu. Antes de irse, literalmente tuvieron que despegarlo del cuerpo de Yin Yu para que subiera al coche. Cada día de esa semana el mayordomo se encerraba en las pilas de trabajo para entretenerse, escapaba de Madam Quan o la ayudaba a organizar la ceremonia, probándose esto y lo otro, comprando las decoraciones o autorizando los platillos. Y ambos se esforzaron en hacer las cosas lo mejor posible, cada uno desde la ubicación de sus corazones.

¿De Quién Es El Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora