Cap 30

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Xie Lian llegó a su cuarto y buscó en el armario o en aquellos rincones donde Qin Xuan solía esconderse cuando jugaban. Al salir, notó que en el pasillo había pequeñas gotas de sangre y la impresión hizo que le punzaran los oídos.

-- Qin Xuan...

Estaba a punto de correr, cuando escuchó un sollozo desde la habitación de huéspedes al lado de la suya.

-- ¡Qin Xuan!

El chico estaba tirado en el suelo, llorando y llamando a alguien. Al ver a Xie Lian entrar por la puerta, sus colorados ojos brillaron.

-- ¡Xie Xie! Estás aquí.

Extendió sus manos ensangretadas y mojadas con lágrimas, para que lo abrazara.

-- Xie Xie, tengo miedo.

Llorando como un bebé en los brazos de su amigo, se sintió seguro. El otro lo sostenía y le acariciaba la cabeza.

-- Tus manos, están lastimadas.

-- Si, me duele mucho.

En ese momento, Jun Wu entró al cuarto sosteniendo una caja de primeros auxilios y un recipiente con agua. Xie Lian se levantó y cubrió a Qin Xuan. Su mirada era imponente.

-- Haz lo que quieras conmigo, golpéame o enciérrame, no me importa. ¡Pero piénsalo dos veces antes de meterte con Qin Xuan! Él no tiene nada que ver en esto. Te ha respetado y admirado por mucho tiempo, como para que le hagas estas cosas. ¿Es así como cuidas de él? Míralo ahora y piensa en lo que hiciste.

Ante la voz solenme de su hijo, Jun Wu no objetó nada, sólo miró a los dos chicos y extendió sus brazos para darle la caja y el agua a Xie Lian.

-- Me equivoqué. Qin Xuan, perdóname.

Xie Lian bajó de nuevo para revisar las heridas, que sin duda eran grandes y profundas.

-- ¿Padre lo hizo?

Qin Xuan negó con la cabeza.

-- No es así, él no lo hizo, yo toqué los cristales sin cuidado y me corté. Tío Wu me cuidó y me dio comida.

-- Está bien.

Jun Wu salió de la habitación y se dirigió a la entrada de la casa, observando el cielo vespertino hundirse en un mar de infinitas estrellas. Realmente hizo mal en retener a Qin Xuan; por su culpa el chico se lastimó, pero tenía tantas ganas de tener a alguien a su lado que su mente se nubló y fue tan lejos como para tratar de encerrarlo, era un adulto terrible.

Xie Lian trató las heridas en las manos de su amigo, y lo ayudó a levantarse. Se tambaleó un poco ya que perdió algo de sangre y estaba mareado. Eso aparte de haber permanecido arrodillado tanto tiempo en un rincón.

-- Vamos, debemos reunirnos con los demás.

-- Quiero ver a XuanXuan, él...

-- Él te está buscando, así que date prisa.

El corazón de Qin Xuan revoloteó y estalló en bellas emociones. En la entrada los esperaba Jun Wu.

-- Qin Xuan, te hice algo terrible, en verdad me arrepiento.

-- Tío Wu, no se preocupe. Pero, ¿no cree que debería buscar el amor en otra persona? Atar a alguien a usted y forzarlo a quedarse, eso es incorrecto. Más aún cuando hay otros que lo esperan para darle todo aquello que necesita, y están dispuestos a quedarse. Creo que esa persona puede sanar su corazón, tío Wu.

Sin querer, Qin Xuan había leído el contenido de un pedazo de papel arrugado bajo la cama de Xie Lian. Una carta a Jun Wu, de una persona llamada Mei. Las palabras en ese trozo de basura tenían todo lo que Jun Wu necesitaba, y haberla tirado como basura era algo cruel.

-- ¡Qin Xuan!

La voz resonó en el pecho de Qin Xuan, era a quien más deseaba escuchar decir esas palabras de aliento. Sin temer a Jun Wu, He Xuan se abrió paso hasta su amado y lo sostuvo con toda su fuerza en su pecho. El adulto quedó perplejo. Xie Lian sonrió.

-- ¡XuanXuan!

-- Al fin te encontré, estaba desesperado. Ahora todo está bien, yo te protegeré ahora, no volveré a dejarte ir.

En los brazos desesperados de aquel joven, Qin Xuan se sintió seguro, y el recuerdo de aquel niño en el rincón del armario se hizo espuma en su mente. Sonrió aliviado.

-- ¿Quién es él?

Jun Wu preguntó ansioso al notar los roces y caricias amorosas entre esos dos jóvenes.
He Xuan levantó a Qin Xuan en sus brazos y le dio una ojeada a Jun Wu, con ojos fríos.

-- Soy su novia.

Dicho esto, caminó hasta perderse de vista.
A veces la felicidad viene envuelta en pequeñas cosas, esas que son invisibles ante personas con el corazón nublado.

Pasó una semana desde aquel incidente, y todo volvió a su lugar. Al menos eso parecía. La temperatura en la ciudad disminuía cada vez más y los días se hacían grises.

Xie Lian tocó la puerta del departamento de Qin Xuan, llevando consigo una tarta hecha por Jun Wu. Quien le abrió no fue su amigo, sino un tipo de gran atractivo, que sudaba ligeramente y no llevaba camisa.

-- ...

-- ¿Está Qin Xuan? Supongo que sí...

-- Está en la cama, pero ahora mismo no puede levantarse.

Xie Lian casi se atraganta con saliva y le arroja el alimento que llevaba en sus manos.

-- ¿Que no qué?

-- Pasa a verlo tú mismo.

Entró y se dirigió hacia el cuarto sin prestar atención a lo demás.

-- ¡Qin Xuan!

Ahí estaba el chico, con un pijama notoriamente grande que ocultaba con sus mangas las manos del joven, enrollado casi por completo en los cobertores y acomodado cuidadosamente con las almohadas. Encima de la cama había demasiados dulces y comida, y el sonido de la televisión con caricaturas infantiles mantenía entretenido al legendario maestro del viento.

-- ¡Xie Xie! Al fin vienes. Siéntate aquí.

Estiró con dificultad su brazo sacándolo de los cobertores, y librando un espacio para que Xie Lian se sentara.

-- Te ves agitado, ¿ocurre algo?

-- No... pensé que ustedes estaban... él no tiene camisa y, está sudando un poco.

-- Jeje, claro que no. XuanXuan se encarga de la limpieza de mi casa todos los días, también lava mi ropa y me cocina. Prácticamente vive aquí. Me dijo que no debo esforzarme y que debo permanecer aquí para descansar. Mis manos están sanando también. Tampoco me ha tocado, es demasiado delicado conmigo.

-- Oh, entonces perfecto -- se sonrojó un poco con lo último -- Mi padre te envío esto.

-- ¡Gracias! ¿Cómo está?

-- Está bien.

Jun Wu estuvo depresivo un tiempo, lamentándose por lo que hizo, pero Xie Lian lo animó y mejoró un poco. Prefirió centrarse en su trabajo y alejar otros asuntos, a veces llegando a casa hasta muy tarde. Al ver lo cómodo y feliz que era Qin Xuan, Xie Lian pudo tranquilizarse, ya que estaba preocupado de que lo que le pasó haya repercutido en su salud mental. Por fortuna, este muchacho tenía un optimismo y alegría casi inquebrantables.

-- Bien, debo irme. San Lang está esperándome abajo. Haz tus tareas y no veas demasiada televisión.

-- ¡Entendido!

Al salir de la habitación, miró a un He Xuan ocupado en cuidar la comida que preparaba, moviendo el cucharón en tanto preparaba una sopa.

-- Me estoy yendo. Gracias por cuidar de mi amigo, puedo ver que está en buenas manos.

He Xuan sonrió débilmente y fijó su vista en la comida que ya comenzaba a hervir.

-- Merece más que esto.

-- Si lo merece o no, él estará contento si eres tú quien se lo da. Nos vemos después, no te sobreesfuerces.

-- Adiós.

¿De Quién Es El Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora