Durante tres meses estos dos adultos compartieron una casa, tratándose como si siempre hubiesen estado juntos. El ambiente entre ellos era pacífico; nunca peleaban, platicaban durante sus comidas y jugaban hasta que sus espíritus estaban llenos.
Aunque también se presentaba la tensión amorosa, en la que alguno miraba al otro durante mucho tiempo, o los pequeños besos se atrapaban sin querer; incluso durmiendo en la misma cama. Pero, en todo esto era Jun Wu quien estaba a punto de perder la batalla. Si trataba de cortejar a Mei, era ligeramente rechazado, ya que al iniciar un beso aquel le permitía explorar el interior de su boca, y tal vez también tocarlo un poco. Pero si intentaba seguir adelante, era golpeado o mordido; viéndose obligado a abandonar su asalto.
Mei introducía su cuerpo en la tina de agua caliente, y mojaba su cara. Las pestañas largas temblaban con gotitas de agua adheridas.
-- Que vida~
De repente, un recuerdo atravesó su mente, y su silueta entera se estremeció. Terminó de ducharse y se cubrió con una toalla, para salir de la bañera rápidamente. Quien pensaría que al abrir la puerta y entrar a la habitación donde dormía, encontraría a Jun Wu colocando en su cama una rosa magnífica y fragante. Los dos se vieron impactados, y no se movieron en un tiempo. Al fin, Jun Wu sonrió negando con la cabeza y suspirando.
-- Me atrapaste. Sólo quería dejar esto aquí sin molestarte.
-- No debería molestarme. Esta es tu casa.
-- Mei.
-- ...
El sacerdote sabía del motivo de la visita del hombre, por lo que permaneció en silencio, jugando con la tela de su toalla, sonrojándose en secreto.
-- Yo quiero hablar de algo serio contigo.
-- No necesitas hacer eso, yo-
Antes de terminar su frase, alguien lo abrazó con fuerza, sin tiempo para pensar.
-- Es totalmente necesario. Quiero decirte lo que siento en realidad.
Jun Wu notó que, el cuerpo frío y un tanto húmedo que sostenía temblaba. Eso de alguna forma le dio ánimos para continuar.
-- Sé que suena tonto, difícil de imaginar. Tampoco es que me gusten los hombres o algo así... pero todo este tiempo que hemos pasado juntos me di cuenta de algo extraño. Y es que... mi pecho parece gritar de emoción cuanto estoy contigo. Creo que dejé de mirarte como un amigo, ahora me pareces tan hermoso e increíble; escuchar tu voz y admirar tu sonrisa, son cosas por las que anhelo despertar cada mañana. Pienso en si-
-- ¿Si todavía te amo?
De nuevo, la voz apagada de Mei hizo congelar a Jun Wu. El sacerdote elevó su vista para toparse de frente con los ojos ansiosos del otro. El diamante en sus ojos centelleaba.
-- ¿Ya no sientes lo mismo por mí?
--...
Jun Wu puso decepción en su rostro, soltando a Mei de su abrazo poco a poco.
-- Mei, dime algo...
-- Por supuesto que mis sentimientos ya no son aquellos que demostré cuando éramos jóvenes.
-- Ya veo. Entonces... perdón por hablarte de tonterías.
Sin poder hacer nada más, se dispuso a abandonar la habitación y pretender que nada pasó. El rechazo de Mei fue demasiado fuerte como para permanecer en pie. Se giró hacia la puerta y caminó, pero su camisa fue sujetada.
-- ¡Jun!
Mei se aferró a Jun Wu con ambas manos, corriendo con velocidad y pegándose a su espalda. Incluso si no podía verlo, sentía la vergüenza y timidéz del sacerdote.
-- Claro que no es lo mismo, todo debe cambiar en algun momento, con lo que pasamos y enfrentamos en nuestras vidas; esas ilusiones en mi corazón se transformaron en fortaleza y en todo lo que soy, pero...
-- ¿Pero?
-- ¡Yo nunca dejé de amarte!
-- ¡...!
La cara de Mei se frotó contra su espalda varias veces, enviándole calor.
-- Traté de hacerlo, quise ser capaz de querer a otros, pero cuando llegaba el momento de darle un beso a una chica, simplemente no podía. Esto que guardé durante todos estos años cambió, pero siempre permaneció conmigo. Hoy en día pude enfrentarte y disfrutar contigo de tantas cosas.
Jun Wu se dio la vuelta y volvió a tomar los brazos de Mei, pero esta vez con delicadeza, sin presionar sus hombros desnudos.
-- Entonces puedo decírtelo honestamente.
El rubor se plantó en ambos mientras se miraban con ojos brillantes.
-- Mei, me gustas mucho. Quiero atesorarte y cuidarte con mi vida.
-- Sí.
Una sonrisa hermosa curvó los labios de Mei.
-- Te amo, Jun Wu. Siempre te he amado, y siempre te amaré. Quiero ser el compañero de tu vida, haz que estas emociones se hagan más fuertes dentro de mí.
Al escucharse a sí mismos se rieron un poco por lo azucarado de sus palabras, pero sus corazones latían tranquilos, sin arrepentimientos ni barreras. El más alto se inclinó para juntar sus labios, y ambos cooperaron moviendo su lengua e intercambiando sabores. Luego de esto, Jun Wu rodeo la cintura de Mei y lo pegó a él, desprendiendo la toalla y dejándola caer al suelo. Pudo sentir con sus dedos la piel fresca y suave. Perfectamente idéntica a como la recordaba.
-- No has cambiado nada. En cambio yo, quiero ser una mejor persona para ti.
Masajeó los glúteos firmes y blancos, lamió su cuello y lo puso en la cama.
-- Todavía no te he dado permiso para tocarme.
-- Bueno.
Sostuvo la rosa que yacía en la almohada, y con ella acarició su pecho y vientre.
-- ¡Ah!
-- Mei, quiero dormir contigo.
Ante la frase tan directa, el cuerpo fresco de Mei se volvió caliente, y despacio su pierna izquierda se levantó, dejando ver su parte más íntima.
-- Más te vale hacerme sentir bien, o voy a enfadarme.
La sonrisa que tanto amaba se hizo presente en Jun Wu. Aunque tenía algunos símbolos de su edad en el rostro, todavía era sumamente atractivo, con sus ojos amables y seductores.
Podría decirse que esos años que se acumularon en él lo hicieron verse aún más bello. Las mejillas del sacerdote se encendieron un poco, al igual que la piel en sus hombros y rodillas. Su comportamiento hasta ahora fue de abstinencia, negándole a Jun Wu la posibilidad de avanzar; pero hoy, su propia alma estallaba en alegría por escuchar las palabras que tantas noches de sueño imaginó oír. A este punto ni siquiera fue capaz de ocultar sus ganas. Ese cuerpo que habitaba tuvo necesidades en ocasiones, como todo joven saludable; y al no lograr mantener una relación, recurrió a darse amor a sí mismo, usando juguetes y ultrajando su punto inferior. Pensando en el rostro atractivo que tenía en frente justo ahora, hasta que se liberaba.
-- Jun~
Sus brazos se extendieron para alcanzar el cuello de Jun Wu, lo besó y acarició su espalda firme.
-- Dame tu pene... lo quiero.
Las palabras sucias encendieron al hombre, que procedió atacarlo. Sacó del cajón cercano un lubricante y...
Los ojos de Mei se abrieron grandes.
¡Sus propios "juguetes!
-- Tú...
-- Mis disculpas, los encontré cuando trataba de poner una rosa entre tus pertenencias.
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¿De Quién Es El Destino?
FanficJun Wu vive en Inglaterra tranquilamente al lado de su único hijo, Xie Lian; quien por cierto ya ha crecido para convertirse en un joven noble e inteligente. Sin embargo, en una mañana normal, ocurre algo que no se esperaba... JW: -- "¿Alguna linda...