-- Maldito, creí que te había golpeado lo suficientemente fuerte como para que nunca despertaras. O tal vez fui amable contigo.
San Lang volteó a mirar a su alteza y lo empujó.
-- Ge ge, debe irse rápido. Él quiere lastimarlo. Yo ganaré tiempo para usted...
-- ¿Eh?
Jun Wu lanzó un brital golpe con un trozo pesado de metal hacia ellos, y San Lang lo bloqueó con sus propios brazos; apretó los dientes y soltó un quejido ahogado.
-- ¡Váyase ahora!
Xie Lian se levantó con sus piernas temblorosas. En un ligero descuido del demonio en que su cuerpo se mareó, Jun Wu aprovechó la oportunidad de clavar en su estómago uno de los cuchillos de la cocina.
-- ¡Padre, detente!
Con toda su fuerza, Xie Lian lanzó un puñetazo que derribó a Jun Wu. Éste se tocó la boca, que derramaba líquido rojo.
-- Hijo... mira lo que hiciste.
Se puso de pie y devolvió el golpe a Xie Lian, que en cuestión de un segundo fue empujado a un lado sin sufrir daño alguno por San Lang.
-- ¡Ge ge! Fuera de aquí.
Jun Wu estaba por dar el último golpe con el filo del cuchillo. Todo pasó tan rápido que San Lang no pudo evitar que Xie Lian se pusiera entre ellos dos. Abrazó al hombre y le mostró su rostro.
-- Padre, por favor... detente.
Ante el abrazo de su hijo, Jun Wu dejó de moverse.
-- Haré lo que quieras, me iré contigo y no saldré más... pero ya no lastimes a San Lang. Te lo ruego. Papá, vámonos.
Las manos del hombre envolvieron a Xie Lian tratando de consolarlo. Verlo llorar en sus brazos pidiendo algo era como mirar al pequeño príncipe de años atrás. Se tranquilizó y dejó de prestar atención a San Lang, que debido a las peligrosas heridas no pudo mantenerse en pie y cayó arrodillado.
Xie Lian observó a San Lang por última vez. Cada corte y moretón en su cuerpo, fue todo por él. Había un chico ahí que se aventuró en el campo de batalla sin armadura sólo por él y uso su cuerpo como escudo.
Aquel anillo de plata que servía como la promesa de su matrimonio y de un futuro lleno de días armoniosos, la bendición y los buenos deseos que Mei les regaló a ambos, o las sonrisas y los momentos en que caminaron juntos rozando sus dedos, todo ello no sirvió para mantenerlos unidos, no lograron proteger su felicidad.
Y ahora que era tiempo de decir adiós, la mano de San Lang trató de alcanzar la de su único príncipe. No se rindió ante la muerte y el dolor sólo para sostener esa blanca mano, aprisionada por celos egoistas.
-- Perdóname San Lang, ya has hecho demasiado. Lamento que las cosas no hayan salido como queríamos. Gracias por protegerme tantas veces, nunca lo olvidaré. Pero ahora es mi turno.
Ante el marfíl del ojo de San Lang, Jun Wu colocó un paño con cloroformo en el rostro de Xie Lian, forzándolo a aspirarlo.
Cuando Xie Lian ya no resistió los efectos del líquido por fin cayó inconsciente. Las lágrimas en su bello rostro cesaron, pero mantuvo una fina expresión de angustia en sus cejas. San Lang ya estaba en su límite, pero continuaba intentando levantarse; en tanto Jun Wu sostenía a su hijo para colocarlo cuidadosamente en un rincón sin que su cabeza se golpeara.
-- No me malinterpretes, San Lang. Mi hijo es lo que más amo en este mundo. Haría cualquier cosa por él, pero no estoy dispuesto a dejarlo en tus manos. Su madre nos abandonó cuando él era un niño, sólo para morir en un accidente junto a su amante, y yo no quiero que Xie Lian pase por lo mismo.
Mientras hablaba, buscaba entre la alacena y los muebles de la cocina apresurado. Luego de unos minutos halló una caja de primeros auxilios y la arrojó a los pies de San Lang.
-- San Lang, eres muy joven todavía. Recupérate correctamente y busca el amor en otra parte, porque mi hijo no vivirá para ser quien te lo de.
-- ¿Qué?
Jun Wu cargó a Xie Lian en sus brazos y se dirigió a la entrada. Antes de salir, sin embargo, San Lang sostuvo la tela de su pantalón con la última fuerza que le quedaba.
-- No lo hagas... es tu propio hijo. Por favor, no lo lastimes...
El hombre observó el semblante hermoso y triste de Xie Lian, apretó los labios con fuerza y vaciló.
-- Ge ge no tiene la culpa de nada, merece vivir de la mejor manera.
El demonio escupió una bocanada de sangre, colapsando hasta casi desmayarse, pero no soltó la tela de su mano.
-- Me iré... me iré para siempre, nunca más me acercaré a él, moriré en su lugar, pero no lo pongas en peligro.
El dolor físico y mental de San Lang se reflejó en cada sonido de su voz. Su alma pedía a gritos tener un poco más de fuerza para levantarse, pero nadie lo escuchó.
-- Ge ge está... sufriendo...
.
.
.
-- Papá, ya no llores.Las cálidas manos y los brillantes ojos cuan luceros de un Xie Lian de seis años iluminaron la niebla en la mirada lacrimosa de Jun Wu. Desempacando el equipaje en la gran casa que acababa de comprar en Inglaterra encontró una fotografía de su difunta esposa, provocándole llanto. Xie Lian tomó la foto de las manos temblorosas de su padre y la guardó de nuevo en una caja.
-- Si mamá ya no está, yo sí. No dejaré solo a papá, siempre estaré aquí, hasta que el cabello de papá se haga blanco.
Las frases dichas por el pequeño, tan seguras y llenas de brillo calmaron las lágrimas de Jun Wu. Levantó a Xie Lian y lo puso entre sus brazos, sonriendo finalmente..
-- Muy bien, me basta con eso. Xie Xie es un niño tan bueno.
-- Papá, ya no estés triste. Xie Lian va a cuidarte con esta espada.
De sus suaves manos le mostró una figura de espada hecha con ramitas de paja. Jun Wu lo abrazó todavía queriendo llorar y lo arrulló.
-- Xie Lian, yo también te protegeré para que nunca te hagan daño. No dejes de ser como eres.
.
.
.
Esa diminuta espada de paja fue cuidadosamente guardada en un baúl de recuerdos preciados para Jun Wu, como una preciosa memoria del niño más puro del mundo.San Lang no pudo retenerlo por más tiempo, soltando el pantalón y doblando sus brazos.
-- Ge ge...
Jun Wu volvió a bajar a Xie Lian para recostarlo y se acercó a San Lang, lo ayudó a apoyar su espalda en la pared, y con su propia corbata presionó la herida del estómago en el joven que sangraba demasiado.
-- Xie Lian... él es como una estrella, guía el camino de los viajeros si se pierden. Ayudó a muchas personas que lo humillaron o menospreciaron, y ni una sola vez demostró rencor a su madre por abandonarlo. Pero... -- de su bolsillo, sacó una pequeña y desgastada espada de paja -- no quiero perderme en la obscuridad absoluta sin mi hijo. Sé que soy un monstruo que no lo merece, pero ya no tengo opción, Xie Lian debe odiarme.
-- Ge ge no lo odiaría.
Jun Wu miró directo al ojo de San Lang y le sonrió.
-- Deseo que así sea.
-- Un padre que ama a su hijo no le haría daño.
-- Entonces lamento no ser lo que Xie Lian merece. Haz tu vida en otra parte San Lang. Nunca existió un final feliz para ustedes, ¿entiendes? Sólo estaban viviendo de forma equivocada.
Volvió a cargar a Xie Lian y salió de la casa. San Lang se arrastró queriendo alcanzarlos, pero Jun Wu cerró la puerta tras de sí y se subió al coche, cargando consigo la estrella a punto de extinguirse.
Dentro de aquella oscura y desolada mansión, San Lang lloró amargamente. La persona que más atesoraba estaba siendo herida frente a sus ojos, y él de nuevo no tenía la capacidad para ayudarlo.
![](https://img.wattpad.com/cover/213255583-288-k962043.jpg)
ESTÁS LEYENDO
¿De Quién Es El Destino?
Hayran KurguJun Wu vive en Inglaterra tranquilamente al lado de su único hijo, Xie Lian; quien por cierto ya ha crecido para convertirse en un joven noble e inteligente. Sin embargo, en una mañana normal, ocurre algo que no se esperaba... JW: -- "¿Alguna linda...