Las orejitas esponjosas ya habían caído en un rincón de la cama; y las medias desarregladas cubrían las piernas de Xie Lian que se balanceaban con los movimientos del chico encima. Los dedos de sus pies se curvaban formando una bella silueta.
-- Ge ge, esta parte de aquí esta roja. ¿Le duele?
-- No duele... sólo continúa.
San Lang que ya reconocía el punto sensible de su príncipe, lo penetraba apuntando exactamente ahí, causando intensos espasmos.
Las manos de Xie Lian se sostuvieron en la espalda del joven, tocando los definidos y juveniles músculos.
-- San Lang... tu cuerpo, me gusta mucho...
-- Gracias Ge ge, yo también adoro su cuerpo -- removió la correa de felpa y acarició los pezones ya hinchados, mordiendo el cuello -- cada rincón de usted me vuelve loco.
Su pene se clavó en un rincón demasiado profundo, haciendo que la espalda de Xie Lian se curvara y que las gotitas de sudor mojaran la cama.
-- Aah, ha, mmnh.
El presemen se asomó en su delgada vara.
-- San Lang, ugh, aah... voy a... Me voy a correr. Hazlo más rápido.
Obedeciendo, las estocadas aumentaron su velocidad y profundidad dentro del capullo de su alteza. Los gemidos y las lágrimas de placer encantaban a San Lang. Xie Lian alcanzó su límite y eyaculó; el demonio lo siguió segundos después, llenando su interior con cálido semen. Los dos jadearon tratando de recuperarse. El día era frío y hermoso; San Lang se acomodó en los hombros desnudos de su príncipe y recostó su cabeza.
-- Ge ge, eso fue un magnífico regalo. Ya quiero que llegue la próxima navidad.
-- No hace falta una próxima, podemos hacer esto de vez en cuando.
-- Perfecto. Esta vez use el traje de colegiala.
-- Pfft, San Lang, estás loco.
-- Ge ge, quiero más.
-- ¿Eh?
-- Quiero jugar con el gatito un poco más.
-- ...
Después de unas cuantas rondas extra en las que su alteza tuvo que soportar la resistencia colosal del joven rey y su precisa habilidad de hacerlo perder la voz, Xie Lian se desmayó montado todavía en San Lang.
Jun Wu se sentó en la mesa esa noche, frente a un plato de pavo, un pastel pequeño y una lata de cerveza. Este año no hubo árbol de navidad, regalos coloridos, el ruido de las risas de sus dos hijos y el humeante aroma de al menos diez platillos distintos; sólo un hombre adulto frente a la oscuridad de su enorme casa.
Probó un bocado del pavo y lo escupió al instante, ya que el sabor era terrible y mas de la mitad se había quemado. Su habilidad culinaria ya estaba muy oxidada.
Al final optó por tomar la cerveza en tanto miraba por la ventana.
-- Me pregunto si Xie Lian ya cenó. Ojalá esté comiendo algo mejor que esto.
Su mirada triste observó su gran patio, lleno de blanca y pura nieve. Durante algunos días pensó ir a buscar a su hijo y pedirle disculpas, pero sabía perfectamente que no era suficiente, y tampoco estaba dispuesto a enmendar las cosas con San Lang; por ello no serviría de nada hacer algún movimiento. De repente escuchó el timbre de la puerta principal.
Por un momento creyó que alucinaba, pero al escucharlo de nuevo saltó de su silla.
-- ¡Xie Lian!
Arrojó a una bolsa la lata de cerveza casi llena, se arregló un poco el cabello y despejó los recipientes de sopa instantánea para que su hijo pudiese pasar y sentarse. Corrió a la puerta y abrió.
-- Xie-
-- Buenas noches.
Podría reconocer esa sedosa melena castaña en cualquier parte. Los ojos cristalinos que lo miraban y los labios rojos que parecían suaves al contacto brillaban más que la luna sobre nieve.
-- Mei...
Esa persona frente a él no envejeció casi nada, conservando el rostro limpio y terso, una complexión delicada y esbelta y hasta esa voz joven que no escuchó en mas de diez años.
-- Hola.
Jun Wu no conseguía reaccionar todavía, Mei pareció incomodarse un poco.
-- Creo que no vine en un buen momento. Sólo quería ver a Xie Lian y...
Sus manos se extendieron hacia Jun Wu, con dos cajas de regalo.
-- ¿Por qué viniste ahora?
Cuando Jun Wu habló, tomó los hombros de Mei y los apretó. Los copos de nieve cayeron en sus brazos y cabeza cuando salió de la protección de su techo.
-- ¿No recuerdas el daño que te hice? Entonces, ¿porqué vienes hasta aquí? ¿Es para burlarte de mí? Ahora mismo luzco igual a un perdedor.
Debido a la fuerza, las cajas cayeron al suelo y un sonido de dolor vino de los labios de Mei.
-- Yo no vine a burlarme de ti. Yo...
La dulzura de su voz envolvió los oídos de Jun Wu, y vino la tristeza estancada, el miedo y otra cosa tan diferente a las demás.
-- Eres la última persona a la que quiero ver.
Las palabras que dijo Jun Wu casi eran acompañadas de un llanto frustrado, su rostro helado y manos tiesas llegaron a la vista transparente de Mei; por lo que a pesar de ser sostenido con violenta fuerza y tratado con crudas palabras, levantó sus brazos y cobijó en su pecho la cabeza de Jun Wu, para acariciar su cabello gentilmente.
-- Ya sé que no debí haber venido hasta aquí sólo para verte, pero por alguna razón sentí que tenía que hacerlo al menos una última vez. Soy un tonto ¿cierto? Ambos lo somos.
Sus manos dejaron de tocar a Jun Wu y se alejó, recogió las cajas en el suelo y las puso en un banquito del jardín.
-- Jeje, me precipité demasiado, perdón. Dejaré esto aquí, puedes tirarlo si quieres. No te preocupes, no volveré a venir, Inglaterra es muy frío de todos modos. Dile a Xie Lian que le mando saludos, tuve mala suerte al no poder encontrarlo.
Con un giro rápido se dio la vuelta para marcharse y sacudió el material helado que se acumuló en su cabello. No obstante, Jun Wu sujetó su brazo.
-- ¡Espera!
-- ¡...!
-- Me siento solo, mi hijo no está conmigo. Quedate aquí un poco más.
Mei sonrió.
-- Así que es eso.
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¿De Quién Es El Destino?
أدب الهواةJun Wu vive en Inglaterra tranquilamente al lado de su único hijo, Xie Lian; quien por cierto ya ha crecido para convertirse en un joven noble e inteligente. Sin embargo, en una mañana normal, ocurre algo que no se esperaba... JW: -- "¿Alguna linda...