Cap 36

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La divina figura de Xie Lian le extendió los brazos, invitándolo a entrar a su fino abrazo. Un anonado San Lang no pudo resistir ante la belleza que se recostó en su cama y se dejó caer. Un beso fue depositado en su frente.

-- San Lang, eres un buen chico.

Las manos del joven sostuvieron la cintura del príncipe y lo envolvieron. Xie Lian los cubrió a ambos con una sábana, y con sus manos ocultas en las mangas de la enorme camisa, masajeó la cabeza del otro. La noche era tan brillante que sus rostros se bañaban por la luz que se filtraba en la ventana.

-- Ge ge.

-- Dime.
-- Tengo un último favor que pedirle por hoy.

Xie Lian se sonrojó, pero como San Lang estaba recostado en su pecho, no pudo ver aquel cambio de expresión.

-- Quiero más besos de Ge ge.

-- ¿Sólo... quieres besos?

La calamidad no supo cómo responder a eso. Al fin levantó la vista y notó el rostro lleno de deseo de su alteza, coloreado con un tono rosado en sus mejillas y unos ojos tan brillantes como estrellas.

Al fin, los labios de Xie Lian se posaron en los suyos de una forma provocativa.

-- Bien, te daré muchos besos.

Se puso encima de San Lang y sus bocas se juntaron, lamiéndo sus lenguas. Las manos de San Lang no se quedaron quietas y tocaron el cuerpo de Xie Lian todo lo que pudo. Las caderas del príncipe fueron acariciadas por encima de la ropa, y éstas se balancearon, buscando más el ser sostenidas. Un pequeño hilo de saliva corrió por las comisuras de la boca de San Lang, debido al apresurado beso.

-- Ge ge, te amo tanto.

Xie Lian sonrió y sus dedos rozaron el parche negro en el ojo derecho del chico con cariño. Sus acciones tan delicadas como el algodón.

-- San Lang, en verdad eres tan tierno, haces que me den ganas de consentirte.

Volvió a besarlo, mientras sus manos también acariciaban a San Lang. Pensó en que la cabeza del joven estaba mal colocada y quiso mover un poco la almohada, para continuar deleitándose en su sabor, pero al mover el objeto suave, se asomó debajo de aquella almohada una cantidad considerable de fotografías.

-- ¡Ah!

-- ...

Esto llamó la atención del príncipe, y al quitar por completo las almohadas, había más de estas capturas fotografícas.

-- San Lang, ¿qué es todo eso?

-- Ge ge...

Agarró unas cuantas y las observó detenidamente con ayuda de la luz lunar. En diferentes momentos, días, posturas; su propio rostro y figura se plasmaba en cada una de ellas. Todas eran fotos suyas. Incluso de cuando estaba comiendo en el lugar más apartado de la Universidad, o mirando hacia fuera de la ventana de su habitación, o lavando sus manos en el sanitario. Y ni una sola vez recuerda haber posado para ellas. Lo peor de todo: ¡había ahí más de doscientas fotografías!

-- San Lang, ¿cuándo las tomaste? Explícate.

-- Yo...

-- ¿Porqué están debajo de tu almohada? E-en esta me estaba riendo solo...

La sonrisa tiesa de Xie Lian al pasar las imagenes y encontrar más de ellas ocultas entre las sábanas demostró su estado de shock profundo.
"Tal vez este chico era más aterrador de lo que parece ser" "un completo acosador" "va a devorarme algún día".

-- Ge ge, no las utilizo para ningún fin obsceno que ensucie su integridad, sólo... me gusta admirar su rostro antes de dormir.

Xie Lian volvió a ponerlas en su lugar, acomodó las almohadas en su lugar, se acostó aún con la sonrisa paralizada en su boca y de cubrió de pies a cabeza.

-- Buenas noches.

Este niño tan lindo también es aterrador.

En tanto Xie Lian reconsideraba su seguridad en esta casa, San Lang suspiraba aliviado por no haber sido encontrado su baúl de tesoros debajo de la cama, el cual contenía objetos grandes y pequeños que misteriosamente se le "perdían" a Xie Lian; como ejemplo, las envolturas de sus caramelos favoritos, lapices ya desgastados o fotografías de la infancia que compró a Qin Xuan por precios altos.
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San Lang se consideraba a sí mismo una persona vacía. Era desagradable para los demás a su alrededor, de aire pesado y, a pesar de tener mucho dinero, inteligencia y un cierto atractivo que no podía pasar desapercibido, siempre se sintió miserable.

"Roto".

Desde que se mudo a Inglaterra odió esa enorme mansión a la que debía llamar hogar. Pasaba el mayor tiempo huyendo de sus tutores y niñeras. Él lo sabía: era un simple huérfano rebelde y obstinado; todos aquellos adultos sólo miraban en él un gran fajo de billetes y conexiones con una exitosa empresa. Era un asco.

Cuando enviaron a He Xuan para acompañarlo pudo entrenerse un rato, pero poco a poco también quiso alejarse. Ese chico era demasiado tranquilo para escapar de la residencia y jugar juntos en las afueras, y pasaba todo el tiempo cerca de la cocina. Por ello, escapaba solo.

Mientras la lluvia caía, los vidrios gritaban y el viento se proclamaba impotente. La ropa que le enviaron por su cumpleaños desde Hong Kong ya estaba acomodada en su pequeño cuerpo; de la más fina seda y graciosos bordados. Era ese su único regalo. Un costoso traje y esta solitaria lluvia. Se decidió salir para recibir a los invitados, pero las voces fuera lo distrajeron.

-- ¿Por qué no hay nadie todavía? Claramente di órdenes para invitar a todos los niños de alrededor.

-- Verá, el joven amo Lang no tiene ningún amigo. Ni siquiera les agrada a los otros niños. He Xuan es el único con quien a veces platica. Algunos pequeños me dijeron que el joven amo les da miedo... o asco.

-- Tsk, el jefe no va a pagarme si esta fiesta no se celebra. Todo es culpa de ese pequeño rufián.

Rufián, bribón, monstruo, chiquillo; todo eso eran palabras que San Lang escuchaba a sus espaldas todos los días. Dejaron de importarle hace mucho, pero ahora mismo ardían. Se escabulló hacia fuera, dirigiéndose a la salida.

¿De Quién Es El Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora