-- ¿San Lang?
-- No es nada, sólo que, me preocupé demasiado en cuidar mi apariencia para Ge ge, y ahora soy un desastre. Es indigno para...
No tuvo tiempo para terminar su oración, ya que un par de finos y delicados labios sellaron su boca, y un rostro sonrojado se acercó a él hasta que sus pestañas revolotearon en las suyas. El beso fue tierno y lleno de calor, tanto que sintió su pecho saltaba a punto de explotar.
-- No hay manera de que me desagrades.
Volvió a unir sus labios para plantar un beso y volvió a separarlos.
-- San Lang se arriesgó por mí. Este ge ge se siente agradecido.
Sus ojos grandes y claros miraron al chico, que se sentía tan feliz y se sofocaba en emoción; ni siquiera era capaz de sonreir. Xie Lian por su parte, admiraba al joven que a pesar de lucir maduro e impasible, justo ahora tenía una expresión tan adorable e infantil, como un niño al que le regalaban el mayor objeto de sus deseos, y eso también provocaba una inmensa felicidad en el interior de su alteza.
Por la tarde, llegaron Qin Xuan y He Xuan de nuevo, con algunas flores.
-- Xie Xie, hablé de nuevo con el tío Wu. Él quiere que vayas a tu casa.
-- No deseo ir por ahora.
Qin Xuan parecía incómodo.
-- Yo realmente estoy en contra de lo que el tío Wu le hizo a San Lang, pero creo que deberías ir a verlo, sonaba muy afligido. Estoy seguro de que a partir de esto las cosas mejorarán.
Xie Lian lo pensó un rato, y finalmente aceptó. Los otros dos cuidarían de San Lang mientras él se iba.
Al llegar a la casa y abrir la puerta, un ligero aroma a alcohol llegó a su nariz. Rouye saltó al verlo, como si antes estuviese esperando por su regreso. Atravesó la sala y subió las escaleras hasta llegar a la habitación de su padre. Ahí estaba Jun Wu, tirado en el suelo y admirando con fervor una fotografía que Xie Lian nunca había visto. En ella había tres personas; una feliz pareja y un bebé en brazos de la mujer. La escena no podía ser mas triste.
-- Padre, ya llegué.
Jun Wu despegó los ojos de la foto y los centró en su hijo, tal pareciera que vio un ángel.
-- Xie Lian...
Se levantó en seguida y abrazó a su hijo. Era tan sólo un día que se fue, pero para el hombre pasaron décadas. El muchacho permaneció inmóvil.
-- Padre, lo que hiciste estuvo mal. San Lang todavía es un niño, y ahora vivirá con una cicatriz por el resto de su vida.
Jun Wu se estremeció al escuchar ese nombre que todavía aborrecía, pero también entendía el error en sus acciones.
-- ¿Está fuera de peligro?
-- Si. Lo darán de alta en dos días.
-- Ya veo. Yo cubriré todos los gastos del hospital.
-- No te preocupes por eso, ya está todo cubierto.
Xie Lian no se olvidó de evitar mencionar a He Xuan, ya que podría causarle problemas a Qin Xuan.
-- Debo irme pronto, soy yo quien está a cargo de cuidar de San Lang.
No obstante, el abrazo de su padre no se aflojó.
-- ¿Por qué debes irte si apenas llegaste?
-- Qin Xuan me dijo que necesitabas verme, pero si no es urgente, voy a regresar.
-- No, no, hijo... espera. Quédate conmigo un poco más, por lo menos ven a cenar conmigo.
Con tanta insistencia, Xie Lian se quedó a cenar con su padre, quien se apresuró a la cocina y preparó algunos platos deliciosos. Con ellos dos en la casa, todo pareció cobrar algo de luz alrededor. Jun Wu sonreía mientras sacaba algunos temas de conversación, y su hijo hizo todo lo posible por parecer calmo y seguirle la corriente, llegando a pensar que todo se había resuelto. Cuando cayó la noche, Xie Lian se dispuso a marcharse.
-- Hijo.
-- Volveré a verte mañana tal vez.
-- ¿Por qué lo eliges a él antes que a mí? Sólo es un niño, yo soy tu padre. Estás eligiendo mal.
Xie Lian lo miró compasivamente, su padre era intratable a veces.
-- Lo siento, vendré mañana de nuevo. Buenas noches padre.
Cerró la puerta y se marchó. Jun Wu se sentó en la entrada y suspiró, sosteniendo una delgada cadena de flores que durmió escondida durante años en el cajón de Xie Lian.
-- Mi amada Ling Su, nuestro hijo realmente es idéntico a ti. Hasta en la forma de marcharse.
Los dos días pasaron volando. San Lang se recuperó de manera casi milagrosa. Cuando los vendajes abandonaron su rostro, no permitió que Xie Lian estuviese presente, y cuando al fin pudo entrar, el joven ya llevaba un parche de color negro en su ojo derecho. En realidad el nuevo objeto no restaba atractivo en el muchacho, incluso su cabello se estilizó a su lado. No había manera de que San Lang se viera mal.
-- Ge ge.
-- Te ves muy bien San Lang. Hasta pareces más maduro.
A pesar de todas las palabras de aliento de los médicos y enfermeras, San Lang no abandonaba el mal humor de llevar algo en su rostro, pero con esas simples palabras de Xie Lian, y ese brillante rostro que hechizaba, incluso el objeto lo hacía sentir orgulloso.
-- Si es agradable para Ge ge, entonces todo está bien.
-- Jeje, no digas eso. Vamos a casa.
Tomaron un taxi a la casa de San Lang desde el hospital. Por primera vez en su vida, Xie Lian iría a la casa del muchacho, y no pudo evitar sentirse aturdido de la emoción. La dirección de San Lang era algo retirada, hasta llegar a un lugar con pocas casas. El lugar era grande sin duda, con un amplio jardín de rosas y algunos árboles. La casa también era lujosa, algo más grande que la suya, pintada en un hermoso tono rojo. Ante ello, Xie Lian no pudo evitar sonreír -- Realmente le gusta el color rojo -- pensó para sí.
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¿De Quién Es El Destino?
Fiksi PenggemarJun Wu vive en Inglaterra tranquilamente al lado de su único hijo, Xie Lian; quien por cierto ya ha crecido para convertirse en un joven noble e inteligente. Sin embargo, en una mañana normal, ocurre algo que no se esperaba... JW: -- "¿Alguna linda...