He Xuan también pasó por lo mismo. Desde su infancia no fue realmente cercano a alguien, salvo San Lang, con quien a veces hablaba y permitía que le hablara de su primer gran amor durante horas enteras. No lo envidiaba, era bueno que ese pequeño duende tuviera sueños, pero a veces llegó a imaginar ese misterioso sentimiento de enamorarse y ser correspondido.
Claro que en un principio le pareció imposible; sus padres ni siquiera le hablaban, recordándole que únicamente era una herramienta de la familia, creada para servir a sus propósitos. Vivió más de la mitad de su vida creyendo eso, hasta que apareció Qin Xuan.
Era ruidoso y tan espléndido que le resultó molesto en un principio, teniendo ganas de levantarse y darle un golpe en no menos de una ocasión. No obstante, cuando Qin Xuan se acercó para hablarle y se dirigió a sí mismo como su amigo, sus ojos ya no soportaron tal belleza antes de caer rendidos.
¿Amor a primera vista? Pensar en eso fue ridículo. Mas sus antiguas convicciones de haber nacido para ser usado fueron tiradas por la ventana y reemplazadas por cálidos sentimientos y una idea punzante de querer ver a ese chico al menos un minuto al día, escuchar su festiva voz y enamorarse de su reconfortante sonrisa.
Que alguien tuviera tal poder para volverlo un idiota de la noche a la mañana era sorprendente, pero ya no le importaba eso; disfrutaba ser un idiota. Y cada vez que Qin Xuan se le acercaba para darle de su comida (hecha por Jun Wu) o de sus dulces, siempre terminaría diciéndole que se alejara, o pondría la palma de su mano en la frente suave para agredirlo, pero con sus humildes sentimientos siempre al borde.
No se creía digno de ese amor.Hasta que lo vio llorar. Se sabía que el dios del viento no era bueno en la cocina, pero aún así se atrevió a preparar un postre para su mejor amigo, Xie Lian.
Antes de entregarlo pidió a algunos que lo probaran, siendo criticado duramente por eso. Y fue tanta su decepción que corrió a esconderse para llorar. He Xuan lo siguió de lejos, acercándose al no soportar verlo de esa manera. Se sentó a su lado sin decir nada.
Los dos permanecieron en silencio un buen rato, antes de que He Xuan le diera una ligera palmada en la frente, hablando con su habitual voz seca.
-- No llores.
Qin Xuan se sorprendió un poco.
-- ¿Huh?
-- Dije que no llores. Silencio, es molesto.
Usó sus propias mangas para limpiar las lágrimas que caían y rápidamente se giró.
-- Lo- lo siento, yo, quería preparar un postre para dárselo a XieXie como agradecimiento, pero al final no pude hacer algo bueno para él. Nadie querría comer más de un bocado de esta cosa.
He Xuan observó las mangas húmedas de su camisa, y volvió a enfrentar a Qin Xuan.
-- Dame un poco.
-- ...
Las manos de Qin Xuan temblaron con su plato en ellas.
-- No... sabe mal.
-- No sabré si sabe mal hasta que lo pruebe.
Tomó el recipiente y sin vacilar se metió a la boca un buen pedazo, sin mostrar un gesto de desagrado.
-- Tú...
Acabó de masticar y siguió con otro pedazo.
-- No sabe mal.
-- Mentiroso. Ya sé que soy pésimo en la cocina.
Otra palmada llegó a su cara.
-- Si dije que no sabe mal, entonces no sabe mal.
-- ...
-- Sólo que añadiste mucha azúcar.
-- Oh.
-- Y hace falta un poco más de leche. Pero el sabor no es terrible, en realidad es delicioso. Te enseñaré a hacerlo la próxima vez.
-- ¡Pfft!
La pequeña risa de Qin Xuan llegó a sus oídos, como el canto de las aves, haciendo vibrar su pecho.
-- XuanXuan es muy amable, te lo estás comiendo todo.
La preciosa curva en sus ojos dulces dejó salir la última lágrima, pintada con luces de crepúsculo. Había ternura y cariño en su tono.
-- Pero XuanXuan, ya no podré llevarlo a XieXie. Eres un glotón.
Los ojos de He Xuan no lograron apartarse. Sus pensamientos se revolvieron con tantas cosas que, cuando se dio cuenta, ya sostenía la mejilla húmeda de Qin Xuan con delicadeza, sus rostros tan cerca que lo mareaba, hablando sin pensar.
-- Eres realmente lindo.
-- ¿Eh?
Los sonrojos subieron por la cara de Qin Xuan, inesperadamente sin lograr moverse. Por su parte, He Xuan ya no tuvo la fuerza de aguantar esas emociones reprimidas en lo profundo de su ser. Necesitaba decirlo y demostrarlo, incluso si era rechazado quería confesar lo que sentía.
-- No sólo eres lindo, tu voz también lo es. Me gustas mucho, estoy loco por ti. No hay un minuto que no piense en tu sonrisa.
Apoyó su frente en la de Qin Xuan. Decirle la verdad era algo tan satisfactorio, ya no le importó lo demás.
-- En verdad me gustas... te quiero mucho, Qin Xuan.
-- Yo...
La voz del dios fue reprimida por un beso. El primer beso de ambos, tan dulce como el azúcar.
El roce de sus labios y la ligera sensación de humedad perduró por un minuto. Y cuando He Xuan se separó de él, Qin Xuan sujetó su camisa y volvió a unir sus bocas. Esta vez fue la calamidad quien se sorprendió.
-- ¿Es cierto lo que dijiste?
Las pupilas claras se reflejaron en su corazón, sin darle oportunidad de mentir.
-- Es verdad.
Qin Xuan sonrió tímidamente, con sus mejillas rosadas y sus ojos felices. Él también estaba siendo correspondido.
Confirmaron sus sentimientos con un perfecto abrazo.
-- No olvides tus palabras.
Ese día, He Xuan devoró lo que Qin Xuan preparó, y tomaron algunas fotos con la cámara del dios. Luego, salieron juntos a comer y caminar por distintos lugares que, aunque ya conocían, les parecieron totalmente nuevos. Y al final de la noche, cuando Qin Xuan estaba por subir a su departamento, He Xuan lo tomó de la mano y le robó un beso más, como prueba de que no era sólo un sueño.
Seguía pensando en que no merecía estar al lado de esa persona tan radiante, pero cada vez que Qin Xuan sonreía, hablaba con él acerca de cosas diarias o lo hostigaba con abrazos y caricias, perdía por completo su racionalidad; incapaz de mirar hacia otro lado.
Gracias a él, por primera vez en su vida usó su corazón para actuar, y no la idea de ser solamente una herramienta.
Ahora comprendía perfectamente como se sentía San Lang al anhelar a alguien y profesar sus emociones, y le encantaba ese sentimiento, ya que para él, no había nada más hermoso que la sonrisa magnifica del viento. Deseaba que su primer amor nunca terminara.
ESTÁS LEYENDO
¿De Quién Es El Destino?
FanfictionJun Wu vive en Inglaterra tranquilamente al lado de su único hijo, Xie Lian; quien por cierto ya ha crecido para convertirse en un joven noble e inteligente. Sin embargo, en una mañana normal, ocurre algo que no se esperaba... JW: -- "¿Alguna linda...