Qin Xuan sujetó el cuello de su pijama y lo derribó al suelo. Todo el extásis anterior se cambió por sorpresa y decepción.
-- Xie Xie, tan pervertido. No creí que fueras del tipo abusador.
-- No, yo...
-- Encima con un niño. ¿Sabes? A los de tu tipo se les llama Asalta cunas.
Las mejillas de Xie Lian se encendieron de rojo.
-- Qin Xuan, no lo digas así.
-- Hora de dormir.
Xie Lian fue forzado a bañarse de nuevo para bajar su "calentura", y arrastrado a dormir en la cama con Qin Xuan. Esa noche, San Lang tuvo sueños extraños con su ge ge.
Por la mañana, el desayuno ya estaba listo antes de que los dos amigos despertaran. He Xuan acomodó los platos recién preparados en la mesa, y San Lang lo molestaba caminando tras él y jalando su cabello. En eso, un pedacito de papel cayó de la ropa del rey demonio.
Interrumpió su actividad recreativa y lo recogió. De un lado estaba su montón de garabatos casi indescriptibles, pero al voltearlo, la escritura de un inmortal, impecable y hermosa, fue trazada con tinta negra.
"Acepto".
Su sonrisa destacó en su rostro, y se apresuró a caminar hasta la habitación donde descansaba su dios. Al abrir la puerta, lo recibió una escena extraña.
Qin Xuan abrazando la pierna de Xie Lian, con un hilo de saliva saliendo de su boca y empapando el pantalón. El príncipe hecho bolita, y a punto de salirse de la cama. Los celos y la consternación nublaron su mente. Apartó la mano de Qin Xuan y cargó en sus brazos a Xie Lian, para salir de la habitación.
He Xuan - cuchara en mano - lo miró dirigirse a la puerta del departamento.
-- Eso es secuestro.
San Lang recogió las llaves del coche que llevaba consigo.
-- Preocúpate por el otro en la cama. Ronca terrible y su baba está encima de la ropa de mi Ge ge. Me lo estoy llevando.
Dicho esto, llevó a Xie Lian inconsciente hacia su casa. He Xuan sintió que era necesario llamar a la policía, pero el guiso que preparó olía muy bien y aprovechó que estaba caliente. Qin Xuan despertó con el aroma a comida y se levantó para desayunar. Tardó un tiempo en darse cuenta de que su amigo había desaparecido.
Cuando Xie Lian abrió sus ojos, no encontró a Qin Xuan, ni la modesta habitación; sino una recámara grande y lujosa. Los cobertores que lo calentaban y las almohadas tenían un delicado perfume que le encantaba.
-- ¿San Lang?
A un lado de la cama había un par de pantuflas suaves y acojinadas. Con ellas, caminó alrededor de la habitación. Abrió la puerta y bajó las escaleras, buscando. Ahí estaba en la enorme sala, colocando en un marco de cristal la hoja de papel donde escribió Xie Lian.
-- ...
Se acercó a él, y sin previo aviso lo abrazó.
-- Ge ge, buenos días.
-- San Lang, no necesitas hacer eso.
-- Pero Ge ge, esta es su letra. Digna de admiración.
Xie Lian no pudo evitar que San Lang creara un cuadro con la hoja, y sólo pudo suspirar. El desayuno le fue servido de manera impecable.
-- Ge ge, debo ir a la universidad. Volveré pronto. Usted póngase cómodo, o si gusta dar un paseo por la casa, es libre de pisar donde desee.
-- ... ¿Gracias?
Entre tanta cortesía, no tuvo oportunidad de preguntar qué es lo que hacía en esa casa. San Lang era hábil para evadir temas importantes.
Cuando el muchacho se fue, caminó alrededor de la casa, cuidando de no abrir puertas con apariencia sospechosa, ya que no quería encontrarse con algo "sorprendente". Había pasillos solitarios y habitaciones desoladas; ni una sóla fotografía.
El lugar estaba bastante limpio, pero era parecido a una casa embrujada; también había pocas ventanas. Aún así, no dejaba de ser un sitio hermoso. Volvió a la habitación de San Lang para recostarse, pero antes de subir a la cama, se le ocurrió abrir un cajón al azar. Eligió el último de un pequeño armario y lo abrió.
Dentro había una foto, descuidada y vieja, pero ahí había un niño. No, más bien un fantasma con apariencia de niño.
El pequeño yacía sentado en una banca de madera, sosteniendo un libro. Probablemente alguien la tomó a escondidas. El rostro que se dibujaba era sombrío y hasta poco atractivo, a pesar de vestir con bellas ropas. Xie Lian sonrió y su dedo acarició la imagen desgastada, recordando el parque, el muro alto y al duendecillo que atrapó en sus brazos.
-- Entonces sí eras tú.
No lo recordaba del todo, pero ese rostro plasmado en la fotografía era el mismo que lloró, para luego no querer soltarse, y por último marcharse y besarlo en la frente.
-- Esa foto la tomó mi madre.
San Lang entró al cuarto sin hacer ruido, y sujetó a Xie Lian por detrás.
-- ¿Tu madre?
-- Si. Antes de morir junto a mi padre al día siguiente. Es lo único que tengo de ellos.
La tristeza inundó el pecho de Xie Lian.
-- Lo siento mucho, no debí tocarla así de fácil.
Se dispuso a ponerla de nuevo en su lugar, pero San Lang lo detuvo, abrazándolo más fuerte.
-- Ge ge puede tocar a gusto mi corazón, y cada cosa que viva en él.
La voz del chico era clara, pero con una gota de melancolía. Esto hizo que Xie Lian quisiera llorar.
-- Esa foto es mi tesoro, y usted también lo és. El más importante.
-- San Lang...
Una lágrima cayó por la mejilla del príncipe. Estar unidos de esa forma le transmitía dolor y agonía. Ese chico con apariencia fuerte y de gran voluntad llevaba ese dolor consigo, sin demostrarlo, sin compartirlo con alguien. Se dio la vuelta y ahora fue él quien envolvió a San Lang tan fuerte a su pecho.
-- San Lang, tú también eres muy importante para mí.
-- Ge ge -- la voz de San Lang era nerviosa.
-- Te amo tanto. Quiero compartir todo contigo, incluso tu dolor. Lo tomaré todo por ti.
Las mejillas de San Lang se enrojecieron débilmente, muy poco notorias. En cierto modo, estando rodeado por la escencia de Xie Lian lo hizo sentir protegido, seguro.
-- Ge ge, en verdad no alcanzan las palabras para expresarle mi amor. Usted es tan maravilloso.
La fotografía que San Lang guardaba como su mayor tesoro al morir sus padres, pasó a segundo plano al conocer a Xie Lian, y probar la miel de su afecto.
-- San Lang, tengamos una cita.
El ojo de San Lang que casi se cerraba por la sensación relajante de las caricias y los besos volvió a fijar su vista en su bello príncipe.
-- ¿Cita?
-- Si, ahora mismo. Quiero caminar contigo.
ESTÁS LEYENDO
¿De Quién Es El Destino?
Hayran KurguJun Wu vive en Inglaterra tranquilamente al lado de su único hijo, Xie Lian; quien por cierto ya ha crecido para convertirse en un joven noble e inteligente. Sin embargo, en una mañana normal, ocurre algo que no se esperaba... JW: -- "¿Alguna linda...