Cap 88

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La casa de San Lang estaba tan limpia como siempre, en completo silencio y hundida en una curiosa soledad. Sólo el pequeño Rouye se acercó a la puerta para recibirlos, meneando su enroscada colita como siempre. Luchaba por subir a Xie Lian, y este lo cargó.

-- Hola amigo, ya he regresado. ¿Has comido bien?

El canino se retorcía enérgico en sus brazos, lamiendo las manos blancas que lo sostenían. Al parecer incluso lo bañaban constantemente, porque su pelaje era suave y olía bien.

-- Gracias, San Lang. Han cuidado bien de él.

-- Es la mascota de ge ge, haré todo lo posible para cuidarlo.

Subieron las maletas y se instaló al príncipe en la misma habitación que su esposo. Al caer la noche ya todo había quedado en su lugar. El tocador se llenó con cremas o mascarillas de ambos, el closeth tenía más ropa arreglada en ganchos y cerca de las pantuflas marrón de San Lang descansaban unas más pequeñas de color blanco. Los muebles ahora serían compartidos por dos personas que acomodaban sus cosas al lado de las del otro.

Desde que Xie Lian llegó, la casa se vio más animada. Sus pasos lentos y elegantes o el sonido del viento cuando corría por los pasillos brindaron calma en el hogar. Iban a estudiar juntos, pasando la hora del almuerzo comiendo y jugando bajo su árbol favorito. Por la tarde, San Lang esperaba a su alteza para regresar; caminando y hablando de cualquier cosa que les pasaba en la escuela. Por la noche preparaban la cena, se bañaban y practicaban caligrafía o leían los libros que Xie Lian compraba.

Una vez cada dos o tres días San Lang se escabullía dentro de la ropa de Xie Lian para ponerse cariñosos, y terminaban de divertirse a altas horas de la noche. A veces salían a citas al acuario, el cine o simplemente a caminar, que era lo que más le agradaba a Xie Lian. Iban de compras o visitaban a Jun Wu y Mei, quienes los recibían con comida e inspecciones corporales detalladas. El padre preguntando por la salud y alimentación de su hijo, si su ropa estaba limpia o si no había bajado de peso; la madre investigando la cantidad de marcas en el cuello de Xie Lian, que comparaba con cada semana, o pasándole a su yerno algunas técnicas de seducción.

Luego de apartar a Xie Lian del abrazo de su padre que se negaba a soltarlo y de las amenazas a San Lang, finalmente volvían a casa.

-- San Lang... estoy muerto...

Los dos jóvenes se tiraron a la cama para descansar, disfrutando de la vista en la ventana. Millones de estrellas y una luna vaga salpicaban el cielo, resplandeciendo en los colores oscuros del asfalto.

San Lang colocó a Xie Lian en su pecho para deslizar sus dedos sobre las tibias mejillas del príncipe. El tiempo dejó de transurrir, deteniendo el canto del viento que los observaba.

Rouye dormía en su cama propia, y nada más impedía el mortal silencio. No obstante, eso era perfecto para la joven pareja, porque así lo único que escucharían sería sus propios latidos.

-- Ge ge se está esforzando mucho últimamente. Hoy yo prepararé la cena y la traeré hasta aquí para usted. Ya tengo todo preparado para empezar.

-- Nop. Quiero cocinar contigo. Además, todavía faltan dos horas para la hora de la cena.

-- Entonces, gege... podemos divertirnos mientras tanto. Ciertamente es muy temprano para comer.

Xie Lian se rió, colocándose arriba de San Lang y cubriendo con su perfíl la vista del cielo.

-- ¿Y? ¿Qué quieres jugar?

El rostro del muchacho mostró una expresión seductora; tomó la cintura de Xie Lian y cuidadosamente lo devolvió abajo para situarse encima. El pendiente rojo brillaba como una segunda luna.

-- Quiero jugar a empujar fuertemente a Su Alteza.

-- Vaya, que rudo.

Antes de que la calamidad lograra quitarse el cinturón y besar a su esposo, Xie Lian lo empujó, arrojándolo al suelo con sólo un poco de fuerza. San Lang casi escupe sangre cuando pareció rebotar en la alfombra.

-- ¡¿...?!

-- ¡San Lang!

Bajó de la cama para socorrerlo; el otro no lograba recuperarse del shock. Comenzaba a pensar en que el karma sí existía.

-- Tenías que poner resistencia para mantenerte en pie, San Lang. Ese es el juego. Mírate ahora, tan descuidado.

-- No me refería a este tipo de empujar, ge ge. Aún así... usted es genial. Su fuerza es simplemente digna de adorar, la amo...

Y el susto sólo aumentó cuando Xie Lian acomodó las mangas de su camisa blanca y lo levantó en brazos sin pizca de esfuerzo.

El rey demonio admiró la inhumana fuerza y temió pasar al lugar del pasivo en un futuro...

Bueno, no importaba realmente.

Dejaría a Xie Lian hacer lo que quisiera y cuando quisiera, porque mirar su sonrisa y recibir uno de sus tiernos besos era algo que no tenía precio o comparación. Desde que elevó la vista y se topó con esos bellos ojos de la persona que lo atrapó al caer y salvó su vida, supo que era parte de su destino el añorar su precencia bajo la eternidad. No importaba si este ser era un dios, o un humano, o un lucero. Todavía usaría su alma, cuerpo y sangre para entregarle su amor. Eso era todo para él.

¿De Quién Es El Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora