Extra 21

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Llegaron a un restaurante cercano y pidieron algunos platos y cerveza; también jugo de frutas para Xie Lian.
Sus tres amigos sabían que no era un buen bebedor.

Al cabo de un rato ya se reían por cosas que vivieron en el pasado. Qin Xuan se metió un trozo de verdura en la boca mientras se burlaba de Pei Ming.

-- Entonces, señor Pei. ¿No pudo ver que era un hombre vestido con seda y labial?

Mu Qing se empinó su tarro frío de cerveza.

-- Claro que se la creyó. Este hombre se vuelve loco apenas ve una chica linda, estaba más ocupado recordando técnicas de ligue que poniendo atención a los detalles.

-- Eso me recuerda, Xie Lian.

El rostro de Feng Xing se centró en su alteza, examinándolo de pies a cabeza, y pareció ponerse serio.

-- ¿Qué sucede?

-- Tú... no creciste nada.

-- ...

El príncipe no tenía ningún complejo con su altura, de hecho no le molestaba. Pero era diferente si sus mejores amigos se lo recordaban cada que lo veían. Mu Qing olió el peligro y le dio un codazo a Feng Xing.

-- Oye, va a matarte. Él o su acosador.

-- Feng Xing.

La voz todavía suave y clara de Xie Lian les llegó hasta los huesos.

-- Ah, Qin Xuan.

-- ¿Sí, XieXie?

-- Antes mencionaste que mientras trabajabas en China hiciste algunas amigas.

-- ¡Sí! Mio o la señorita Ling, quien de hecho hizo su propia línea de ropa. Y yo me hice amigo de muchas de sus modelos. Todas son muy amables y bonitas.

-- Ooh. Podría llevar a Feng Xing.

-- ¡...!

Los ojos de su alteza brillaron peligrosamente. Mu Qing le tomó el hombro y trató de calmarlo.

-- Xi- Xie Lian, no seamos intolerantes. Cálmate un poco, haré que se disculpe, pero no le hagas nada. Lo puedo golpear si quieres.

-- XuanXuan -- Pei Ming se emocionó con lo que dijo el maestro del viento y se acercó a él -- si Xie Lian es mi amigo, tú también lo eres. Mira, te regalo mis semillas.

-- Este...

Los cuatro se divirtieron un poco más antes de regresar a casa; unos un poco más borrachos y otros no tanto.

-- Lo siento mucho, Yin Yu. Me demoré demasiado y te dejé todo a tí, en verdad lo lamento.

Xie Lian hacía miles de reverencias a Yin Yu para disculparse.

-- No se preocupe, joven amo Xie. Cuidar de ellos es agradable, y usted se tomó la molestia de invitarnos a la fiesta de A-Ming, ah, y jugó con Alessa también. Estoy en deuda con usted.

-- No no... soy yo quien está en deuda. Está siendo muy amable.

Yin Yu cerró la puerta del cuarto de los niños y se quedó en la de al lado para cuidarlos, Xie Lian acostumbraba a dormir con su hijo cuando San Lang no estaba, o cuando el pequeño lo pedía, pero dado que Alessa se hospedó en esa habitación, decidió dormir en la suya. Esa noche extrañó el calor amoroso de San Lang, y sólo pudo abrazar la almohada que su esposo usaba, para sentir en ella su olor.

-- Idiota... usa los malditos pies para caminar por tu cuenta- ugh.

Mu Qing se tomó el esfuerzo de sostener a Feng Xing y llevarlo hasta su recámara, para lo que tuvo que subir las escaleras al tercer piso.

Pei Ming cayó ebrio primero, por lo que no contaba con su ayuda; Qin Xuan y Xie Lian tuvieron las manos ocupadas con Pei Ming, consolándolo por su dolor de ser engañado a causa de maquillaje y una cara bonita.

-- Mu...

-- Sí sí, aquí estoy. Cállate y sigue caminando. Pesas demasiado, tendrás que pagarme con tu sangre mañana- uff... pero por ahora camina.

-- No quiero caminar...

-- ¡Genial! Yo no quiero llevarte, si quieres puedo dejarte en el piso, borracho.

Al fin lograron llegar. Mu Qing decidió dejar las luces apagadas para poner a Feng Xing en la cama y dejarlo dormir. Lo cubrió con las sábanas y respiró hondo.

-- En verdad vas a pagarme, te golpearé y veremos si te atreves a hacerme trabajar de esta forma. No soy tu maldito esclavo.

Se dirigió a la puerta y escuchó los ronquidos del otro, desparramado en la cama. Se volvió y, primero con brusquedad, luego con más delicadeza; le quitó al inconsciente los zapatos, desabotonó su camisa, lo acomodó en las almohadas y se sentó a un lado de su cabeza. El color castaño de su cabello era hermoso a la luz celeste de la noche, y recordó que muchas veces en su vida lo ha jalado con fuerza, pero también, al igual que hoy le gustaba peinarlo con su manos.

Levantó la cabeza de Feng Xing y la puso en sus piernas para tocarlo mejor.

-- Por qué eres tan molesto, ah. Siempre me causas problemas.

Era en estas ocasiones que nadie lo miraba que podía abrir un poco su corazón.

Pelearon con palabras y golpes en muchas ocasiones, y se preguntaban el porqué continuaban juntos. Mas, estas peleas no contenían en sí algún odio. Y luego de gritarse que se alejaran tenían esa punzada de querer volver. Nunca se sentían tan cómodos al lado de otros como cuando estaban ellos dos juntos. A veces no quería admitir que se enamoró de esa persona que lo irritaba, pero su alma se vaciaba si no podía verlo.

Y cuando podía tocarlo de esta manera tan íntima y hablarle suavemente era muy feliz, más que cualquiera.

-- Feng Xing...

Se inclinó y besó dos veces seguidas su mejilla colorada por el alcohol, y no conforme frotó el lóbulo de su nariz contra el frío pómulo.

-- ¿Qué...

La voz al lado de sus oídos lo sorprendió y casi lo arroja lejos.

-- ¡Ah!

Feng Xing se sentó un poco aturdido, recorriendo con la mirada el lugar hasta llegar a Mu Qing. Percibió la sensación tibia en su mejilla y se frotó.

-- ¿Qué rayos hacías? ¿Te estabas frotando en mi cara?

-- Y- yo no... ¡idiota!

Empujó lejos a Feng Xing y se levantó, dispuesto a alejarse, pero lo tomaron por la mano y lo devolvieron a la cama.

-- ¿Haces esto cuando no te miro?

El rubor subió a su rostro, y su cuerpo buscó enterrarse en la cama para huir.

-- ¡No lo hago! Sería repugnante, muy asqueroso... así que, déjame ir.

-- Tsk, eres un tonto. Estoy un poco ebrio, pero pude sentirlo. Sentí tu aliento.

-- Mentira, mentiroso, yo... no lo- haría... nunca.

Sus labios se cubrieron poco a poco, aunque temblaban.

Lo besaron tan tiernamente que por un instante se perdió en el sabor amargo de la cerveza.

¿De Quién Es El Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora