Extra 26

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Yizhen corrió hasta él, entregó su ofrenda y con una cara emocionada esperó a que Yin Yu extendiera sus brazos y lo dejara entrar en ellos. La voz tranquila hizo su espera aún más larga.

-- YiZhen, te extrañé.

-- Yo también, tenía muchas ganas de ver a Yu-ge y a Less.

-- Ella piensa lo mismo. Ayer dibujamos juntos para tí.

-- Yu-ge, quiero verla.

-- Bien, entonces vayamos a verla. Estará feliz. Pero primero ven aquí.

El vicepresidente se acurrucó en el abrazo de Yin Yu, frotando su cara con la de su esposa.

En la escena dulce con abrazos, besos y frases lindas, Feng Xing los miró con una expresión complicada. Pei Ming rió un poco y empujó a su amigo.

-- Miralos, tan cursis. Deberías hacer lo mismo. Mu Qing estaría feliiiiz.

-- Cierra la boca y vuelve al trabajo, aún nos faltan mesas.

Pero en su interior estaba feliz. Ya que la noche anterior se había deleitado con la dulzura de Mu Qing y obtuvo todo lo que quiso sin tantos rasguños o mordidas.

Cuando la tarde llegó, la casa se llenó de pequeños niños invitados corriendo y jugando con el cumpleañero, los padres comiendo y conversando entre sí y una alegre atmósfera.

-- XieXie, vinieron muchas personas. A-Ming tiene amigos.

-- Sí, es bueno para hacer amistades.

Feng Xing le tomó el hombro a Xie Lian.

-- ¡Ha! Al parecer no es como tú, tan solitario.

San Lang observó esa mano que tocaba a su alteza y tuvo ganas de arrojarle su tenedor.

-- Y los pocos amigos que Ge ge tuvo son sólo simios sin pelo y con pocas ganas de vivir.

-- San Lang, eso fue grosero.

Mu Qing arremedó a Xie Lian y este comenzó a amenazar a Feng Xing. Qin Xuan limpió con un pañuelo la boca de He Xuan que no hablaba desde hace una hora y manejaba sus cubiertos como todo un experto sobre la comida.

-- Ellos parecen niños. XuanXuan en cambio tiene un buen comportamiento.

-- Mmn.

YiZhen ayudaba a Yin Yu a servir algunas comidas y llevar bebidas a las mesas, ya que no pudo detenerlo, pero a cambio recibía miradas afectuosas de parte de su esposa que lo motivaban a trabajar mejor.

A-Ming pidió un deseo y sopló a las velas del pastel, le entregaron demasiados regalos de muchos tamaños y sus familiares lo llenaron de abrazos.

Dando las ocho de la noche, ya no quedaban más invitados. Los empleados terminaban de desmontar las mesas y carpas en el jardín, o recogían las vajillas.

San Lang sostenía a su hijo que al fin cayó rendido después de tanto correr con Alessa y jugar con los inflables; sus ojos se cerraron suavemente en un dulce sueño y su pequeña mano se aferraba a la ropa de su padre, que acariciaba con su dedo las tiernas mejillas. Xie Lian recostaba su cabeza en el hombro de su esposo mientras leía y bebía té, repasando las lecciones que enseñaría a su grupo de alumnos. Arriba, Yin Yu terminaba de hacer una trenza en el cabello rojo de su hija, que aún llena de energía jugaba con la cara de YiZhen y se divertían haciendo gestos y cosquillas. Era inevitable reír al ver a sus dos seres amados siendo felices; esta era la familia con la qie siempre soñó.

Qin Xuan y He Xuan se sentaron frente a la ventana para admirar el brillo de la noche, se envolvieron en cobertores y platicaban acerca de su camino de regreso a casa. Cuando Qin Xuan se quedó dormido, el otro lo llevó en sus brazos hasta la cama y dejó a un lado la bolsa llena de refrigerios para subir a dormir con él. Mei, Jun Wu y Pei Ming jugaban con sus cartas en la mesa de la sala, en donde cada vez perdía Mei. Al ver a Yue pasar por ahí para dejar la casa en orden lo arrastraron a jugar con ellos, no sin antes entregarles bebidas a cada quien, incluyendo un vaso de café dulce al animado sacerdote. Para su mala suerte, el joven mayordomo era experto en las cartas y perdieron siempre contra él.

¿De Quién Es El Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora