Cap 6

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Ahí, bajo la inmensa noche, dos sombras unidas con sus manos caminaban y brillaban juntas, como dioses inmortales. Jun Wu estaba tan fuera de sí, que incluso pensó que su mente le jugaba sucio. Xie Lian se aferró a los delgados dedos de San Lang mientras se acercaban, dispuesto a hacerle frente.

-- Padre...

-- Xie Lian. ¿Qué haces perdiendo el tiempo aquí? Deberías estar estudiando en casa.

Las palabras de Jun Wu sonaban tan indignadas. Pero sin duda, dentro de ellas se pintaba un color de enojo, decepción y fragantes celos. Miró atentamente al joven al lado de su hijo. Alto de estatura, rasgos asiáticos; delicados y juveniles, ojos claros que tenían cierta aura de cautela y un rostro demasiado atractivo para las palabras, aunque algo sombrío. Lo peor de todo era que, a pesar de la situación problematica, ese chico sonreía vagamente, a los ojos de Jun Wu, una clara burla.

-- Vámonos Xie Lian. Es tarde.

Su hijo vaciló. Las dos manos aún no se soltaban.

En su desesperación, el padre se giró bruscamente y abrió la puerta del auto -- entra. -- ya no había serenidad en sus palabras. Tampoco tenía espacio para explicaciones.

-- ¿No vas a decir nada ante lo que estas mirando, padre? ¿Te quedarás callado?

Jun Wu se giró a ellos de nuevo. El compañero de su hijo lo miraba indiferente.

-- Este niño, no me parece una buena persona. Te prohibo acercarte a él. Xie Lian, es una órden. No lo quiero cerca de ti.

Xie Lian frunció con ligereza su frente. Algo que pocas veces hacía dado que tenía una personalidad tranquila con mucha paciencia.

-- Perdóname padre. Pero esta vez no voy a obedecerte.

El hombre perdió al instante los estribos. No tenía control de sus acciones. Su palma hizo un sonido de ¡Clap! Al momento de chocar contra la mejilla de Xie Lian. No hubo tiempo para que alguien reaccionara.

Al fin, las dos manos se soltaron.

-- ¡¡Ge ge!!

La voz de San Lang hizo eco en la oscuridad. Xie Lian permaneció quieto. Nunca hubiese esperado el ataque, pero tampoco imaginó que revelar la verdad sería facil. Luego de un rato se incorporó, con un rostro calmo, aunque sin duda el golpe fue doloroso. Forzó una débil sonrisa.

-- Tranquilo. No fue nada.

Jun Wu tampoco se movía. Golpeó a su hijo. Hirió sus sentimientos. La conmoción le ganaba al enojo de antes. Antes de que pudiese levantar su mano de nuevo para rozar suavemente la mejilla lastimada de su hijo, éste le habló con un tono normal.

-- Uhm, padre, vamos a casa.

-- Ge ge, ¿Estarás bien?

Si se trataba de Xie Lian, por supuesto que San Lang se preocuparía en serio. Sin embargo, dado que el "Enemigo" (a la vista de San Lang) era el padre de su amado, sabía que no era tan fácil enfrentarlo. Por lo tanto prefería no causarle molestias a Xie Lian. Este último, escuchó la pregunta y, como si nada hubiese pasado, se dirigió a él, y sobó unas cuantas veces su cabeza, levantando alto su brazo, ya que era más bajo que San Lang en altura.

-- San Lang, sé un buen chico y ve a casa pronto. Es extraño pero, soy bastante resistente, esto no fue nada.

Jun Wu finalmente pensó que había librado esta batalla, así que se alejó un poco y abrió otra puerta del auto para entrar e irse con su hijo. Lo que no se esperaba era que, Xie Lian se despidió del otro chico de una manera tan... inconfundible.

¡Dejó caer sobre una de las blancas mejillas de San Lang un pequeño y gentíl beso! El hombre se quedó pasmado mientras ocurría. Luego, el joven se dispuso a entrar al vehículo, mientras el otro le ayudaba a cerrar la puerta, con una sonrisa más que satisfecha.

Mientras conducía, notó el rubor encendido en el rostro de Xie Lian, con sus labios curvados en una débil risa, al lado de aquella dolorosa marca roja.

Sobre el suave terciopelo se movían ligeramente dos mariposas. Una más delicada que la otra, pero ambas revoloteaban con igual gracia.

Xie Lian gemía con su voz dulce bajo otro cuerpo, extasiados en placer. San Lang tenía una sonrisa en su rostro; su mano se ocupaba de frotar el delgado y rosado miembro de Xie Lian, el cual, al ser tocado con algo de fuerza, estaba a punto de explotar. El joven debajo jadeaba sin siquiera poder pronunciar correctamente una frase, al tiempo que se retorcía.

-- Sa... San... nnm, suél... talo.

-- ¿Es de verdad lo que Ge ge quiere?

Sonidos húmedos vibraban en sus oidos, haciéndolo estremecer. San Lang lejos de detenerse, puso más velocidad en su mano, hasta que el blancuzco líquido se disperso en sus delgados dedos y en el abdómen de Xie Lian. Este trató de controlar su agitación, mientras observaba con ojos vidriosos su cuerpo cubierto en sudor y semen. El otro lo miraba complacido, como si planeara su próxima acción. Al final, agachó su cabeza para lamer uno de los colorados pezones en el pecho de Xie Lian. Lo mordió, chupó y jugó con él hasta que se cansó.

Luego de eso, miró al avergonzado chico con seducción en su mirada, aún con su roja lengua posada en su pezón. Cuando por fin pudo estabilizar su respiración, sintió cómo algo ajeno a él entraba por el agujero entre su trasero. Era grande y palpitante; y sin duda, también doloroso. A pesar de esto, sus manos buscaron la espalda de San Lang para aferrarse a ella.

-- Sostente bien ge ge, no me sueltes. Va a doler un poco.

Todo eso lo dijo con tono amable y sin dejar de sonreir. Al momento, comenzó a moverse.
Las estocadas eran feroces. No se detenían a pesar de que Xie Lian se había corrido ya dos veces. Los fluídos desbordaban al igual que las emociones en su corazón. No cabía el descanso.

En ese momento, Xie Lian despertó. La noche terminó y con ella los inolvidables sueños húmedos del fragante príncipe.

¿De Quién Es El Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora