Cap 20

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A causa de escuchar voces desde fuera, Xie Lian perdió la cordura por los nervios. Empujó a San Lang a un lado y con un pañuelo limpió los fragmentos de semen en su cuerpo, luego se vistió rápidamente para dirigirse al desconcertado joven y lo vistió también como si fuese incapaz de hacerlo por cuenta propia.
Todo a la velocidad de la luz y sin decir una sola palabra, manteniendo su rostro cálido pero rígido.

San Lang estaba de mal humor ahora que los habían interrumpido, y de mala gana se levantó para abrir la puerta. Dos hombres los miraban fuera del almacén, uno sereno, otro antipático, pero con la misma expresión de ligero desagrado en sus caras.

-- Ustedes...

-- Te tomaste tu tiempo, Xie Lian.

San Lang arrugó el ceño al escuchar que llamaran a su amado de esa forma tan grosera. Xie Lian los miraba, tratando de recordar algo, hasta que pegó un brinquito y juntó sus dos palmas.

-- ¡Feng Xing, Mu Qing!

-- Los mismos -- respondió con voz seca Feng Xing.

-- Es bueno volver a verlos chicos. Padre y yo los echamos de menos.

En confianza, se acercó a ellos y sonrió con amabilidad, incluso palmeando sus hombros o comparando sus alturas.

-- ¡Ja! Eres tan enano.

-- Tú pareces un anciano.

-- Sigue siendo tan tonto.

-- ¿Qué hay de Pei Ming?

--Vino con nosotros -- dijo Mu Qing, y Feng Xing lo empujó con el brazo para continuar -- pero está ligando con la recepcionista del hotel.

-- Propio de él -- dijo Xie Lian sonriente, con sentimientos de nostálgia en su corazón, olvidando lo que había pasado antes de abrir la puerta. San Lang moría de celos; He Xuan y Qin Xuan merodeaban alrededor en espera de alguna situación peligrosa.

Hace ya muchos años, cuando Xie Lian era un pequeño de cuatro años y vivía en China junto a sus padres; tenía tres mejores amigos, los cuales eran más grandes que él en edad, y por ello, cada que salían a jugar y alguien lo molestaba e intimidaba, sus tres amigos lo protegían, así que Jun Wu no se preocupaba demasiado por su hijo cuando iba a jugar.

Pei Ming era el que siempre le guiñaba sus bellos ojos a las señoritas que pasaban, o hacía que las damas lo cargaran para poder admirarlas, ansiando ser mayor y ligar con todas. Fen Xing y Mu Qing era algo más complicado; siempre discutiendo y compitiendo por el título del mejor, y sin embargo, no se separaban nunca, uno en cada lado, sosteniendo al pequeño Xie Lian, cuidándolo juntos y volviendo a discutir. Todos ellos eran tan diferentes entre sí, pero disfrutaban de la compañía de los otros, ya sea metiéndose en problemas, emprendiendo aventuras o secando las lágrimas del menor cuando caía, esperando con impaciencia el nuevo mañana para volver a verse.

Hasta que un día, al reunirse para sacar a jugar a Xie Lian, se percataron de algo: esa casa llena de flores ahora estaba vacía. La estrella más joven de su constelación desapareció. Se miraron entre sí, todavía muy pequeños para entender el porqué.

Volvieron sus pasos al parque donde jugaban y se sentaron en el sitio favorito de Xie Lian.

Luego del silencio, Mu Qing comenzó a llorar, Feng Xing no pudo molestarlo y en su lugar, lo abrazó fuerte y lloró con él. Pei Ming reunió algo de arena en sus manos y se levantó imponente sobre una pequeña piedra.

-- ¡No sean llorones! Nuestro Xie Xie se fue, debemos encontrarlo antes de que alguien le haga daño.

-- No podemos encontrarlo, se fue para siempre -- dijo Feng Xing entre lágrimas. Mu Qing complementó -- tal vez ya no nos quería. Y además, nunca podríamos encontrarlo, somos sólo niños.

Pei Ming arrojó la arena, y por desesperación, sus mejillas rosadas se humedecieron.

-- Tontos... nuestro Xie Xie no nos dejaría, debió tener problemas. Se sentirá sólo si no lo buscamos -- estiró su brazo a los otros dos que estaban hechos un bultito -- unamos fuerzas para encontrarlo.

Los otros dos pararon de llorar, y llenos de una inquebrantable determinación, unieron sus manos.

-- Sin importar el tiempo que tome.

-- ¡Si! -- gritaron al unísono.
Juntos.

Pues resulta que el trío de ingenuos niños crecieron con una promesa en el alma; la de encontrar a su amigo.

Cada uno ahorró durante su vida la mayoría del dinero que les daban sus padres, guardándolo en una cajita de madera. Años más tarde investigaron todo lo relacionado al posible paradero de Xie Lian, ya que un amigo de Jun Wu les dijo más o menos a dónde habían partido.

Así, cuando tuvieron la edad y todo preparado, partieron a la magnífica Inglaterra a encontrarse con Xie Lian, llenos de entusiasmo por volver a verlo, ya hecho un joven maduro y bien parecido.

Quien pensaría que encontrarían a su buen amigo en la entrada de una Universidad aferrándose a otro tipo de apariencia maliciosa, para luego huir al interior, meterse en un almacén y...

¿Darse amor?

Igual Mu Qing se plantó en la entrada del cuarto esperando a que terminaran mientras Feng Xing buscaba en otro lado, ya que lo habían perdido de vista.

Gracias al cielo que Pei Ming decidió quedarse en el hotel admirando la belleza inglesa mientras ellos examinaban los alrededores o se hubiera infartado al ver esto.

Ahora, el pequeño Xie Lian estaba frente a ellos, con sus ojos grandes y colorados brillando de alegría por verlos. Detrás de él, un demonio con piel de hombre los miraba con inminentes intenciones asesinas.

-- Ah, San Lang, ellos son dos amigos míos, Feng Xing y Mu Qing. Me cuidaron cuando era un niño.

San Lang sonrió; claro, sin mostrar una pizca de simpatía.

-- Feng Xing, Mu Qing, él es San Lang, umm... es-

-- Su novio -- agregó el chico con aire de arrogancia y amenaza sumamente peligrosa.

El silencio se hizo presente entre los nuevos enemigos de la mariposa carmesí y él. Xie Lian no comprendía la enemistad visual entre los otros, por lo que solo sonreía con calma ingenuamente.

Qin Xuan por fin salió de la oscuridad sintiendo el peligro y se abalanzó a su amigo, tratando de protegerlo del aura demoniaca encima de él. He Xuan lo siguió de cerca, galleta en mano.

¿De Quién Es El Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora