Xie Lian sostenía en sus manos un magnífico pincel, y con aire solemne escribía sobre papel blanco. La noche fría era silenciosamente hermosa, el viento surgía en pequeñas corrientes que chocaban en su cara. Una mano blanca y suave se posó en la suya y la envolvió con sus dedos, haciendolo detener su escritura.
-- ¿San Lang? ¿Sigues despierto? Pensé que ya te habías dormido.
El rostro joven y apuesto, con una seductora sonrisa en sus finos labios se acercó a su cuello por detrás.
-- No puedo dormir si Ge ge sigue despierto.
Sedosos mechones de cabello negro rozaron la piel bajo su oreja; Xie Lian se estremeció, pero la sensación fue de su agrado y no se apartó.
-- Ya veo. Este Ge ge se irá pronto a dormir.
Se levantó de su asiento, colocando el pincel en su lugar y cerrando la tapa del tintero. Seguido de eso, su cuerpo se pegó al de San Lang y sus manos tocaron el bello rostro del chico, sus pies se estiraron para ganar altura y atrajo a sus labios la boca del demonio. Mientras se besaban profundamente, su alteza pudo sentir que los brazos fuertes de San Lang rodeaban su cintura y lo presionaban aun más a él. Sus mejillas sonrojadas y los suaves gemidos por el placer del beso perfumaron con amor el cuarto. Al abrir los ojos, Xie Lian se vislumbró con la juvenil tez de su amado, teniendo al frente las pestañas largas y curvadas. Su propia mirada brilló con tal bella vista, y su emoción creció al poseer entre sus labios delicados fragmentos de carne roja y suavemente hinchada por el beso.
Ese era su compañero, la persona con quien armonizaba completamente su corazón. Incluso sin estar cerca, sólo pensar en su juguetona sonrisa y en su mirada profunda, su mente se hacía un lío y su pecho le enviaba una cálida sensación que lo hacía feliz de cualquier modo.
Marzo continuaba siendo tan frío; y el fino hilo rojo que los unía, inquebrantable.
Sus labios se separaron por algunos centímetros.
-- San Lang... abrázame.
Los brazos en su cintura se tensaron, y en un instante, ya se hallaba flotando. Cargando su cuerpo, San Lang caminó a la habitación.
-- S- ¡San Lang! No es necesario, peso mucho.
Pero el muchacho lo apretó más a su cuerpo.
-- Ge ge no tiene que pensar en eso, yo lo llevaré a donde sea sin que se esfuerce.
Xie Lian no tuvo otra opción más que permanecer quieto. Fue recostado en la cama y desvestido con sumo cuidado, hasta que su silueta desnuda brilló con la noche. Abrió sus piernas para que San Lang se posara entre ellas, haciendo contacto la piel blanca con la tela del pantalón. Ahí, fue besado con fervor, cubriéndose en calor y eternos besos en todo su ser.
Marcas rosadas pintaron distintas zonas, que le provocaron una felicidad y un extásis infinito. Cuando San Lang lo penetró, ese delicado capullo ya se encontraba húmedo, y su pene goteaba miel. Las contracciones internas y su espalda curveada le daban sensualidad a su figura. Los ojos claros desenfocados del príncipe y su lengua ligeramente asomada eran adoradas por el otro, que empujaba más y más, apuntando al lugar favorito de Xie Lian.
Aunque su rostro lucía más apacible, San Lang también hervía en placer y ganas de unirse por completo a su amado, lanzando un ligero gemido de vez en cuando. Tener al amor de su vida, la persona de sus sueños en su cama, gozando juntos de hacer el amor y abrazarse durante horas realmente era mejor que cualquier cosa. Cada embestida, cada gota de sudor que se derramaba y los dulces besos compartidos les recordaba que hubo un camino recorrido, uno difícil y lleno de tristeza, pero también marcado con los pasos de ambos, riendo y sufriendo, esperando cada mañana en reencontrarse y seguir andando con sus manos enlazadas.
Xie Lian agradecía siempre al despertar haber atrapado a aquel pequeño en un común, pero al mismo tiempo especial, día de sagrada lluvia.
San Lang por su parte, sólo le agradecía a las flores y al cielo el permitirle nacer una vez más y hallar la luz amada de resplandor inmenso, que protegió y protegerá por el resto de sus días. Cada segundo avanzando, con el hilo rojo del destino decorando su propio sendero.
Los rayos de sol irrumpieron por las pequeñas aberturas en las ventanas, brindando luz al cuarto oscuro. En la cama, dos personas abrazadas abrían los ojos y se miraban entre sí.
-- Buenos días Ge ge.
-- Buenos días, San Lang.
Luego de varias rondas de amor por la noche, Xie Lian por fin se desmayó. Con ello, San Lang se dispuso a llevarlo a la bañera y limpiarlo. Sin embargo, su alteza despertó en medio de la labor y, somentiendo a San Lang bajo él, se puso encima y tuvieron más sexo en la tina. Por ello, durmieron hasta tarde.
El pecho desnudo de la flor carmesí servía como soporte para las manos del hermoso joven acurrucado en sus brazos.
-- ¿Ge ge tiene frío?
-- No, se siente muy tibio aquí.
Luego de algún rato de palabras lindas y caricias, se lavaron los dientes, prepararon el desayuno y Xie Lian ayudó a San Lang con su tarea. Dando la una de la tarde, una de las mujeres que iban a limpiar la casa se acercó a ellos.
-- Joven amo, llegó un paquete para usted.
San Lang tomó la pequeña caja en sus manos, y agradeció. Con esto, la señora se retiró. Pocas veces Xie Lian podía ver a las personas que trabajaban para esa casa. Al menos diez personas; hombres y mujeres que hacían su labor sin dirigirles palabra ni hablarles a menos que fuera necesario. Al terminar su trabajo, se retiraban en silencio sin molestar al dueño. Un trabajo verdaderamente eficiente desde su punto de vista.
No obstante, sus pensamientos de admiración por esas personas tan profesionales se interrumpió al notar el gesto inquieto de San Lang.
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¿De Quién Es El Destino?
FanfictionJun Wu vive en Inglaterra tranquilamente al lado de su único hijo, Xie Lian; quien por cierto ya ha crecido para convertirse en un joven noble e inteligente. Sin embargo, en una mañana normal, ocurre algo que no se esperaba... JW: -- "¿Alguna linda...