Cap 61

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Él mismo usó su poca fuerza para tratar de levantar la porción de madera enorme, pero al elevarse unos centímetros, volvió a caer; y para agregar, el fuego estaba por alcanzarlos. Jun Wu analizó aquello estupefacto.

-- Mocoso...

Con su brazo empujó a San Lang al lado de Xie Lian, sin poder hacer más movimientos debido al dolor en su pierna.

-- Lleva afuera a Xie Lian.

-- ¡Padre!

-- Yo me equivoqué. Fui egoista y quise arrastrarte conmigo a la muerte, pero después de todo no soy capaz de ver morir a mi hijo de esta manera. Además, si este niño está dispuesto a atravesar las llamas por ti, creo entonces dejarte en buenas manos.

-- Papá, tenemos que mover esta viga...

De nuevo a su alteza le vino una agresiva tos. San Lang lo envolvió con la tela húmeda y cubrió su boca con una parte de ella. Las lágrimas se derramaron.

-- Xie Lian, yo merezco morir. Incluso si sobrevivo todavía te haré daño a ti y al niño. Ahora váyanse o se quemarán. San Lang, acércate.

Estiró su mano y le dio algo al chico. El anillo de plata que brillaba con rojos colores ante el ojo de marfíl.

-- Esto es...

-- Es tuyo, te lo devuelvo. Escapen y sean felices. Dale a mi hijo la felicidad que sueña. Brillen juntos hasta el final de sus días.

Xie Lian se arrojó a sí mismo hacia su padre y lo abrazó con fuerza.

-- No... papá, hagamos un esfuerzo para sacarte de ahí. Vamos los tres.

Jun Wu sonrió. Estaba feliz de saber que el pequeño que prometió protegerlo con esa espada de paja todavía permanecía intacto. Como un príncipe magnífico; como un dios de gracia y vida.

-- Xie Lian, te amo. Perdóname por lastimar tu corazón, pagaré por ello.

-- Padre...

-- ¡Llévatelo ya!

Al recibir la orden, San Lang tomó la mano de Xie Lian y corrieron dentro de una de las habitaciones. El más joven rompió con una pequeña mesita la ventana, abrazó al príncipe y se arrojaron hacia afuera, asegurándose de recibir el golpe de la caída y proteger el cuerpo de Xie Lian.

Ante ellos, la casa se quemaba por completo. San Lang quedó inconsiente gracias al dolor y la pérdida de sangre, y Xie Lian por el humo. Unidos por un abrazo lograron escapar de la muerte. Sin embargo, las lágrimas de su alteza no se detuvieron. Era el padre que amaba quien se quedó atrás, en compañía de las llamas.

Jun Wu vio correr a San Lang llevando consigo a su hijo, y estando tranquilo de que Xie Lian ya no estaba en peligro, pudo relajar su cuerpo y esperar a quemarse junto a su viejo hogar.

La pequeña espada de paja quedó frente a sus ojos. La pierna que quedó atrapada bajo una pesada viga comenzó a sentirse caliente, ya que dicha porción de madera se empezó a quemar; la sensación era aterradora, pero Jun Wu se resignó a morir ahí, por ello sólo cerró los ojos y esperó el final.

Pensó que tal vez podría encontrarse con su esposa en la otra vida... pero por alguna razón, ya no había emoción en su pecho por volverla a ver. Por una parte, era como una carga menos que se llevaría.

-- ¡Jun!

La mirada nublada del hombre no vio nada, pero escuchó una voz que llamaba a su nombre de forma desesperada.

-- Debo estar delirando... nadie va a venir para salvarme.

Teniendo eso en mente, volvió a cerrar sus ojos y esperar. El humo hizo lo suyo, y se encargó de dejar casi inconsiente a Jun Wu. El carmesí de las flamas cerca de su cuerpo, sin embargo se detuvo, enviándole una fría sensación en el ardor de su pierna.

-- ¡Jun!

Mei llegó a su lado, cargando en su mano un pesado extintor. La vista borrosa del hombre apenas pudo mirar a quien estaba a su lado, sin energías para hablarle o tocarlo. Aunque dentro de sí ansiaba por lo menos rozar sus manos. La lágrima que goteó en su dedo era tan cálida como el fuego cercano. Podía imaginar ese rostro de ojos cristalinos y labios dulces derramando diminutas gotas de agua.

-- Jun, despierta. Salgamos de aquí.

Colocó el paño húmedo que llevaba en la nariz de Jun Wu para que no siguiera dañándolo el tóxico humo.

-- No puedo... mi pierna...

Minutos antes deseó que la hora de su muerte llegase rápido para abandonar este mundo y así pagar por sus errores; no obstante, el brillo de aquel que lo alentaba a seguir era tan grande que no pudo evitar querer permanecer vivo. Como una estrella en su cielo que siempre estuvo ahí, pero nunca tomó en cuenta.

-- Mei... quédate conmigo. Si no puedo salir, quédate conmigo hasta que deje de existir.

-- ¡No seas idiota!

Un golpe con poca fuerza sacudió su cabeza y lo hizo volver en sí. Mei se levantó y secó las lágrimas en sus mejillas. Jun Wu no pudo ver otra cosa más que la silueta hermosa e imponente del gran sacerdote.

-- No voy a sentarme ni moriré contigo. En vez de eso, te sacaré de aquí, sano y salvo. Cueste lo que me cueste.

Recostó a un lado el extintor y se dispuso a levantar la viga. En verdad era muy pesada, pero Mei perseveró. Al ver la voluntad del otro, Jun Wu usó su casi nula fuerza para ayudar a quitar el pesado trozo, y poco a poco, lo lograron. Mei cayó de rodillas jadeando por el cansancio. Las perladas gotitas de sudor rodaron al suelo.

-- Jun... levántate, hay que irnos. El fuego está creciendo de nuevo.

Jun Wu hizo el esfuerzo de ponerse en pie, sin lograrlo. La sangre en su pierna asomaba una herida y sólo pudo sentarse.

-- Gracias por ayudarme, pero no puedo avanzar. Ya estoy cansado.

-- ¡Tks!

Los labios rojos y dulces se posaron en los suyos, y una sensación fresca y abrumadora envolvió su lengua. Mei se apartó luego de besarlo y lo ayudó a levantarse. A pesar de tambalearse por el peso de Jun Wu, no vaciló en sus pasos, mientras se dirigían al cuarto de Xie Lian.

-- Morir no hará que pagues lo que hiciste. Demuéstrale a tu hijo que vas a apoyarlo de ahora en adelante y preocúpate por verlo feliz.

-- ¿Y que hay de ti?

Por primera vez, Mei pudo ver en la cara de Jun Wu un sentimiento honesto y se sonrojó ligeramente.

-- Tienes que llevarme a por un trago. Lo demás vendrá después.

Ambos caminaron lo más rapido que pudieron hasta llegar a la habitación de Xie Lian. Mei posicionó a Jun Wu en un pequeño hueco con fondo y lo lanzó. Antes de ir tras él, tomó algo de la cama a un lado y lo guardó en su abrigo. Luego de eso, sonrió y se lanzó hacia lo que parecía una nueva oportunidad. Para él, para Jun Wu y para ese destino que antes veía borroso.

¿De Quién Es El Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora