Cap 60

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La copa que Mei sostenía se hizo pedazos en el piso, vertiendo el vino. Uno de los meseros se apresuró a atenderlo.

-- Mr. NianQing, ¿se encuentra bien?

Los labios entreabiertos del sacerdote y los latidos del corazón que en un momento se apresuraron le dieron un mal presentimiento. Los dedos de los que cayó la copa todavía no se movían de su lugar en el aire. El dolor en su interior no se detenía.

-- ¿Mr NianQing?

-- Estoy bien...

Se disculpó con el mesero por la copa rota y pagó la cuenta, para salir apresurado del restaurante.

-- Jun...

Mientras tanto, Xie Lian era llevado de vuelta a su viejo hogar. Jun Wu estacionó el vehículo y bajó a su hijo para entrar juntos a la casa. Subió las escaleras al segundo piso y ya ahí recostó al joven.

Pasados diez minutos Xie Lian por fin despertó. El mareo evitó que lograra levantarse o mucho menos caminar; sólo pudo contemplar el como su padre sostenía un fósforo encendido a punto de soltarlo.

-- Padre...

-- Ah, Xie Lian, despertaste.

-- San Lang-

-- El niño está vivo.

-- Oh...

Al escucharlo, Xie Lian suspiró débilmente.

-- Gracias padre.

Su alteza sin embargo, no se dio cuenta de que los puños de Jun Wu se apretaron.

-- Xie Lian, vas a morir hoy.

-- Lo sé.

-- ¿Qué piensas de eso?

-- ¿Qué puedo pensar ahora? No hay nada que pueda hacer, no puedo moverme y escapar. Tampoco quiero que mueras tú, pero no puedo evitarlo. Al menos San Lang está bien, por eso ya no voy a huir. Aunque...

Elevó su mano y admiró con amor el anillo en su dedo.

-- Me hubiese gustado poder ser feliz aunque sea un poco más. Espero que San Lang me olvide y sonría de nuevo con otra persona.

Su melancólica sonrisa y sus ojos llorosos tenían poco brillo. Jun Wu apagó el fósforo.

-- Hijo, me cansé de estar solo. Mis ganas de vivir se fueron por completo y ya no hay nadie que quiera estar conmigo. Quería que fueras feliz, pero también mi lado egoista luchó por darte miseria hasta conseguirlo. Es mejor si desaparezco y te llevo conmigo. Perdóname por romper mi promesa de protegerte.

El príncipe sostuvo el anillo de plata en su pecho.

-- No hay nada que perdonar, yo también me equivoqué al no hacerte sentir acompañado. Padre, te quiero mucho.

Jun Wu dejó salir una lágrima en tanto encendía otra flama y la arrojaba al primer piso desde las escaleras.

-- Yo también te quiero hijo mío.

El fuego rápidamente se extendió, quemando todo alrededor y sacando interminables cantidades de humo. La gasolina que el hombre regó sobre el suelo alimentó las llamas y el color de la muerte pintó el ahora deshecho hogar.

Conforme pasaban los minutos, cada rincón ardía en humo y calor. Jun Wu arrastró al chico al final del pasillo, donde no alcanzaba todavía el incendio, pero antes de llegar con él, una viga enorme de madera cayó en su pie, dejándolo incapaz de moverse.

-- Padre...

Xie Lian se arrastró como pudo y quiso levantar la viga para que el hombre saliera, sin éxito.

-- Padre, papá... no puedo sacarte, haz un esfuerzo y ayúdame~

Pero Jun Wu tomó sus manos.

-- Detente Xie Lian o te lastimarás. Vamos a morir de todos modos, además es lo que merezco por ser tan cruel contigo... sólo quédate conmigo aquí, yo arderé primero.

-- No... papá...

-- ¡Ge ge!

Xie Lian reaccionó, y se asomó desde donde estaba, hacia la voz que escuchó en el primer piso, dispersa entre el fuego.

-- ¡San Lang!

La silueta de su amado se hizo visible. Pateó algunos obstáculos y quiso esquivar el fuego para subir las escaleras, pero las llamas ya eran demasiadas.

-- ¡San Lang, no vengas! Sal de aquí o morirás también.

Pero los pasos de la flor carmesí no dudaron ni un instante. La tela cubierta con agua evitaba un poco el paso del fuego al cuerpo de San Lang. Más vigas cayeron, casi alcanzando al joven quien de todas formas no podía moverse bien por todas las heridas en su cuerpo. Aún así, su vista alcanzó la divinidad del príncipe.

-- Ge ge, iré por ti.

Los gritos desesperados de Xie Lian no cesaban.

-- ¡NO! Retrocede ahora San Lang... ¡vete! Vas a morir si no te vas.

-- No moriré -- avanzó unos cuantos pasos más hacia las escaleras hasta que llegó -- Confía en mí, no voy a dejarte solo.

Los muebles y las fotografías en la pared se hacían cenizas en el fuego, el cual se prolongó en casi cada rincón de la majestuosa casa. Cada paso que San Lang avanzaba suponía un gran peligro, ya que las escaleras se estaban quemando y caían al azar. Sobra decir que el joven tropezó unas cuantas veces y estuvo a punto de caer por el malestar de las heridas. Xie Lian desde el otro extremo del pasillo lo observaba con las manos tapando su boca y las gotas saladas asomándose en sus ojos; verlo tropezar y en peligro de morir le causaba pánico, pero no podía ir con él, ya que su cuerpo no respondía del todo. La viga que aprisionaba a Jun Wu hizo más fuerza sobre su pierna y el humo afectó su respiración.

-- San Lang... baja por favor, no puedes cruzar.

San Lang llegó al segundo piso, pero el espacio entre él y Xie Lian estaba plagado de llamas y trozos del techo, por lo que parecía imposible cruzar. Xie Lian tosió y las nubes negras llenaron sus pulmones.

-- ¡Ge ge!

Las consecuencias del entorno afectaban al príncipe, por lo que San Lang pisó las vigas y pasó sobre ellas. El vidrio y demás objetos crujían debido al caminar firme y doloroso del demonio, sucumbiendo. Cuando se aproximó más a Xie Lian, este lo ayudó a llegar a su lado sosteniendo su mano, pero al hacerlo gastó la mayoría de su fuerza restante y se mareó.

-- ¡Cof, Cof!

-- Ge ge, está respirando demasiado humo, debemos irnos.

-- No me iré.

San Lang se impresionó por la respuesta.

-- No dejaré a mi padre aquí. San Lang, vete mientras puedas, yo-

El beso de la flor silenció sus labios, y otro par de manos se aferró a sus mejillas.

-- Ge ge, no voy a dejarlo aquí.

¿De Quién Es El Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora