Extra 22

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-- Entonces esa actitud tan mala -hic- hacia mí en realidad es sólo una máscara.

-- ¿Me estás jodiendo?

Feng Xing lo mantenía preso en la cama sujetando sus dos manos. No había planeado que las cosas tocaran este punto crítico, por lo que el sonrojo salpicado en sus mejillas era inevitable.

Quería resistirse, pero no tenía ningún argumento; lo habían atrapado justo con las manos en la masa. Quería patearlo lejos pero ambas piernas separadas no tenían la disposición de hacerlo.

-- Si- si te disgusta entonces suéltame y olvida todo esto.

-- ¿Crees que es así de fácil?

-- ¿Eh?

-- Siempre estás a la defensiva, golpeándome y mordiéndome, gritando que me aleje. Por eso opté hacer lo mismo y no quedar como -hic- un idiota, pero ahora que te encuentro siendo tan lindo y atento conmigo, quieres que te deje ir y lo olvide. He llevado años enteros tratando contigo, merezco -hic- un poco de cariño tuyo de vez en cuando ¿cierto?

Al siguiente momento, le llovió desde arriba una oleada de besos en todo el rostro, a pesar de voltear su cabeza.

-- Pa...ra, te estás comportando como un tonto. Apestas a alcohol.

-- Eres mi novio, es normal besarte.

-- ...

Sus manos forjecearon pero terminaban recostadas en la cama.

-- Mu.

El cuerpo de Mu Qing se congeló. Feng Xing casi nunca lo llamaba así, y eso vastó para hacer que ya no se resistiera. En cambio habló en susurros.

-- Si no te gusta mi forma de ser sólo dilo. No cambiaré.

-- ¿Alguna vez te he dicho que quiero que cambies?

-- ...No.

-- Entonces no lo hagas. Admito que a veces me molesto al discutir contigo, pero nunca he pensado en alejarme, las cosas están bien así como son.

-- En-tonces, ¿no te desagrado?

-- No.

Feng Xing comenzó a quitarse la camisa ya desabotonada, acarició a Mu Qing en el pecho y acercó los labios a su oído.

-- Ahora te toca a tí. Dime lo que piensas de mí.

-- Pienso que eres un cabeza dura.

-- ...

-- También eres pegajoso y pesado.

Sintió que su pantalón era arrancado y se sobresaltó.

-- ¡Oye!

-- Continúa.

-- Ugh... demasiado... glotón...

-- ¿Lo soy?

-- Pero, eres atento... y me gusta mucho cuando te pegas mucho a mí.

-- ¿Ah sí?

Cuando Mu Qing terminó de hablar ya no había ropa puesta en su cuerpo.

-- Mu, eres lindo. Cuando eres honesto o te resistes.

-- Cállate, si ya lo dije déjame ir. Estás borracho...

-- Un poco, si.

Sin embargo no lo soltó. Más besos tocaron su cara.

-- Quédate conmigo, grítame cuanto quieras.

-- Ja, eres un imbécil masoquista.

-- Lo soy para tí.

Una lengua húmeda empezó a lamer su pecho y estómago, trazando un camino brillante.

-- No... no lo hagas... pueden escucharnos.

-- No lo harán, voy a mantenerte callado.

-- ¿Qué? No te pa-mnh...

Su pene fue sostenido y acariciado con dedos cuidadosos que tocaban la punta en círculos.

-- Mu, te quiero.

-- Ah, me- me vengo...

Es cierto que muchas veces peleaban, contradiciendo las palabras del otro desde que eran niños; pero nunca hubo desprecio. Incluso los golpes que no llevaban fuerza verdadera tenían sentimientos con ellos. Y tal vez su relación no era algo tan bueno o tan romántico, a veces parecía que se odiaban o que estaban juntos por simple capricho; no obstante, existía un profundo amor mutuo.

Pensaban en el otro la mayor parte del día y deseaban poder verse si no estaban juntos. Desde que eran pequeños pelearon, y también se tomaron de la mano. Ellos mismos no comprendían del todo, pero eso estaba de más.

Al sentir que el miembro lo invadía completamente, Mu Qing clavó sus dedos y gimió; las lágrimas brotaron y cerró sus ojos cuando los labios de su amado lo silenciaron. El sabor era amargo, y a la vez dulce. La felicidad de abrir su corazón enteramente para Feng Xing puede que sólamente dure unas cuantas horas, y deseaba disfrutarlo en su totalidad. Enamorarse a tal punto de no saber si las cosas son reales era muy bueno despues de todo. Así, desearon que la noche nunca terminara.

-- Yo también te quiero...

Los ojos de Mu Qing se cerraban fuertemente por el dolor y la vergüenza, mordiendo su labio inferior para no gemir y con el rostro lleno de rubor y perlas de agua salada. Una mano jugaba con sus pezones y otra retenía sus muñecas arriba de su cabeza. El pene que lo tomaba se deslizaba dentro y fuera con bastante lentitud, frotando cada centímetro de las paredes blandas y carnosas.

Normalmente lo embestían de forma violenta hasta hacerlo gritar, pero esta vez algo era distinto. No estaba acostumbrado a una penetración calma y a caricias seductoramente amables. Su cabeza no podía pensar con claridad. Feng Xing mordió su oreja y lamió el sensible contorno.

-- Mu, me estás apretando mucho. ¿Te gusta si lo hago despacio?

-- No- no me gusta...

-- Entonces te gusta rudo.

-- ¡Ah!

-- Shhh.

Un gemido encantador salió de su boca al recibír una estocada profunda. Feng Xing encontró esto un poco adorable y divertido.

-- A mí me gusta violarte hasta que tu voz se hace ronca.

Una de las cosas que descubrió al estar junto a Mu Qing era que, se excitaba increíblemente cuando le hablaba con palabras sucias.

-- Tu agujero me está chupando bastante bien. Cada que lo hace me dan ganas de destrozarlo...

-- Mmn... oh, no- me hables- tan cerca...

El aliento tibio de Feng Xing chocaba con su oreja y cuello. De repente, sus dos piernas fueron manipuladas y estiradas.

-- ¡Ey!

El miembro duro se metió por completo en su interior, sus dos nalgas se golpearon contra las piernas y el abdómen de Feng Xing y sus entrañas sufrieron. Su boca fue cubierta para que no soltara algún sonido, mientras sus ojos derramaban lágrimas. Sus dos manos buscaron empujar con desesperación el pecho del otro para que lo liberaran de esa sensación llena, pero no lo consiguió.

En cambio, el cuerpo encima de él se pegó aún más al suyo. Su mirada angustiada y sus inútiles intentos de escapar provocaban un efecto contrario. El pene de Feng Xing estaba rígido y mojado, estirando el pequeño agujero con su ancho diámetro y dura cabeza.

-- Esto es tuyo, Mu. Completamente para tí, trágalo todo.

¿De Quién Es El Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora