Cap 22

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La amistad es tan hermosa, tan brillante y llena de calor. Es un lazo que, si se va tejiendo con cuidado, el tiempo se encargará de hacerlo más largo, más fuerte.

Pero a pesar de todo, siempre habrá filosas tijeras que lo desgarren; tarde o temprano. Incluso si no se rompe por completo, termina desangrándose, lastimando las pequeñas y delicadas hebras de amor que la tejieron.

Había una vez un joven, que dedicó su corazón entero en seguirle los pasos a un ángel de largas alas. Cuando logró captar su atención, decidió entregarle su lealtad, y seguirlo con los pies descalzos entre un camino de espinas. Mientras uno volaba alto, el otro corría tras él, desangrando su corazón y sus pasos, que llenos de determinación, no se detenían a pesar del dolor.

No obstante, antes de poder alcanzar al ángel, se dio cuenta de que aquella divina criatura se sentía sola, devastada en este mundo donde era el único que bailaba sobre el cielo.

"¿Por qué se siente solo? Acaso, ¿no se da cuenta de que yo estoy aquí, esperando atraparlo por si llega a caer? Yo camino a su lado."

El ángel se envolvió entre sus plumas, soltando lágrimas de soledad, deseando que alguien volara con él, sin mirar a la persona que lo esperaba bajo su mirada. Por fin, alguien llegó desde las alturas; una flor tan dulce y bella como el mismo cielo, de alas suaves y fuertes. Se enamoró y volaron juntos hacia lo alto del asfalto.

El joven que estaba sobre el pasto filoso se quedó mirando; el lazo en su meñique se desgarraba en tanto la persona que atesoraba se iba alejando, hasta que se perdió de vista.

No siguió caminando. La última hebra en su dedo ya no estaba. En su otra mano sostenía firme un juego precioso de cartas. Al fin se dio la vuelta, dando un último vistazo a su persona amada, a lo lejos siendo feliz.

No había nada más para darle a ese ángel, se lo dio todo. Regresó a su viejo refugio, llevando heridas profundas en su corazón, pasos escarlata, el alma rota. Y una carta.

-- Casi no recuerdo su cara. Además, sólo fue a nuestra casa un aproximado de tres veces, es difícil recordarlo. Aunque si recuerdo que era muy amable conmigo.

Jun Wu escuchó en silencio. Xie Lian deliraba en inocencia. No podía decirle a su hijo lo cruel que había sido con esta cálida persona.

-- Bueno, en todo caso, debió ser él quien les dio nuestro paradero a esos niños. Se le agradece.

Xie Lian quiso decir algo, pero no lo hizo. Tenía curiosidad de saber porque su padre actuaba tan reservado cuando se mencionaba a Mei NianQing.

En el departamento que rentaron los tres amigos cerca de una gran plaza, ya casi todas las luces se habían apagado.

-- Entonces, déjenme ver si entendí.

Sentados en círculo en una alfombra, con una mesita llena de platillos de pasta y carne, y varias latas de soda, conversaban.

-- Xie Xie está atrapado en las garras de un tipo sexy-

-- Obsceno -- interrumpió Mu Qing con un fideo en las afueras de su boca.

-- Bien, un tipo obsceno. Y ambos salieron de un almacén de la Universidad. Y el tipo sexy claramente tiene perversas intenciones con Xie Xie.

-- Es malvado. Debemos alejarlo de Xie Lian -- gruñó Feng Xing.
Pei Ming los miró, y se burló de ellos.

-- Chicos, lo están pensando demasiado. Tal vez ama mucho a nuestro amigo, y los ve con celos. Es el amor. Déjenlos ser felices.

-- ¡Imperdonable! -- una lata de soda vacia rodó por el suelo.

-- Ah, yo no me opongo. Recuerden que no dije nada ni los critiqué cuando los sorprendí haciendo cosas en la cocina. Aunque ya sabía que ustedes eran pareja desde antes.

Los otros dos no pudieron decir nada. El color subió a sus rostros, Pei Ming tenía... sólo la mitad de la razón.

-- No- nosotros no somos pareja...

Al no recibir objeciones, Pei Ming sonrió victorioso, y le dio un último sorbo a su lata de soda.

-- Entonces, pensemos en algo para llevar a casa del señor Wu el domingo.

Dicho esto, se retiró a su habitación. El departamento que alquilaron era espacioso, con dos habitaciones; una para Pei Ming y otra para Feng Xing y Mu Qing. También tenía baño completo, cocina y sala, suficiente para tres hombres en sus veinte.

-- ¡Tsk! Maldito Pei Ming, traicionero. No entiende la gravedad del asunto. Hey, tonto, ¿estás escuchando?

Mu Qing en efecto no lo escuchaba, concentrado en terminar un empaque de dulce gelatina. Feng Xing frunció más el ceño irritado. Se acercó al otro y sin previo aviso tiró del claro cabello del chico, dejando su pálida garganta a la vista, y mordió suavemente su elegante manzana de Adán, dejando una marca de dientes roja.

-- Hgnh, suéltame animal.

Mu Qing luchó por zafarse, gruñendo por la sensación incómoda. Feng Xing jaló aun más el cabello entre sus manos hacia atrás, hasta que Mu Qing quedó presionado en la alfombra.

-- Cierra la boca, feo. Es tu culpa por no hacerme caso.

Hace 5 años, mientras peleaban porque uno empujó al otro, pasó algo extraño. Sus ojos se encontraron en medio de la pelea, y permanecieron así un buen rato. Las miradas cristalinas brillaban entre ellos y, como una ilusión, unieron sus labios. Luego separaron sus labios en una mueca de asco, pero sin más, sus ojos se encontraron y volvieron a besarse. Entregando mutuamente su primer beso a los veinte años, abrieron sus bocas y corazones, e intercambiaron sabores con la lengua, hasta que ambos jadearon, sólo para continuar con el apasionado beso.

¿Siempre peleaban? Si. Pero nunca se odiaron. Con cada golpe o mala palabra que se dirigían, también entregaban sus tímidos sentimientos, y se sentían vacíos si no estaban juntos. Ya se entendían perfectamente. Y ese día, dejaron de negarse y demostraron su corazón plasmado en sus cuerpos.

Perdidos en la euforia, desgarraron su ropa sin separar sus labios ya rojos e hinchados. Un pequeño hilo de saliva se notaba en el mentón de Mu Qing, dándole más atractivo a su coqueta figura. Ya desnudos, tocaron sus cuerpos, deslizaron los dedos y probaron sus pieles, extasiados en la felicidad de ser correspondidos.

¿De Quién Es El Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora