Cap 44

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Una semana antes de la boda.

Jun Wu visitó a Mei con bastantes latas de cerveza en sus manos. Después de seis meses de haber conocido al amor de su vida y de no digirirle la palabra a su amigo, se dignó a revivir viejos tiempos.

Mei abrió la puerta. Se veía un poco más delgado y sus manos temblaban.

-- ¿Mei? ¿Estás enfermo?

-- Uh... no.

-- Perfecto, entonces vamos a festejar.

El chico sonrió débilmente en tanto lo dejaba pasar.

¿Qué había que festejar?

La noche se mostraba tan pálida y tranquilizante, Jun Wu ebrió bromeaba y no paraba de hablar de la mujer de sus sueños.

-- Es tan dulce y hermosa, sus ojos son tan bellos y sus labios tan suaves. Una verdadera dama. Mei, tu amigo es el hombre más afortunado de la tierra. Mis hijos con ella serán los más apuestos.

-- Ya no bebas más, estás completamente ebrio.

-- Claro que no -- su voz hilarante y el hipo lo delataban -- Ten, bebe tú también, aún queda mucho.

-- No gracias, no me gusta el alcohol.

-- Eso no importa, tienes que beber conmigo.

-- No-

La voz de Mei pausó, y su cuerpo entero se tensó. Jun Wu llenó su boca con cerveza y besó al otro chico. Su pecho subía y bajaba salvaje, y mientras sentía el amargo sabor de la bebida, también lo intoxicaban sus ocultos sentimientos. Pasó algún tiempo para reaccionar y apartar a Jun Wu.

-- ¿Qué acabas de hacer?

Pero el otro no le dio importancia y continuó bebiendo. Cuando ya no pudo siquiera ponerse de pie, empezó a dormitar.

-- Mei... cama.

-- Bien bien, vamos, te llevaré a mi cama.

Con la poca fuerza que tenía lo arrastró hasta la cama, lo acomodó entre la colcha y suspiró agotado.

-- Estaré durmiendo en el sofá. Cuando estés más tranquilo lava tu cara y ve a tu casa. Tu prometida debe estar preocupada por ti.

-- Mei...

La mano de Jun Wu alcanzó la del joven y lo jaló hasta quedar recostado en la cama.

-- ¡Wah!

-- Mei, eres esponjoso.

Sin decir más, lanzó otro beso en los labios del chico. La felicidad brotó de nuevo, al igual que la culpa.

-- Jun... reacciona, no deberías hacer esto.

-- ¿Te gusto cierto?

Los ojos de Mei se agrandaron. Jun Wu se posó encima de él.

-- Eso no...

-- Lo sé bien. Incluso si lo niegas, tus mejillas están demasiado rojas.

En efecto, el rostro de Mei se veía tan rojo y alterado. El hombre sonrió.

-- Siempre eres tan bueno conmigo.

Se inclinó de nuevo y besó al joven con pasión. Mei tenía un remolino en la cabeza; estaba feliz por las palabras de Jun Wu, los besos que recibía eran dulces y sus manos buscaron la espalda firme del otro para sostenerse. Al mismo tiempo, sabía que sólo se trataba de una ilusión, una mentira cubierta de miel. Su amigo no estaba actuando con claridad, pero él era más que consciente de que todo era un error. Le estaba fallando a su amigo, a la chica que le arrebató su única felicidad y también a su propio corazón. Cuando Jun Wu comenzó a desvestirlo, emociones reprimidas como la envidia, la tristeza, la soledad y el deseo de estar con el único amor de su vida salieron a flote y nublaron su juicio.

Ahora, debajo del bello inmortal, Mei sólo podía gemir de placer y extasiarse de una profunda alegría, que incluso el dolor de ser fuertemente penetrado le causó una sensación reconfortante. Sus piernas temblaron y fueron retenidas para que recibiera todo lo que empujaban en su interior. Darle a su ser amado todo de él, hasta el más mínimo centímetro de piel, y demostrarle sus verdaderos sentimientos con besos y caricias le permitieron levantar aunque sea un instante los pies de aquel jardín de espinas.

No había razón por la que arrepentirse si al final entregó cada cosa preciada a esa persona. Y cuando el sueño termine, el mundo ya no será tan oscuro como lo vio siempre. Estiró tímidamente sus muslos, y sus dedos se clavaron en la espalda de Jun Wu, entre sonrisas débiles y efímeras lágrimas unió sus labios y permitió que el otro se apoderara de su cuerpo entero.

Aunque sea sólo una vez; aunque al final todo resulte un desastre, y sea rebajado; aunque esté cometiendo el peor error de su vida, en su pecho había calma. Segundos que nunca olvidaría.

Por supuesto que a la mañana siguiente ese sueño terminó, y de la peor manera.

Jun Wu no podía pensar en otra cosa, resultado de la rabia incontenible por amanecer desnudo y en una situación obvia y difícil de creer. El tercer puñetazo hizo sangrar el labio de Mei.

-- ¿¡Cómo te atreviste!? Eres un maldito manga cortada. Justo cuando voy a casarme con mi amada te aprovechas de mí. ¡NianQing, me repugnas!

-- ¿Dices que me aproveché de ti? Ciertamente ambos tuvimos la culpa.

-- ¡Ja! -- Rió Jun Wu enloquecido -- Nunca en mi vida me rebajaría a dormir con un hombre, y mucho menos si es un perdedor como tú.

Las lágrimas de Mei estaban a punto de salir cuando Jun Wu lo tomó por el cuello de su delgada camisa.

-- Mei NianQing, debes odiarme demasiado como para burlarte de mí una semana antes de mi boda. ¿O acaso es envidia?

En ese momento, el impulso vino y Mei lo empujó tan fuerte como pudo.

-- ¡Si! Por supuesto que es envidia, lo és absolutamente. Todos estos años escondí todo aquello que no querías ver, siendo tu sombra y la alfombra que pisabas. ¿Crees que hice todo eso porque te odio? Eres un idiota.

La última palabra fue puntuada con un golpe de escaza fuerza que apenas movió a Jun Wu, para después romper en llanto y apretar con sus delgadas manos la ropa arrugada del hombre.

-- Jun Wu, esto es algo asqueroso para tí, si piensas que lo de ayer fue algo que yo provoqué y quieres hundirme hasta la desesperación, yo todavía te amo.

Los ojos del otro se abrieron de par en par.

-- Si, te amo tanto. Al principio te miraba sólo porque eras apuesto, pero de un instante a otro ya no podía apartarte de mi cabeza. Incluso si eres una escoria cruel y orgullosa, aún puedo decir que te amo. Y para que lo sepas, eso es lo único que fue por completo mi culpa.

Jun Wu no pudo decir nada, sólo quería huir ahora. Se soltó del agarre de Mei y se tambaleó.

-- Mei... te odio, no quiero volver a verte nunca más. Me das asco.

El rostro del joven se levantó y lo miró fijamente. Sus ojos claros parecían cristal vacío, y su sonrisa ya no fue tan brillante.

-- En verdad eres la persona más cruel que haya conocido.

¿De Quién Es El Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora