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Amigos.

Tomó la cuchara sin ganas, el sabor de la comida era lo menos apetecible cuando estaba presente esa mujer de curvas definidas y ese señor de canas. Su padre que estaba atento de sus movimientos era consciente que su hija estaba perdida, era lo que más quería, pero a veces no sabía como hablar o acercarse a ella sin que tuvieran una discusión acerca de su madrastra o por culpa de su madre. Las discusiones eran tan frecuentes que incluso podía decirse que era más normal que hablar en armonía.

— Basta — ordenó, él ruido de la cuchara cayendo en el plato le comenzaba a fastidiar y el rostro de su hija con una mueca le comenzaba a dar un dolor de cabeza — deja de jugar con la comida como si fueras una niña pequeña.

Ella no hizo casó y siguió moviendo de su comida con el cubierto. Esta vez no era culpa de Lee estar de mal humor o ser ante su padre una mimada, porque vamos jamás había actuado de esa forma y la primera vez que ella se comportaba de tal manera su padre no trataba de hablar con ella para comprenderla sino para regañarla. Era mejor domar a su hija que entender su comportamiento.

Yonhae estaba cansada sin ánimos de nada y su padre salo sabía enfadarla y hacerla sentir como una basura. ¿En que mundo se vive si ni tu propia familia te escucha?

Ella no necesitaba que estuvieran todo el tiempo encima como una bola de insectos, sino necesitaba un poco de compresión a su sentimientos; ella deseaba llegar y contar su día a día, lo frustrante que podía ser, tener que lidiar con accionistas, empleados, reporteros, tener que firmar papeles y gastar la vista leyendo cada una de las peticiones que las personas pedían, tantas cosas que solo deseaba desahogar para liberarse de un malestar ella no pedía el tiempo completo de su padre sino una mínima parte.

— ¡Lee Yonhae! Basta con ese comportamiento absurdo, pareces una niña tratando de jugar con esa cuchara — miró a su hija con desgane al no obtener su atención — ¿por qué no puedes madurar? ¿Eres idiota?

— ¿Y por qué no lo has hecho tú? — respondió sin quitar la mirada del plato — sales con una mujer que puede ser tu hija, creyendo que eres un tipo joven — susurro tratando de haber sonado lo más bajo, pero que al final no resultó pues su padre logro escuchar gran parte de su oración.

El señor Lee apretó la servilleta y de reojo notó como GyeongHui tomaba su mano para calmarlo. Suspiro, esa mujer lo era todo para él.

Cuando la conoció no pensó que se iba a enamorar de ella, solo sucedió y ya. GyeongHui tomaba el camión para busan, pero una mala tormenta hizo que el autobús jamás llegara y ella pudiera lograr encontrar a su arma, el señor Lee.

En sus planes no estaba ir tras la herencia de Yonhae después del accidente, tenía algo de dinero que le había robado a Yonhae antes de su tragedia. O bueno al menos para vivir la mitad de su vida en lujos y riquezas, pero mágicamente el hombre la encontró en la tormenta y la rescato como si de un flechazo esa mujer hubiera enamorado su ser.

— Cariño no te enojes con ella sabiendo que el problema soy yo — bajo la cabeza como si estuviera arrepentida, aunque claro ésta que GyeongHui jamás se arrepiente se nada — Hae debe estar cansada, tal vez su apetito vendrá más tarde — trató de sonar como una madre, pero para a oídos de Lee se oía como una víbora arrastrando la cola.

— No, ella debe entender que no puede hablarle de esa forma a la mujer que amo. — sonó dulce al mirar a su mujer — Yonhae es una maldita caprichosa buena para nada. Ni una empresa sabe llevar, ¿notaste que las acciones bajaron? — río amargo — dime si eso no son tonterías de niñas caprichosas.

Tragó duró la joven mujer, soltó la cuchara haciendo sonar el enorme comedor.

Dolor.

Estaba dolida por las palabras de su padre quien aparentemente debería estar protegiéndola y no menospreciar su trabajo por una mujer que no era parte su familia, GyeongHui para ella significaba odio y rencor porque desde que ella puso un pie en esa casa su vida se vio en un infierno.

TRAICIÓN 반역 Completa✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora