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Gracias.

La buena brisa pasando por sus rostros, el sol de la mañana en su mayor resplandor, ¿Qué más podía pedir Jeon Jungkook cuando tenía todo? No se podía quejar ahora que parecía no solo ver el cuento desde la perspectiva del narrador, no ahora que lo estaba viviendo por si mismo.

Una semana, dos semanas, incluso todo un mes Serca de Yonhae y todo parecía que valía la pena, salían a la terraza por las noches, bebían café mientras contaban sus peores tragedias y sus momentos mas vergonzosos, incluso ahora podían jugar y ver cómo la música solo fluía en ambos. La formalidad se había perdido, lo constante era hablarse de tú, aunque Jeon fuese mayor que Lee él había tomado esa libertad para que ella dejara de hablar por su apellido.

— Yonhae — llamó Jungkook y al momento Yonhae volteo.

Como antes se había dicho el día era bello sea como sea el hospital no solo era para curar enfermedades o heridas sino también a las personas; cuando mirabas a otras personas o le pones atención a lo que jamás te importó te das cuenta que a veces como sociedad no somos los mejores, pero con un poco de calidad humana el mundo puede mejorar.

— Jungkook

— Hace unos días en la terraza te pregunté... ¿Cómo podía pagarte todo?

Yonhae asintió con una sonrisa al recordar la noche anterior dónde ambos habían quedado dormidos en el frío sin darse cuenta que la puerta había sido cerrada, dejando ha ambos solos a luz de luna.

— Lo recuerdo y te dije que no era nada. Es gratitud Jungkook.

Nervioso Jeon saco una pequeña bolsa, no era mucho, pero algo en el fondo de Jungkook sabía que le iba a agradar. Tal vez era un rufián, un tipo de malos sentimientos e incluso un mal amigo, pero sabía cuándo debía agradecer y más si era una persona importante.

— cierra los ojos — Incrédula Yonhae subió su ceja derecha, pero de igual forma lo acepto. Apretó sus ojos hasta sellarlos — ahora, pon las manos al frente. — Hye sin reproche hizo lo que Jungkook indico.

Suave, esponjoso y de varios colores, así lo describiría Lee cuando Jeon le dijo que abriera sus ojos. Hace tanto tiempo que no veía uno de esos e incluso podía jurar que ya no recordaba el sabor de un algodón de azúcar.

Algo muy adentro de ella las hizo recordar, su niñez, un sentimiento extraño. Por algún motivo estaba fascinada con un algodón de azúcar. No lo iba a mentir era su favorito, pero no sabía por qué Jeon sabía aquello. Jamás dijo su debilidad por los dulces.

— ¿Cómo lo supiste? — ella miraba encantada ese algodón pues había pasado tanto tiempo desde que alguien se había dignado a darle un caramelo.

Ella se sentía aún una niña pequeña en el cuerpo de una chica de 24 años con la diferencia de que ahora solo tenía que actuar, ser madura y responsable ante el mundo.

— Intuición, solo tal vez eso, intuición — sonrió — no es mucho, pero al menos tendrás algo de azúcar en la sangre — saco un suspiro liviano — últimamente veo tus mareos, tu débil caminar y no es por nada, pero si sigues comiendo mal enfermeras. Tu presión baja y es porque no comes nada y te la vives con estrés — giro su torso a ella notando como  Yonhae solo moría por comer aquel algodón — debes comer bien sino ahora tu estarás aquí en el hospital y eso solo te provocará otro disgusto.

— Perdón — tocó su pecho con indignación — ¿Qué dijiste? ¿Disgusto?

— así es — asintió moviendo su cabeza de arriba ha abajo— Venir a los hospitales para ti es un reto, no creas que no e notado como odias ver la sangre, te causa terror el tan siquiera ver ese líquido al momento que la aguja la absorbe, el ruido de la máquina es un caso porque te pone de mal humor o melancólica, pero sin embargo sigues aquí visitando a este desgraciado.

La pobre chica solo rasco su brazo con nerviosismo, la había cachado en esas semanas. Era cierto no toleraba ni el olor, pero no por quejimbrosa, si no porque los hospitales eran como una fobia para ella. Los odiaba y nunca se cansaría de decirlo porque allí había pasado los peores días de su vida, medicinas, tratamientos, estudios y todo en un mundo fuera de la realidad.

— Nunca me equivoco — dijo victorioso Jungkook subiendo su pecho y cruzando sus brazos — ahora come tu algodón, la mañana es hermosa como todo lo que me rodea y no quiero que nada deje de lucir tan perfecto.

— Gracias — mordió su algodón — por alegrar mis días, Jeon Jungkook.

— ¿alegrar? — preguntó curioso

— Desde que te conozco ya no solo me concentro en mi sino en las demás personas que me rodean, Gracias Jungkook

Ambos siguieron mirando el pequeño concierto que sedaba en el patio del hospital. No era mucho, pero el saber cuánto apoyo podía tener del uno al otro era de verdadero valor. 

Yonhae había conocido al tipo detrás de la máscara y Jungkook había dejado de fingir algo que por años mantuvo. Comenzaban a conocer sus debilidades como sus fortalezas. Lee podía ver qué detrás de ese hombre agresivo y serio solo existían un tipo que había perdido todo a manos del destino; su madre, su padre, su hermano y su hermana de la cual está última sería la clavé para que yo Hye lograr hacer feliz a Jungkook.

Ya no solo se trataba de hacer eso por ella si no por alguien que comenzaba a estimar de una forma inusual.

— Gracias Yonhae — murmuró sin evitar quitar la mirada que tenía en ella. — Gracias por rescatarme de este vacío.

TRAICIÓN 반역 Completa✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora