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Llamativo y caro.

Las fuertes pisadas resonaban en el suelo, las voces se volvían menos evidentes, las filas de personas en cada extremo de la puerta mostraban que algo nuevo estaba a punto de suceder.  Los trabajadores fingieron una sonrisa para lucir más agradables, arreglaron sus uniformes como sus insignias colgando del lado izquierdo de sus pechos.  No debían fallar y más en ese día que era uno de los negocios más esperados del país.

Cuando todos pasaban con una melodía suave, la puerta se abrió con un resplandor enorme, los hombres tragaron saliva, las mujeres apretaron el vientre y los sujetos caminaban con una presencia que te hacía decir: hoy no voy a dormir.

Eran cuatro hombres, pero uno en particular llamó la atención de los tres restantes, sonrió cortésmente a las personas que lo miraban, caminaba con porte elegante, su ropa era obviamente cara y su rostro no era más que un claro ejemplo que no era cualquier hombre fingiendo estatus, era un chico guapo y joven que podía hacerte ver las estrellas al ver sus ojos azules (obviamente todo el producto de las pupilas puestas hace unos segundos)

— Bienvenido Joven Kim — dijo cada trabajador cuando caminó hacia el enorme ascensor — Ojalá su estadía sea la más placentera.

Agradeció con una pequeña reverencia. Unos minutos después de caminar unos pasos, un anciano que parecía un líder se acercó a él, le estrechó la mano seguid de un pequeño abrazo de bienvenida.

— Kim ha crecido —  dijo — Pensaba que tu padre vendría en tu lugar, normalmente se negaba a venir, pero ahora veo que has tomado otra disposición en esta nueva etapa.

— Señor Lee, es un placer volver a verlo — asintió unos segundos después de separarse — esta vez mi padre no pudo venir por problemas de salud, pero estoy aquí para establecer ciertos negocios.

— Lo sé, adelante — se ajustó el traje y le dio paso a Kim para que entrara al ascensor.

El momento era incierto, pero rápido cuando menos lo esperaba.  Había pasado tanto tiempo desde la última vez que lo habían invitado a una de esas pequeñas reuniones que tenía un hombre como el Sr. Lee, normalmente su padre era el que participaba en esas reuniones, pero como estaba enfermo nadie podía hacerse cargo de la cadena hotelera y la agencia de modelos que dirigían. Fue entonces que Kim tuvo que empezar a encargarse de todo, dejando su trabajo como modelo desde hace bastante tiempo, incluso algunos de sus fans estaban peleando para que dejara de ser explotado de esa forma, para todos era ridículo que un chico como Kim se casara con una mujer mayor por mero compromiso ya que ya no estaban en la época medieval sino en la década del 2000, era terrible que tuviera que tener tanta responsabilidad cuando solo tenía 23 años.  No se lo merecía porque todavía no disfrutaba al máximo de su vida.

— Llegamos, adelante joven Kim — aviso el Sr. Lee cuando estaban en el último piso del edificio —Quiero discutir varios temas, especialmente el que tuve con su padre.

Entraron en una enorme oficina, una vista a los suburbios y sillones de color marrón oscuro diseñados por los artesanos más reconocidos del país.

— Tomé asiento — ofreció el Sr. Lee — como dije hace unos momentos estaba ansioso por esta reunión. — El hombre dejó una botella de whisky en la mesa, la sirvió en los dos vasos y bebió — Pero primero quiero saber tu respuesta, tu padre dijo que no procesaría si no estabas de acuerdo.

— Es un tema que estaba en discusión — sonrió mostrando sus dientes blancos — Pensé las cosas con mucho cuidado y creo que todo se puede hacer en el momento oportuno.

— Entonces es un No — resopló —  están perdiendo una valiosa inversión.

— Nunca dije que no —  contradijo — la idea de que representes a nuestras modelos con tu línea de maquillaje me parece perfecta y no es un tema para discutir.

El Sr. Lee chasqueó la lengua y empujó su mejilla.  Le gustaba ese chico porque muy internamente le recordaba sus años de juventud, ese carácter y esa astucia que le gustaba porque era como mirarse en el espejo pero más joven.

—Entonces, ¿qué los detiene? — se reclinó en su sofá.

— Su hija es la razón por la que esto está en discusión.  No puedo obligarla a casarse cuando sabemos bien que ella no está interesada en mí, y mucho menos que acepte un matrimonio de conveniencia.

— Mi hija aceptará así que no debes tener cuidado.  Es más, puedo llamarla y casarla contigo ahora mismo — sugirió — no es una barrera.  Además, es una condición que puse para que el contrato funcione.  Todos ganamos siendo dueños de todo.

— No me está entendiendo.

— Entonces explícame, claro y fuerte, porque no dejaré que nuestros legados se una sin un matrimonio de por medio.  Es todo o nada.

—Quiero conocerla antes de que sepa toda la verdad....

TRAICIÓN 반역 Completa✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora