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No vaya a ser - Pablo Alborán

- Te he extrañado Sara

Cuatro palabras, cuatro palabras que me han dejado helada, completamente en silencio, tomo la taza y la acerco a mis labios, enseguida bebo del café.

- ¡ Cuidado está caliente! - dice el

Pero ya es tarde me he quemado la lengua, me empiezo a echar aire con la mano, me he quemado.

- Tranquila , ya pasará

Lo alejo de mi, lo miro con los ojos muy abiertos, esto me está sacando de contexto.

- Explicate - pido

Siento el ardor en la lengua y en los labios aún, pero mi confusión es mayor.

- Sara, sé que para ti esto es raro y debo admitir que para mi también, cierto es que no nos conocemos de mucho y que fue culpa mía la perdida de tu trabajo, lo lamento mucho en serio y la verdad es que te he tratado de esta manera por que me he estado protegiendo, no quiero sentir cariño o aprecio por nadie, he estado muerto por dentro desde hace 5 años y es que así todo ha estado genial, no me enamoro, follo por follar y es bueno, no soy un hombre honesto, no soy el mejor, ni siquiera soy totalmente honesto ahora, pero Sara cuando no te vi en el auto me sentí mal, tenía la esperanza de encontrarte aquí-  me mira

Es como si me pidiera permiso para continuar con su discurso.

- Adelante - lo animo

- Y cuando no te vi algo dentro de mi se movió

- Pueden ser párasitos intestinales

Pone una cara aun más seria ante mi mal chiste.

- No, Sara, no son párasitos intestinales, me refiero a que sentí culpa, me imaginé lo peor, estabas sola, sin dinero, sin celular, sin un lugar al cual llegar y solo habías comido un desayuno, tal vez no debí ser tan malo contigo, creo que mis demonios del pasado no deben afectar lo que sea que tengamos y tenía la esperanza de que llegaras al día siguiente, pero no pasó

- Esa no te la creo, en serio, no creo en lo que dices, Diego me odias, desde el primer momento que me viste, sé que lo tenías planeado y que nada fue obra del destino

Mis palabras lo dejan callado.

- Es cierto, no lo niego, era un trabajo que tenía que hacer, pero después te vi ahí, toda inútil y creo que por eso no te dejé, originalmente el plan era que murieras, estoy metido en problemas por no haberlo hecho

Sus palabras me dejan callada, lo veo a los ojos, prece honesto, todos lo parecen, hasta que algo malo sucede.

- ¿Quién te contrató?

- No lo sé, solo me dio instrucciones, te seguí y sabía que eras tu mi objetivo

- Y ahora sientes algo por mi, que cliché, el asesino se enamorado de la posible víctima

- Yo no diría que enamorado, solo me atraes, me gustas y ya

- Sigo sin creer que te gusto, creo en eso de que me debes asesinar y posiblemente estar bajo el mismo techo te permite observarme

- No te haré daño

- No, no creo que lo hagas, no de manera física, pero tus palabras suelen lastimar mucho, tu indiferencia puede matarme y la verdad es que no estoy dispuesta a perder lo único que he tenido estos años y eso Diego, es mi estabilidad emocional, para mi las palabras no valen nada, los hechos son los que me demuestran las  cosas

- Entonces te lo demostraré,en serio, lo haré

- Suerte con ello Diego

- Sara ¿Tan difícil es creer en mi?

- Si, los sere humanos siempre mentimos, no hay nadie que sea realmente honesto y tu menos, algo me dice que no confíe en ti, ni en tu palabra, ni en tus acciones

La cara de Diego parece sincera, algo me dice que debo desconfíar en el, no soy la chica deseosa de amor, no soy la chica invisible que de pronto se vuelve visible y tiene la atención de todos, sé que Diego no va a cambiar por mi, por que el es quién es y sé que tampoco nos merecemos un no por respuesta.

-  Tienes una oportunidad Diego, no lo eches a perder, no lo arruines, no soportaría enamorarne para después ser herida, no estoy en edad de perder el tiempo

Diego de acerca a mi, su rostro está tan cerca del mío que nuestras respiraciones se hacen una, ladeo un poco la cabeza y entre abro los labios, la lengua de Diego rosa mi labio inferior, el pulso se me acelera y todo se detiene, es el momento en el que puedo sentir como mi cuerpo pide por el y mis labios desean sentir sus labios.
Eleva una mano y me acaricia la mejilla, tengo los ojos entreabiertos puedo ver sus labios, me aventuro y mi lengua rosa su labio inferior, acerco mi rostro, no puedo esperar más, mis labios atrapan su labio y succiono, el suelta un suspiro, tiene los ojos cerrados.

- Sara, no juegues conmigo - dice

Su voz suena tierna, algo extraño en el ya que siempre lo he sentido arisco, severo y bastante grosero.

- No lo hago - susurro

Nuestros labios se funden en un beso totalmente lento, algo suave, no es como ñas veces en las que hemos follado, es algo sin algo de tensión sexual, no, es algo nuevo.
Deja de besarme, su rostro está sonrojado y apuesto a que el mío también, se acomoda en el sofá y me invita a recostarme en su pecho, en verdad necesito algo de paz y tranquilidad y el me la está dando ahora.

- Sara, solo quiero que me prometas  una cosa

- Ahora hasta puedo prometerte matrimonio, amor eterno y eso si gustas

- Deja el sarcasmo

- No lo estaba usando

- Quiero que prometas que creerás en mi a pesar de que todo esté en contra mía

Elevo la mirada, en su rostro se puede ver que lucha una batalla interna, algo no lo deja, sé que no está siendo honesto del todo y yo tampoco lo soy.

- Sara, responde

- ¿ A qué te refieres?

- Solo te estoy pidiendo que me hagas una promesa Sara ¿Es tan difícil hacerlo? - dice con preocupación en su voz

- Creo que una vez firmado el contrato se deben aceptar las letras pequeñas, así perjudiquen a cualquiera de las dos partes

El EstafadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora