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Estoy en la oficina de la abuela, este lugar me hace sentir enferma, detesto estar aquí y verla a ella, pero el día se llegó y tengo que comparecer ante ella.

- Aquí estoy abuela, ha pasado un mes, estoy lista para hacerme cargo de esto

- En la tarde iremos a una comida, ahí estará tu prometido, se jugarán amor eterno, te dará el anillo y en dos semanas te casarás

- Bien, a decir verdad no me interesa quién sea

- Lo conoces bien, solo prepárate para el

Asiento.

- Vale abuela, como usted diga

- Es lo menos que puedes hacer, por tu culpa murió mi nieta

- Ojalá hubiera muerto yo

- Pero no fue así

Me levanto de la silla y me voy de la oficina de la abuela, necesito aire, todos me miran de manera extraña aquí, creo que jamás seré bienvenida a este mundo.
Las secretarias dicen cosas a mis espaldas, los ejecutivos no quieren ver mi cara, pero tengo un título dónde dice que soy arquitecta y que sé manejar una constructora.
Y aunque me guste más ser abogada no siempre puedo jugar a ser una niña, además se lo debo a Sara.

En el auto pienso en ella, si estuviera viva ella ay yo seríamos inseparables, tal vez ella se haría cargo de la empresa, a ella le pertenece, no a mí.
Llego a mi apartamento, es muy grande para mi sola, es igual de inmenso que el de Diego, que el de Dom.
Espero que estén bien, a noche fue, fue genial,creo que fue una gran despedida para mí.

Comienzo a acomodar mis cosas en mi habitación, aún no he podido acabar, esto me ayuda a no pensar en nadie.

Lo de mi prometido me da igual, no me interesa nada de él, ha de ser un chico mimado que solo se casa para obtener la herencia familiar o algo así, espero no desee tener hijos, o mejor dicho espero que no nos obliguen a tener un bebé.

Deshago la idea de mi cabeza y termino de guardar mis cosas en el clóset, busco un vestido para ir a la comida, pero después desisto, iré con un pantalón de mezclilla y una blusa, no es como que sea algo importante para mí.
Me alisto para salir a comer con mi familia, reviso que todo en la casa esté en orden, salgo de la casa y me encamino al restaurante en dónde la abuela dijo que sería la comida.
El auto que me ha dado la abuela es lindo, es un mini Cooper, de color negro, es bonito, eso sí se lo agradezco, al menos ya no tengo que tomar el autobús.

Llego la restaurante, dejo mi auto la chico del valet y sigo hacia adelante, entro a lugar y todo está elegante, por un instante siento que desencajo en este lugar, siento que he venido la lugar equivocado, aún así, no me interesa, entre más rápido acabemos con esto mejor.
Entro al restaurante, el chico que atiende las reservaciones me mira con ojos de no entender que hago aquí.

- La Señora Olvera me espera - me sigue mirando, llevo ropa muy casual para la ocasión - soy Sara Olvera, mi abuela me espera

El chico asiente y me conduce hasta llegar con mi abuela, lo vuelvo a decir, creo que me he equivocado de atuendo, todos están lindos y presentables, yo soy la rara.

Llego hasta la mesa de la abuela, ella me mira con desaprobación, me encojo de hombros y me siento frente a ella, en la mesa hay dos mujeres más y un hombre, los conozco perfectamente.

- Señor y Señora Klein, un gusto verlos - digo con suma hipocresía - Melanie

- Es un gusto verte Sara - dice la señora

- Un gusto verte Sarita

Melanie me odia, creo que ya sé quién es mi prometido, logró lo que quería después de todo.

El EstafadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora