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Espero en mi habitación, sin mis manos al cien porciento  me siento muy inútil, he arreglado las cosas vía telefónica con el jefe y tengo que ir a ver a los chicos, tal vez estén preocupados por mi, después de todo no llegué a dormir. 

- Todo está en orden, ya podemos irnos - dice Diego

- ¿Cuánto tiempo tendré estas cosas? - pregunto 

- Calculo que una semana, no fue muy grave, pero es para evitar una infección, en ese tiempo te cuidaré - dice sonriendo 

- No me acostumbro, lo siento pero me siento extraña, siento que es un sueño ya que me despertaré y volveré a mi realidad 

- Elizabeth, sé que no he sido el mejor, créeme que a mi también me está costando entender este sentimiento de nuevo, creo que ambos tenemos miedo a ser lastimados, pero hoy siento que es distinto, te ves mes tranquila después de sacar todo eso de tu sistema y yo estoy aquí para ti, estoy aquí contigo, no planeo dejarte sola

- ¿ Y si regresa tu memoria y todo cambia?

- ¿ Y si no regresa? 

- Pero... 

- No digas más, estoy aquí, estás aquí y es momento de dejar todo de lado, es momento de que luchemos juntos, tengo una idea para que Sara se vaya de nuestras vidas al igual que la familia Olvera, de camino a casa te cuento 

- Sí, pero tengo que hacer algo primero, tengo que ir a casa, iré por unas cosas y a hablar con los chicos 

- Entiendo, de camino te acompaño, no quiero que algo te pase 

Asiento. 

Diego y yo salimos de la habitación, esto es bastante extraño, pero me gusta estar con el, creo que a pesar de que esto no comenzó como un romance normal ambos sentimos algo el uno por el otro,  él tiene razón en que no deseo que me lastimen, una vez amé a Erick, creí que era alguien para toda la vida, pero era joven, era inocente, creía que el amor entre dos personas era eterno, ahora entiendo que alguna vez tal vez acabe, pero al menos quedarán los momentos felices. 

- Esto no va a acabar - Diego interrumpe mis pensamientos 

- ¿ Y si un día ya no me quieres? 

Diego sonríe. 

- De un inicio no te quería, así que tranquila no pasará nada 

- Pues yo tampoco te quiero - digo 

- Lo sé, solo que a ambos nos costará decir la palabra con "a" 

- Eso parece - respondo 

Llegamos hasta el estacionamiento, Diego localiza su auto y me abre la puerta, me gusta esto, Diego pasa al asiento del conductor, enciende el auto y salimos del hospital, de camino ambos vamos en silencio, pero no es incómodo, creo que es un silencio bastante apacible. 

- Deberías darme la dirección - dice 

- Claro 

Le doy la dirección de la casa, debo decir que es un barrio algo pobre, no hay lujos ahí, pero es bastante apacible, me pude refugiar ahí y sentir que podía ser libre, pero no pude, no me sentí tranquila paro al menos he podido pensar mejor las cosas. 

Entramos al barrio, mientras pasamos todos admiran su auto, si es bonito, pero tiene también esa carga de lujo, Diego y los demás nunca pasan desapercibidos, siempre son el centro de atención. Pronto llegamos a la casa, Diego se estaciona y me mira, hay niños jugando. 

- Puedo ir sola - digo 

- No, no puedes, tus manos no son muy útiles y no podrías hacer mucho 

El EstafadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora