Capítulo 45

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Finalmente el día había llegado, el día que tanto había anhelado desde hacía ya mucho tiempo atrás, el día en que el nuevo teatro abriría sus puertas en la ciudad y con eso también llegaría su oportunidad de audicionar, de mostrar su pasión no solo para la actuación sino que también para la danza y el canto. Era lo que más amaba hacer, algo que le transmitía una sensación de felicidad tan grande que incluso lograba que olvidara todas sus dificultades y sus penas.

De solo cerrar los ojos ya podía imaginar aquel maravilloso lugar, imaginarse sobre un amplio escenario recibiendo los aplausos de la multitud al ser reconocido como uno de los más grandes artistas de todos los tiempos y es que para una persona como él... ese era un sueño muy amplio, tal así que muchas veces le dijeron que debía darse por vencido, que solo era una pérdida de tiempo y que debía poner los pies sobre la tierra en lugar de cantarle a la luna.

Estaba decidido a hacer que todas y cada una de las personas que querían verlo fracasar se arrepintieran de ello, personas sin sueños ni aspiraciones como su estúpido jefe quien ahora no dejaba de gritarle por haberse tendido a tomar un pequeño descanso.

-Te pago para que le des de comer a los cerdos y limpies los establos, no para que te tires a mitad del día a tocar la guitarra

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-Te pago para que le des de comer a los cerdos y limpies los establos, no para que te tires a mitad del día a tocar la guitarra.

-Señor, no he dormido en toda la noche para adelantar el trabajo del día. Prometió que me dejaría ir temprano hoy si lo hacía.

-¿Por tu estúpida audición? Aprende que la vida no es justa y además ¿Qué te hace creer más especial que los cientos de idiotas que irán a presentarse?

-Pero...

-Pero nada, hoy saldrás a la misma hora de siempre.

-No llegaré a tiempo...

-Y créeme que me agradecerás ahorrarte la humillación aunque... también puedes irte ahora mismo si quieres pero no creas que tendrás trabajo otra vez aquí o con alguno de los otros terratenientes, les diré que eres un bueno para nada.

-Comprendo... - Aunque le hubiera gustado maldecirlo en miles de formas tenía razón en que nada aseguraba que quedara seleccionado y aunque así lo hiciera no era como si de inmediato pudiera ganar dinero, la única realidad allí era que necesitaba trabajar.

Apenas ese hombre lo dejó en soledad, dio una fuerte patada al leño junto a él conteniendo su rabia y sus deseos de llorar, sintiéndose completamente abrumado por lo cruel que era su realidad de la cual parecía no poder escapar ¿Acaso era un castigo divino? ¿Es que había hecho algo mal en otra vida para merecer tantos pesares?

-Al diablo con todo- Suspiró más que resignado antes de regresar al corral de los cerdos, al menos ellos lo trataban bien.



Conforme las horas del día transcurrían, peor era su estado de ánimo y una vez que el sol cayó terminó por perder completamente la esperanza, caer en cuenta de que la oportunidad de su vida iba a escaparse de sus manos y que simplemente no habría otro día para la audición. El teatro era un lugar sumamente estricto y con una exigencia de un nivel superior, no iban a detenerse o cambiar su modo de funcionar solo por él. Ahora era cuando comenzaba a dar crédito a su jefe al decirle que si acaso se creía más especial que el resto, y es que si lo pensaba adecuadamente... ¿Cómo iba a presentarse en ese lugar cuando siquiera tenía ropa decente que utilizar? Cuando se encontraba sucio y cubierto de polvo, tan solo se reirían de él y dirían que era un mal chiste.

MoonchildDonde viven las historias. Descúbrelo ahora