Parábola de los talentos

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"Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes"

Mateo 25:14 RVR1995

Las parábolas son enseñanzas integradas por un aspecto externo y un mensaje interno. Este último, es el que me interesa explicar. No obstante, no es fácil conocer la apariencia interna de una parábola, en ocasiones averiguarlo, conlleva tiempo y dedicación, pues, para descubrir lo que realmente se nos desea transmitir, se deben adquirir muchas otras cosas para comenzar a vislumbrar lo que el Señor realmente nos está comunicando. Recordemos que la biblia es como un océano de inmensas riquezas, que para rescatarlas, uno debe sumergirse en las profundidades.

El Señor compara el reino de los cielos con un hombre que se va lejos, para enseñarnos sobre la manera de cómo Dios se relaciona con el mundo. Nuestro intelecto no puede entender a Dios, lo que sí está en nuestro poder de captación son sus acciones. Por tal, el reino de los cielos es la revelación donde el ser humano puede comprender cómo actúa el poder absoluto de Dios y su soberanía en la tierra, la cual se manifiesta en la libertad de la ejecución de su perfecta voluntad, tal como está escrito en el libro de Mateo 20:15 RVR 1995 "¿no me está permitido hacer lo que quiero con lo mío?" Y en Isaías 14.27 NBLA "Si el Señor de los ejércitos lo ha determinado ¿quién puede frustrarlo? Y en cuanto a su mano extendida, ¿quién podrá apartarla?"

Ningún hombre o ente puede oponerse a la perfecta voluntad o enfrentar la Soberanía divina, pues, Dios, establece bajo su sabiduría, la aplicación de su bondad y justicia y también los criterios de repartición de talentos y bienes, por tal, la parábola de los talentos nos revela nuestras cortapisas, pues, no podemos entender cómo Dios determina su distribución, ya que solo él conoce cuales son las capacidades y potencial de sus súbditos; por ende, el desafió u ordenanza de cada siervo, no consiste multiplicar los talentos otorgados sino en actuar según lo que ellos dentro de su potencial entendían sobre el Señor, ya que de acuerdo a estos niveles (amor y temor) sería también la manera en la que ejecutarán sus decisiones. Tal como le libro de Jeremías 17.10 NBLA declara: "¡Yo, el Señor escudriño el corazón, pruebo los pensamientos, para dar a cada uno según sus caminos, ¡según el fruto de sus obras!"

Niveles de servicio

Amor a Dios: Significa servir desinteresadamente, enfocándose primeramente en el reino celestial, pues, se entiende que Dios es lo más importante. En este nivel se encontraban los dos primeros siervos, ya que servían a su señor incondicionalmente y no se beneficiaban a ellos mismos en su ausencia. (Mateo 24:45-47)

Temor a Dios: Es la fuerza que impide a una persona transgredir, debido al respeto que posee sobre la autoridad divina (Mateo 10:28) Sin embargo, el último siervo, utilizaba este nivel para justificarse y victimizarse, exponiendo la rigurosidad y exigencia de su señor, para tratar de cubrir su egoísmo y escapar de las consecuencias, por tal, decide enterrar lo que se le confió, para no tener pérdidas, pero lo que desconocía, era que el señor no evaluaba los resultados por las cantidades obtenidas, sino por el compromiso y esfuerzo que cada siervo entregó según las capacidades.

El amor a Dios nos invita a la invención, a multiplicar porque tales, son el resultado de esa captación. Dios reparte a cada uno de nosotros lo que cada uno es capaz de administrar, en otros términos, la cantidad de talentos que recibimos, corresponde a lo que sabemos ejecutar, enseñándonos que no es tan importante la cantidad que se recibe, sino como utilizamos la porción que se nos entrega.

El éxito de los que multiplicaron sus talentos se debe al conocimiento que tenían de su señor, pues, su fe estaba reposaba en ese conocimiento, el cual les entregó la fuerza para atreverse a dar lo mejor de sí mismos. Ellos fueron capaces de entender quien realmente controlaba todo, y es esa seguridad les hizo aprovechar mayormente sus recursos. En cambio, el fracaso del último siervo se debe a la falta de fe, la cual lo paralizó espiritualmente, ya que se enfocó únicamente en el beneficio personal, y en las consecuencias de sus posibles errores. El miedo excluye a Dios de la realidad porque tal sensación nos desconecta de él. Bajo esta resolución el tercer subordinado determinó que lo mejor era no hacer nada, pues: ¿Qué beneficio obtendría sobre el enriquecimiento de su patrón, y cuáles serían las consecuencias de sus pérdidas? En ambos casos se vio como perdedor, porque su concepto de entrega y ejecución estaba condicionado a una recompensa personal y vigilancia, eludiendo así todo compromiso que no lo beneficie, o que lo supervise, utilizando como excusa el temor a su señor: "Porque tuve miedo de ti, que eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste y cosechas lo que no sembraste" Lucas 19:21 RVR2015

Los otros dos siervos servían a su señor por amor, es así que terminan encontrando mayor recompensa y felicidad en la servidumbre y preocupación por los intereses de su amo, que si estos se hubiesen enfocado solo en resolver los propios. Enseñándonos que cuando servimos a Dios nos beneficiamos, pero cuando solo vivimos para servirnos nos perjudicamos.

Lo que desconocía el último siervo era que su patrón no evaluaba los resultados, sino el esfuerzo entregado. Si bien, el segundo sirviente, no tuvo el mismo éxito que el primero, este recibió la misma recompensa, ya que ofrece lo mejor de sí de acuerdo con los límites de sus propias capacidades y es recompensado porque Dios es justo. Salmos 7.11 RVR1995 "Dios es juez justo". Dios no actúa de manera arbitraria sino con justicia, la cual paga a cada uno conforme a sus obras. Sin embargo, no está en nuestro poder saber quién merece ser castigado o recompensado, pues, desconocemos cómo el Señor mide nuestros méritos y errores. Solo Dios conoce el verdadero potencial del hombre, tal como dice el libro de Jeremías 17.10 RVR 2015 "Yo, el SEÑOR, escudriño el corazón y examino la conciencia, para dar a cada hombre según su camino y según el fruto de sus obras." Esto nos enseña que el verdadero éxito no se mide en función de lo que se obtiene, sino conforme a lo que se merece. Por ejemplo: Un hombre se esfuerza para comprar un vehículo. El hombre hace todo lo que está en sus manos, conforme a lo que sabe, trabaja turnos extras, llega a su casa cansado, se va cuando sus hijos están durmiendo y regresa cuando también lo están. No obstante, a pesar de todo lo que ahorra, solo puede adquirir un vehículo usado, sin las tecnologías que posee el actual mercado, pero, aun así, el esfuerzo del hombre tendrá mucho más reconocimiento que su vecino, quien se compró un vehículo nuevo y más equipado, empero lo hizo con la herencia que recibió de un familiar. Para el mundo ganar 10 talentos es un mérito que debe ser recompensado y cuatro talentos debe ser considerado ineficiente, ya que en comparación al primero, el segundo siervo sólo alcanzó 4/10, sin embargo para Dios, ambos tienen el mismo valor, porque él no considera los resultados, sino el esfuerzo, ya que solo Dios conoce nuestro verdadero potencial y a pesar de que 10 es mayor que 4, Dios no lo ve así, él sabe absolutamente todo (omnisciente) entonces conoce quien dio lo mejor de acuerdo a sus capacidades. El segundo sirviente tenía la capacidad intelectual para duplicar los talentos y lo hizo, alcanzando su máximo potencial. Para Dios 2/2 merece la misma recompensa que 10/10 pues los dos siervos hicieron lo posible de acuerdo a sus habilidades, por lo tanto, solo el Señor puede determinar quiénes merecen ser recompensados y quienes castigados ya que solo él sabe quién en realidad hizo su mejor esfuerzo y quién no.

Esta parábola también nos enseña que la lejanía de Dios comprueba la integridad de nuestro servicio, tal como dice el apóstol Pablo en Efesios 6. 6 RVR1995 "no sirviendo al ojo; como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios". El tercer siervo considero la lejanía como una oportunidad para renunciar a sus obligaciones, y hacer lo que él estimaba conveniente, ya que ahora su Señor no lo podía ver, pero la lejanía de Dios no significa que él no esté presente, sino más bien, que es inalcanzable a nuestros sentidos. Isaías 57.15 dice: "porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad y cuyo nombre es el Santo" Es por eso que solo cuando el Señor regresa, el tercer siervo se da cuenta de que siempre el Señor estuvo al tanto de sus obras, pero ya era demasiado tarde para remediarlo, dado que el señor, no regresó para dar una oportunidad, sino para juzgar (castigar o recompensar cada acción)

La justicia de Dios considera todas las obras y evalúa todos los caminos que se recorren. El regreso del Señor, su cercanía, es el momento donde nuestros méritos son recompensados, es ahí donde se produce la justicia, la recompensa, la forma en que Dios nos hace entender que siempre estuvo pendiente de nuestros actos y de que en realidad jamás se alejó (Apocalipsis 22:12 RVR1960) Lo que nos enseña que el retorno no es un regreso, sino la activación de la justicia divina, la seguridad de que Dios siempre estuvo presente y que siempre considero lo que hicimos o no hicimos por su reino. "Entonces dirá el hombre: ciertamente hay galardón para el justo; ciertamente hay Dios que juzga en la tierra." Salmo 58. 11 RVR 1995.

Lo que enterramos muere, se pierde en el olvido; pero lo que compartimos permanece, crece y aumenta. Lo que dejamos en el corazón de quienes ayudamos se multiplica, ellos llevarán nuestro recuerdo y lo compartirán entregando a otros lo que recibieron de nosotros. Viviremos en sus corazones porque lo que damos no puede ser borrado.

Gloria a Jesús. 

Un café con Dios 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora