Ambición positiva

61 5 0
                                    


Ambición positiva

El término ambición proviene del latín "Ambitio" cuyo significado es rodear. Esta palabra se aplicaba en el espacio político en la antigua Roma, sobre aquellos candidatos que rodeaban a sus seguidores para conseguir su apoyo en las elecciones. Desde allí fue tomado este término, y hace referencia a las ansias de conseguir algo.

Por ende, la ambición es el deseo de conseguir algo, sin embargo, puede ser negativo (destructivo) cuando el fin, corresponde únicamente a logros concretos y egoístas, por ejemplo: el anhelo de alcanzar poder, riquezas y fama. Pensar de esta manera es sumamente perjudicial, pues, está escrito: "el que ama el dinero no se saciará de dinero; y el que ama la riqueza no sacará fruto". Eclesiastés 5.10. Empero, la ambición también puede ser positiva (constructivo) cuando esta promueve acciones que desarrollen el progreso espiritual (acercarse más a Dios) No obstante, la completa inclinación hacia el desarrollo espiritual puede lograr que una persona descuide su parte corporal, al punto de no satisfacer ningún tipo de placer, ni siquiera aquellas cosas indispensables que el cuerpo requiere. Nuestra meta debe ser el punto de equilibrio (el camino intermedio) es decir, enfocarse en el fin superior sin descuidar las necesidades materiales. Nuestra mente debe estar puesta en el cielo, sin olvidar que nuestros pies están sobre la tierra.

La ambición positiva es aquella que tiene relación con los términos de pureza, es decir: es aquella cosa que no tiene ningún otro elemento más que el propio. Expandiéndose a los ámbitos intelectuales, emocionales y de objetivos; los cuales dan forma a nuestra vida espiritual. La pureza a nivel intelectual posee dos niveles: Cantidad y calidad. La cantidad intelectual hace referencia a la porción de ideas en la que está depositada nuestra concentración, en otros términos: La persona piensa en una idea y no en dos. Para esto debe también existir la calidad intelectual, en donde se cree que es posible lograr lo que se intenta proyectar, ya que, si alguien no está seguro o no tiene una idea pura, puede ser que la esté mezclando con otro elemento, por ejemplo, el miedo. Surgiendo así la contrariedad, impidiendo la manifestación de los pensamientos. Pongamos el caso de: El hombre al que le preguntan si le gustaría tener una casa. Este responde que sí, que es uno de sus mayores sueños, pero cuando se le consulta por el dinero que se requiere para comprar una, expresa que la cantidad es algo imposible, que es muy difícil adquirir un crédito o que nunca tendrá tal valor. Es ahí donde se produce una contracción de pensamientos, ya que conscientemente quiere obtener algo, pero de manera inconsciente piensa que es incapaz de lograrlo. Y esta lucha en su mente, hace que la bendición de Dios no se manifieste en su vida, pues, este hombre limita, a través de sus dudas, el poder de la fe. Como está escrito, "Jesús le dijo: ¿No te he dicho que si crees, verás la gloria de Dios?" Juan 11.40-42 RVR1960

La pureza aplica también en ámbitos emocionales, en términos de cantidad se refiere a que se debe tener una emoción y no dos al mismo tiempo, ya que, si uno posee diversas emociones, no logrará disfrutar de lo que está haciendo, produciendo un nivel de estrés, pues la persona, no ha definido que es lo que quiere sentir. Cuando se habla de calidad a escala de emociones, se refiere a la capacidad de identificar una emoción, apagarla o aumentarla en función de lo que nos parezca correcto (dominio propio). El dominio propio no significa que ninguna emoción nos afecte, sino más bien, consiste en utilizar el poder de la emoción hacia el favor de nuestro objetivo, es decir, volverse actores. En el libro de Efesios 4. 26 dice: "airaos, pero no pequéis". En otros términos, se decide actuar de manera enojada para dar a entender mi situación, y así poder conseguir el objetivo esperado, pero, la persona no permite que esta emoción negativa controle su estado de ánimo y que la conduzca al pecado. Por ejemplo: Está el hombre que va el banco porque le hicieron un cobro excesivo en su tarjeta y como no le dan ninguna solución, entonces, actúa de manera enojada para que los ejecutivos entiendan que se trata de un problema injusto, que lo molesta y no se irá hasta que le entreguen una solución. Sin embargo, este hombre no está enojado, por dentro está calmado, más bien decidió actuar de esa manera para conseguir su objetivo. Lo perjudicial de esto sería que el enojo controlará su estado emocional, y siguiera pensando en esa injusticia, reaccionando mal con aquellos no tiene la culpa, es decir, su familia. Entonces, en términos emocionales, se debe discernir sobre las emociones que son útiles para que estas nos impulsen a conseguir nuestras metas. Según el Psicólogo: "Simón Barón Cohen" podemos desconectarnos de nuestra empatía, a esto se le denomina desconexión voluntaria de empatía. Y como dice el rey Salomón en Eclesiastés 3 "Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora". Si uno se pone a reflexionar sobre las cosas que lo distraen de sus labores técnicas, lo más probable es que fracase. Todo tiene su momento, es decir, uno no debe ponerse a reflexionar en cosas cuando está haciendo otras. Por ejemplo: está el médico cirujano que tiene que realizar una operación, si este se pone a suponer sobre las consecuencias de la operación, los riesgos, etcétera. Se distraerá de sus probabilidades de éxito, como está escrito en Génesis 4.7 "el pecado está a la puerta, acechando. Con todo, tú lo dominarás" y como dice en Proverbios 17. 19 "El que ama la disputa ama la transgresión; y el que abre demasiado la puerta busca su ruina". Es decir, el desenfoque abre la puerta, la cual es permitir que los pensamientos negativos se apoderen de nuestra fe y confianza. El cirujano debe concentrarse en su labor, si no el paciente se muere. Para cada meta existen probabilidades, y generalmente las de éxito siempre son muy pocas comparadas con las posibilidades de fracasar. No obstante, depende de nosotros en cuál queremos concentrarnos. Ya que si a pesar de tener 1% de posibilidades de éxito, si la persona se enfoca en ella con todas nuestras fuerzas, puede lograr su empresa. Recordemos, pues, que la fe es solo una semilla de mostaza, la cual, si cae en buena tierra, crece como el sicomoro más alto, puesto que no se trata del tamaño, sino sobre qué está sembrada. Por ende, la fuerza del buen cirujano radica en su capacidad de desconectarse de su empatía, eliminar toda emoción que no le sea útil.

Un café con Dios 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora