Además de Kris, el alma gemela de David era Pau. A Pau también lo conocía desde pequeña, aunque nunca habíamos hablado. Nuestra historia empezó en primero de la ESO, yo era socia del equipo de baloncesto femenino de mi ciudad, y como él también jugaba, coincidimos alguna vez en los partidos del primer equipo, después cuando nos veíamos en clase, comentábamos la jugada. Nos hicimos amigos gracias a la misma persona que nos había mandado a Adri y a mí a entrenar a nuestros amigos. Pau no estaba incluido en el equipo, pero cuando, a las horas del patio, Adri y yo los entrenábamos, a veces lo pillábamos echando una ojeada. Cada día la participación de Ribas se hizo más patente, hasta que ambos entrenadores le preguntamos si quería unirse a la causa. Ribas era un chico especial, ya que sus propias manos eran sus armas, aunque nos había pedido que le dejáramos una daga, por si acaso. Pau fue muy importante para la creación oficial de los Wolves, porque a una semana de la actuación, estuvimos a punto de cancelarla, pero un discurso suyo, que sacó a relucir su chispa interior, con su grandiosa forma de ser, arregló las cosas.
Un caso parecido al de Pau, pasaba con Iker, que tampoco formaba parte de la familia, como Adri, Emma y él. Lo conocía desde antes de empezar el colegio, ya que nuestros ascendentes eran amigos desde siempre. El problema era que mi relación con él era la misma que tenía con la sociedad. Nefasta. Cuando éramos pequeños nos llevábamos bien, pero la adolescencia lo mandó todo a la mierda, al menos hasta que empezó a desarrollar síntomas de magia y no le quedó otra que reconocer sus errores y llevarse bien conmigo (como tenía que ser). La magia que dominaba Iker era la acuática, aunque en dos mil diecinueve aún estaba buscándose a sí mismo como mago. El cambio que había hecho para cuando llegó la guerra había sido abismal. Ni siquiera parecía la misma persona. Fue el más difícil de entrenar, ya que para asegurarse de ser efectivo en combate, tenía que aprender a conjurar no solo con el bastón, el arma que usábamos los magos, sino con sus propias manos también.
Lola Mahariel estaba saliendo con Iker. Cuando entró en la pandilla también entró en el equipo.
—¿Os acordáis de cuándo Alba y Adri no se hablaban? —sonrió Vik, al ver la actitud cariñosa que tenían los dos pícaros.
Hacía ya rato que habíamos empezado a recordar los viejos tiempos. Estábamos en la cafetería que habían montado las familias Trevelyan, Hawke y Lavellan, bautizada como De La Gran Familia, donde los Wolves nos reuníamos cada quince días, los viernes, de seis a ocho de la tarde desde que nos separamos en bachillerato.
—En realidad era Alba que no quería ver a Adri ni en pintura —lo corrigió Mel.
—Y Asha estaba ahí, en medio de los dos.
—Es verdad, yo al principio también me enfadé con él, pero al final solo Alba siguió sin hablarle.
—¿Y cuándo pasó al revés? —Vik arqueó una ceja.
—¿Al revés? —intentó recordar David.
—¿Cuándo Asha y Adri se dejaron de hablar? —adivinó Iker.
—¡Sí! Y Alba era la que estuvo en medio.
—¡Oye! ¿Y cuándo a principio de curso la liamos por todo el instituto? —recordó Emma riendo.
—Adri fue el único que no se apuntó a la fiesta, siempre tan serio él —bromeó Iker.
—Aún tuvisteis suerte de que por ser la primera vez que pasaba eso solo os amonestaran y ya.
—¡Si hubiera sido yo solo seguro que me expulsan! —exclamó Ribas indignado, pero también entre risas.
Todos explotamos en una carcajada.
—Parece que me perdí toda la diversión —Lola fingió ofenderse.
—Créeme, es mejor así, no todo fueron risas —dije.
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La Gran Familia. El otro lado
Fanfiction¿Qué pasaría si de repente, todo aquello que has imaginado empieza a hacerse realidad? ¿Si fantasear con la llegada de un ídolo cómo profesor deja de ser una fantasía? Asha es una joven adolescente que siempre ha tendido más a vivir en mundos fantás...