5 mayo

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Últimamente el piso superior de los establos de Feudo se estaba volviendo muy popular (y más que lo iba a ser). Alba se había reunido allí con Adri.

—Dime una cosa —empezó ésta—. No te lo he preguntado antes porque quería darte tu espacio, pero es que de verdad me tiene muy intrigada.

—No sé qué puede ser —Adri se encogió de hombros mostrando una sonrisa inocente.

—Bueno, lo primero, y aunque sé que no he parado de decírtelo desde que pasó, siento mucho lo de la daga.

—Ya te he dicho que no pasa nada, o sea, sí pasa pero no insistas más —sonrió—. Te lo perdoné porque eres Géminis.

—Asha estaría orgullosa de ti.

Ambos estallaron a carcajadas.

—A lo que iba —Alba cambió su semblante—. ¿Dónde fuiste?

Cualquier persona se hubiera alterado al oír la pregunta, pero Adri no era cualquier persona, así que ni se inmutó.

—¿Dónde fui cuándo?

—Estuviste casi una semana desaparecido, sin dar señales de vida, como si te hubieras esfumado de la faz de la tierra.

—Qué exagerada.

—Es verdad —Alba frunció el ceño.

—Estuve en Feudo todo el tiempo.

—No te creo.

—Pregúntale a Asha.

—Es tú mejor amiga, no me fío.

—Pues a Andrea Trevelyan —puntualizó.

La pícara arquera no pudo evitar sorprenderse.

—Dímelo —ordenó, sin creerse nada de lo que su chico le decía—. Mi instinto me dice que hay algo que no me estás contando. Si no has hecho un pacto, al menos explícame porque no me lo puedes decir.

—Quizá tú instinto te está fallando y ves cosas donde no las hay, como lo que pasó con Ester, o mejor dicho, lo que nunca pasó. 

Lejos de clavarle otra daga (que, sinceramente, es lo que hubiera hecho yo), Alba sonrió y esta vez Adri no pudo disimular la sorpresa que sentía.

—Me entrenaste tú —dio como única explicación.

Adri suspiró y se cruzó de brazos.

—Tú ganas, pero no se lo digas a nadie.

—Sabes que no lo haré.

La Gran Familia. El otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora