3 abril

11 4 0
                                    

Quería aprovechar los días que me quedaban allí todo lo que pudiera, así que aquella tarde después de que Niall, Kate y Alek se fueran, había organizado una quedada con algunos amigos de la familia y otros que no. Los Wolves, menos Pau y Emma (aunque ella no iba a venir) llevaban allí desde antes de comer.

—Entonces, ¿cuándo será tu fiesta de despedida? — me preguntó Vik un tanto ansioso.

—Posiblemente el día uno de mayo. No lo sé.

—Podrías estar allí y cuando hayas aprendido a controlarlos o a extinguirlos, volver.

Seguramente Vik se esperaba una respuesta y seguramente quedó decepcionado cuando lo único que recibió fue un profundo suspiro.

—¿Al final vendrá Karla? —quiso saber Iker.

—No. No todos se quedarán a dormir tampoco —le contesté.

—¿Cómo qué no? —intervino Lola—. ¿Quién se irá?

—Ribas, Blake y Ona —informé.

—Vaya, pensaba que se quedarían —la elfa hizo una mueca,

—Liam ha invitado a sus hermanas —añadí—, tampoco se van a quedar.

—¿A las gemelas? —Melissa arqueó una ceja pelirroja.

—Sí.

El sonido del telefonillo interrumpió nuestra charla. Eran los chicos.

—¿A qué jugaremos? —Liam se bajó del sofá para sentarse en el suelo.

—Seguro que a la Gracia Perversa —bromeó Mel.

—¿Verdad o reto? —sonreí.

—¿En serio? —Pau se cruzó de brazos y también pasó del sofá al suelo.

—No —como a mí solía dolerme la espalda muy a menudo, eché a mi compañero del lado de Liam y me puse yo, así quedaba apoyada en el sofá.

—Ah vale —suspiró Ribas, que se recolocó delante de mí en la especie de círculo que habíamos formado.

—A verdad o beso —sonreí de medio lado de manera maliciosa y entrecerrando un poco los ojos (como el emoji del WhatsApp).

La cara del sevillano palideció al ver mi expresión y miró a Ribas negando con la cabeza.

—Peor me lo pones —dijo sentándose a la derecha de Pau.

—Si cuentas la verdad no tendrás que besar a nadie —me encogí de hombros.

Ribas sonrió.

—No pienses en mentiras, te vamos a pillar —Mel, que se sentaba a su izquierda, le dio un codazo cariñoso y le guiñó un ojo.

—¿Ah sí? Mirad como tiemblo.

—Adri es prácticamente un detector de mentiras viviente y Alba no tiene pelos en la lengua; ella dirá la verdad siempre y él nos pillará cuando no seamos sinceros —informó Mel.

—Si no dices la verdad te obligaremos a besar a alguien... —dijo seriamente Vik.

—A David por ejemplo —sonreí yo.

Los ojos de Pau casi se salieron de las órbitas.

—¡No le hagas caso! —rio Melissa—. Nos conformamos con una cena y una comida en La Mafia —sonrió Melissa mirándome luego a mí.

—¡EH! ¿Qué miras? —repliqué.

—Que vaya a mentir lo habéis dicho vosotros, no yo —se quejó el chico.

La Gran Familia. El otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora