26 diciembre

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Algunas personas ya habíamos empezado el día desayunando. Andrea Hawke cumplía treinta y un años y nos había invitado a unos cuantos a desayunar. Como no era la única y no había querido llevarse ella todo el protagonismo, también había convencido a las otras dos personas que cumplían años el mismo día para que se apuntaran, al menos a desayunar. Evelyn y yo habíamos pasado casi toda la mañana pendientes la una de la otra. Después de desayunar, las dos nos metimos en el lavabo, pero Andrea Hawke adivinó nuestras intenciones y nos interrumpió antes de que hiciéramos una locura. A mí personalmente me cabreó mucho, aunque no dije nada porque gran parte del enfado se debía a la influencia de los Recuerdos Presentes, ya que parecía que en el otro lado, como a mí me gustaba llamarle, había pasado lo mismo, pero evidentemente, ni yo estaba acompañada dentro de los servicios, ni era la Campeona de Kirkwall la que había intervenido.

Desayunos aparte, lo que no se quedaba al margen aquellas fiestas era el drama. Como por ejemplo, el que tenía Andrea Trevelyan. Inconscientemente después de dejar de dirigirle la palabra a su hermana y a Cullen, que había sido su gran amor desde que mi mejor amiga había llegado a La Gran Familia, un dieciséis de enero, incluso teniendo a Tom Hiddleston babeando por ella, también había dejado de hablar con Maxwell. Su hermano mayor no entendía a que venía la actitud de la hermana más pequeña, así que la había forzado a que se lo contase, porque él estaba tan perdido y apartado en la trama de Dragon Age 4 como ella. Ambos se reunieron en la habitación de la guerrera en Feudo.

—Quiero saber porque no me hablas. Mira, odio enfrentarme a la familia por la espalda, pero Evelyn también me ha engañado a mí, quiero decir, entiendo que estés enfadada con ella, pero yo no tengo nada que ver. Yo no sé nada, Andrea, estoy igual de apartado de esto que tú o más, porque yo ni siquiera iré a Tevinter.

Andrea escuchaba a su hermano con los brazos cruzados.

—¿Piensas decir algo?

—¿Cómo sé que no sabes nada?

—¿En serio? —protestó Maxwell.

Andrea asintió con la cabeza.

—A ver —suspiró su hermano intentando no perder los nervios—. ¿A mí para que me sirve saber algo de Dragon Age 4? Explícamelo.

La guerrera resopló.

—No, a ver, para qué. Yo me voy a quedar en Denerim. ¿Qué tengo que saber? Es que no entiendo qué clase de información te crees que me pueden dar. Que, ¿qué soy el hermano de la Inquisidora? Oh claro la que está actuando en las sombras.

—Tú has estado en Tevinter. Muchos años.

—No tantos.

—Bueno —volvió a resoplar Andrea.

—¿Te crees que me enteré de algo? —lo había intentado, pero la prepotencia de su hermana le había hecho perder los nervios—. Si sentía que estaba vivo ya era mucho. ¿Lo sabes no? Te lo he explicado mil y unas veces, por carta, en persona. ¿Cómo quieres que te lo explique ahora, Andrea Trevelyan? ¿De qué manera? Joder, hostia puta.

Pero la cara impasible de su hermana acabó por vencerle.

—Mira me voy, haz lo que quieras, pero tu hermana está rara, si la cosa va a peor y la pierdes, no te lo perdonaré nunca, ahí te lo dejo.

Aquello sí que había afectado a Andrea. Había permanecido toda la charla sin mostrar expresión alguna, pero en cuanto su hermano abrió la boca para reprocharle aquello, sus ojos se humedecieron a la velocidad del sonido. Nunca se había peleado con él, en parte porque no había querido y en parte porque la lengua dañina y tóxica que tenía ella, la había heredado de su hermano. Andrea y Maxwell Francesco Trevelyan eran personas con las que era mejor no meterse, porque si de verdad entraban en conflicto con alguien, solo con abrir la boca vencerían. Sabían meter el dedo en la llaga pero hasta el fondo. Y ambos lo sabían. Tom Hiddleston se cruzó a un muy alterado Maxwell Trevelyan, y al verle la cara aceleró el paso hasta la habitación de su amada.

Dramas familiares aparte, la otra Andrea estaba concentrada en preparar la comida de su cumpleaños. Niall le había cedido su casa para la comida y la fiesta de después, igual que el año pasado. Mientras que a alguno ya no lo volveríamos a ver hasta la tarde, los que se quedaron a comer fueron, la familia de la maga y Niall y yo, ya que éramos los anfitriones. Por la tarde la casa volvió a llenarse y preparamos varios juegos a los que jugar, además del karaoke claro. Portu y Judith también vinieron. En general lo pasamos bien, ¿quién nos iba a decir lo mal que estaba todo en realidad? ¿Y lo qué estaba por venir?

La Gran Familia. El otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora