27 septiembre

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—Después de unos días sintiendo que me estoy perdiendo algo en la vida, estoy orgulloso de comunicaros que voy a crear mi propia red de espías —sonrió Adri con entusiasmo, aquella reunión de Wolves pintaba muy bien.

—¡Whoa!

—¡Artista!

Los doce Wolves nos pusimos a aplaudir y alabar a nuestro amigo.

—Gracias, gracias. Luego si queréis os firmo un autógrafo, pero ahora, voy a explicaros mi plan.

Adri carraspeó y los demás nos pusimos a mirarlo como si tuviéramos una estrella delante.

—He pensado en que podría dedicarme a entrenar a espías, es decir, construir una residencia para que gente de la calle tenga una vida digna a cambio de trabajar para mí.

En cuanto acabó, Melissa se levantó de un salto y se tiró sobre Adri, dándole un abrazo de oso.

—No hace falta que construyas nada —sonreí—. Tengo el lugar perfecto para ti.

—¿Ah sí?

—Al principio queríamos usar el lugar como sede, pero como los planos no cuadraron, solo nos basamos en él.

—¿El edificio abandonado?

—Ese mismo, Liam.

—No es muy bonito el nombre —reconoció Adri.

—Pero es un lugar muy bueno para lo que tú quieres hacer. Aunque primero habría que ir a echarle un vistazo a ver como está, podrás usarlo como residencia.

—Te sugiero que lo montes por las tardes o un fin de semana, ya sabes que por la mañana tienes clase —recordó Iker.

—Si lleva un justificante no le pasará nada. Pero tampoco vayas a faltar todos los días —Melissa le guiñó un ojo al pícaro.

—¿Cómo? —preguntó extrañada Emma.

—Soy la princesa de Ferelden, y como tal puedo hacerte un papel que solicite tu presencia inmediata en la corte real, o cualquier otra cosa que se me ocurra.

—Gracias Mel —sonrió.

—A ti —respondió la princesa casi emocionada.

—Cuando quieras te llevo al lugar.

—Recordad que todo eso hay que hacerlo en secreto también —dijo Liam.

—¿Cómo vamos a abrir una residencia y que no se entere nadie? —preguntó Kris con una mueca.

—Perdona, sabes que estás hablando con los príncipes de Ferelden, ¿verdad?

—Liam tiene razón, además, si nadie nos cuenta nada sobre qué está pasando de verdad en los sitios, nosotros tampoco les hablaremos de estas cosas —Alba se encogió de hombros.

Liam, Vik y Ribas no pudieron evitar mirarse entre ellos.

—¿Qué pasa? —preguntó Adri, que los había pillado de lleno.

—No es su culpa si ellos no pueden decir nada —intervino Mel casi sin prestarle demasiada atención a la pregunta de Adri.

—Nada —Vik se encogió de hombros.

—Deja de mirarnos así —protestó Ribas—. ¿Tiene que pasar algo?

—Esas miradas no son fruto de la casualidad —insistió el pícaro.

—Pues lo son, aunque no te lo creas —intervino ahora Liam.

Los otros Wolves paseábamos nuestra mirada de los tres chicos a mi mejor amigo.

—¿Crees que ocultamos algo? —replicó Ribas—. ¿En serio? Si supiéramos algo os lo diríamos. Estamos juntos en esto, ¿recuerdas?

—¿Y por qué te pones tan a la defensiva? —Adri se cruzó de brazos y arqueó una ceja. Un escalofrío me recorrió la columna vertebral por lo mucho que se pareció a Alistair al hacer ese gesto.

—¡Porque me ofende que pienses que ocultamos algo! Somos hermanos, joder. Y los hermanos no se ocultan cosas —seguía Pau ajeno a mis pensamientos

La mirada de Adri se suavizó cuando oyó aquello.

—Vale, tranquilo —dijo esbozando una pequeña sonrisa.

—Puedo ayudarte todo lo que necesites con tu plan —dije volviendo a retomar el tema estrella de la reunión—. Ahora que no estudio, no tengo nada que hacer— sonreí.

Adri asintió.

—¿El autógrafo lo queréis ahora?

—Mejor una foto, ¿no?

El equipo que había formado Kieran había visto raro a su amigo y habían decidido ir a su casa a buscarlo para que le diera un poco el aire. Afortunadamente no había nadie, así que no los pillaron. Ester abrió la puerta gracias a sus habilidades de pícara.

—Espero que tengáis una buena razón para haberme sacado de la cama —protestó Kieran.

—¿Qué hacías en la cama si son las seis y media? —preguntó mi prima.

—Nada.

—Estamos preocupados. Hace mucho que no te vemos y no sabemos nada de ti —dijo Borja empleando un tono de hermano mayor.

—¿Para eso me hacéis salir de casa? —se quejó el mago.

—¿Qué te pasa Kieran? —quiso saber Marc.

—Oye, no todo en esta vida es de color de rosas. Tengo mis problemas —Theron se encogió de hombros.

—Nos lo puedes contar, lo sabes ¿no? —insistió Nilo.

—De verdad que os quiero muchísimo a todos, pero si se lo tengo que contar a alguien, sería a Gabri y a Blake.

—Bueno, yo soy casi de La Gran Familia.

—Sigue soñando Borja —dijo Blake.

—No quiero aburriros con mis problemas, ya que nos hemos reunido vamos a aprovechar el tiempo. Tengo preparada una sorpresa para vosotros, ya lo sabéis, aunque no quiero desvelar mucho más porque seguro que como mínimo os podríais hacer una idea —sonrió—. Estos tres meses van a ser complicados. Yo os voy a ir informando sobre la marcha.

El ambiente se llenó de buenas vibraciones al sonreír Kieran.

—¿Os parece bien si un día pronto os llevo a dar una vuelta por los orígenes de Ferelden?

—¿Cómo? —Adriana no entendió a lo que su mentor se refería.

—¡Sí! —exclamó Blake entusiasmado.

—Veo que vosotros dos sabéis a que se refiere —observó Marc.

—Así también entrenáis un poco, que os tengo abandonados.

—Pues sí, al menos lo reconoces —sonrió burlona Ester.

—Si nos matan en Dragon Age 5, será por tu culpa —continuó con la broma Paula.

—Con tus conocimientos de medicina difícilmente nos puede pasar algo —le contestó Kieran.

—¿Y yo para qué estoy? —Nilo hizo una mueca.

—Para darle chispa al grupo.

—El bufón Nilo.

—¡Os pasáis! —rio éste.

El equipo de DA5 pasó toda la tarde entre bromas, y por un momento, Theron se olvidó de la tristeza que lo invadía desde hacía tiempo.

La Gran Familia. El otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora