18 octubre

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El día había amanecido nublado y seguía nublado, tanto en Girona como en Denerim. Eran las diez de la mañana cuando la sede de Girona empezó a llenarse de actividad más allá de las cuatro almas somnolientas que vagueaban por la cafetería solo porque estaban hartos de dar vueltas en la cama. Poco tiempo después, una visita inesperada se llevó todas las miradas de quien había por allí, imponiendo un largo silencio.

—Hola.

La cafetería seguía bajo silencio, hasta que alguien que venía de fuera reconoció a la figura.

—¡Cailan! —el guerrero se giró y su mejor amiga corrió a abrazarlo—. ¡Has vuelto!

—Y parece que eres la única que se alegra.

—Idiota —dijo pegándole en el brazo—. Sabes que eso no es cierto. ¿Qué miráis? Si no vais a decir nada seguid a lo vuestro —protestó Andrea Hawke—. Bienvenido a casa.

—Gracias —Cailan sonrió—. ¿Has visto a Asha? Tengo que hablar con ella urgentemente.

El silencio de la maga asustó a Cailan.

—¿Qué pasa? ¿Por qué me miras así? —se alteró el rubio.

—Ella y Loghain han ido a buscarte.

—¿¡Qué!?

—Kieran le contó a Loghain que Asha llevaba desde que te habías ido sin salir de la cama, así que él fue a buscarla y le dijo que iban a dar contigo para traerte de vuelta.

Cailan abrió muchos los ojos sorprendido.

—Loghain... ¿Ha hecho eso?

Andrea asintió.

—Puede que Asha haya conseguido sacar fuera al Loghain que ayudó a tu padre a liberar Ferelden de los orlesianos. O puede que la que montó hace diez no fuera más que una pájara que se le fue de las manos y Loghain no sea la abominación que todos creen. Antes todo el mundo lo odiaba y ahora parece tener más simpatizantes de lo que todos se pensaban —Andrea se encogió de hombros.

Cailan no sabía qué hacer, ni como sentirse. Había odiado a Loghain desde que volvió, y cuando su mente recuperó todas las piezas, lo único que quería era que se hiciera justicia, cosa que no había pasado. Ahora, le había surgido la oportunidad de su vida para hacerlo pagar por sus crímenes, y no podía hacer nada. Una cosa que Cailan tenía claro, era que si él siguiese en el trono (que Loghain le arrebató), el general estaría muerto desde haría cuatro años, que fue cuando volvió. 

—Hey —la maga le cogió la mano—. Hay que trabajar más esa impotencia.

Cailan apartó bruscamente las manos de su mejor amiga y salió de la cafetería.  Sin que nadie se diera cuenta, alguien había estado presenciando toda la escena, y ahora se disponía a completar su informe.

En menos de un día, con la alteración del tiempo debido a las barreras, habíamos podido avanzar bastante nuestra búsqueda. Bueno, en realidad lo justo para atravesar toda la ciudad e internarnos en los bosques.

—Como no se nos ha ocurrido... No corras tanto, yo no tengo la suerte de poder potenciar mi velocidad con magia.

—Ha vuelto... Ha vuelto...

—¿Cuántas veces más vas a repetirlo? —protestó Loghain.

—¿Seguro que era Maric el parlateante incansable? —me quejé yo.

—Sí.

Aquella afirmación me hizo detenerme y Loghain casi choca conmigo.

—¿Por qué te paras ahora? Mira, hablando de Maric.

Mi ancha sonrisa le sirvió como respuesta a Loghain.

—Venga —dijo—. Si continuamos a este ritmo, llegaremos antes de la hora de comer.

Sonriendo de nuevo, asentí.

—Vamos.

Yo también había odiado siempre a aquel hombre que hacía diez años se pasó uno entero cometiendo cual crimen peor que el anterior. Pero desde que leí la historia de cómo Ferelden acabó con la ocupación orlesiana después de unos setenta años en guerra, y conocí al joven estratega que planeó todas las batallas, había sido imposible mirar a Loghain desde otra perspectiva. Lo había intentado con todas mis fuerzas, con todas mis ganas, pero cada vez me había resultado más difícil que la anterior. Loghain lo había perdido todo por culpa de la guerra contra Orlais, su casa, su madre, su vida, y se vio forzado a vivir como proscrito junto con su padre, y personas igual de desgraciadas que lo único que habían hecho era nacer del lado equivocado de la guerra. Hasta que Maric, el padre de Cailan y Alistair, le cayó encima. El para aquel entonces príncipe Maric, estaba huyendo de los traidores que acababan de matar y traicionar a su legítima reina por un puñado de oro sucio. Pero no fue hasta que Loghain salió en busca de unos exploradores de su campamento que estaban tardando demasiado en volver, cuando la verdadera identidad de Maric le fue revelada. Su campamento quedó arrasado y los dos jóvenes se adentraron en la peligrosa Espesura de Korcari en un intento por salvar sus vidas y encontrar al ejército rebelde para que Maric pudiera terminar lo que su madre empezó. Tal y como debía ser, después de muchos años, no sin antes pasar por muchísimas situaciones en que todo parecía perdido y en vano, como suele pasar en las guerras, que Maric logró expulsar definitivamente a los orlesianos de su reino y por fin pudo ocupar el lugar para el que había nacido. Durante todo ese período y más, Loghain y Maric se volvieron inseparables.

Yo sé que una parte de ese Loghain seguía dentro de él, escondida, o simplemente estaba ahí porque sí. La estaba viendo ahora mismo, sabía que Loghain nunca había sido realmente el monstruo que todos pintaban, que su lado de héroe sobrepasaba al de criminal. Sí, había matado a mucha gente y había dañado a tanta otra, pero la realidad era que sus planes distaban mucho de haber tenido éxito, y después de que los guardas grises lo reclutaran, poco podía hacer la corona, y Alistair lo sabía más que nadie, pues él también era guarda gris. Sobre las dos de la tarde, Loghain y yo llegamos a la sede de Girona y fuimos corriendo a la cafetería.

—¡Cailan! —dije tirándome sobre él.

—Lo siento —fue lo primero que dijo mientras me abrazaba.

Loghain se había quedado detrás de mí, acaparando algunas miradas. Cuando Cailan abrió los ojos y se separó de mí, se quedó mirando a Loghain con mirada asesina, pero no le dijo nada.

—Da nada —dijo Loghain.

—Gracias por todo —sonreí, aunque la indirecta no iba para mí.

—Ha merecido la pena si vuelves a sonreír de verdad —Loghain me devolvió la sonrisa (para sorpresa de todos) y se fue.

Durante el tiempo que Cailan había estado allí desde que había vuelto, había oído cómo Theron Kieran le decía a Lyna que Loghain iba a marcharse a Montsimmard en cuanto ella ascendiera Guarda Comandante.

La Gran Familia. El otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora