26 agosto

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—Me suena este sitio... —susurró Adri, y cuando se fijó en que en el mapa que había en la mesa, había clavada una daga justo en el reino del Imperio de Tevinter, el sobresalto que se llevó fue mayúsculo.

—Hola —una voz devolvió la atención del chico al asunto para el que se le había convocado.

—Hola Leliana —sonrió Adri—. ¿Para qué me has llamado?

—¿Recuerdas cuando te dije que te ayudaría a conseguir tu propia red de espías?

El chico asintió.

—Pues hoy ha llegado el día. Te cedo toda la mía, pero con tu permiso voy a quedarme con unos cuantos. Puedes irte.

Y tras unos segundos de silencio en que ninguno dijo nada, Adri sonrió.

—¿He pasado la prueba? —volvió a sonreír.

Leliana también lo hizo.

—Eres brillante. La gente tiene mucha razón cuando hablan de ti, son incapaces de decir nada malo. Los espías están repartidos por todo tu mundo, buscando posibles reclutas para los guardas grises.

—Pero... entonces no son espías del todo, ¿verdad? Son reclutadores —interrumpió el pícaro.

—Sí, pero por algo se empieza, no te preocupes por ello. También puedes ir por tu parte tejiendo tu red por todo Thedas. Porque como ya he dicho antes, la mayoría están en tu mundo, pero también tienes a gente por aquí. Lo bueno de que todo esto se haga en las sombras es que nadie va a reparar en ti, con eso quiero decirte que hables con la gente más importante de cada reino, hay gente de La Gran Familia en todas partes así que los que están lejos no supondrán un problema. Y no te preocupes porque Alba quiera ser bardo, en serio, mentiría si dijera que no es una vida difícil, pero no todos los bardos son íntimos de la Emperatriz de Orlais —dijo guiñándole un ojo.

—Muchas gracias por todo, Leliana.

—No es nada —sonrió.

Cuando el chico salió, no tuvo tiempo de ver la enorme luna antes de que todo se volviera oscuro.

—¿De verdad hemos pillado a Adri con la guardia baja? —susurró una voz conocida.

—Déjalo que descanse, no puede estar siempre pendiente de todo, estar las veinticuatro horas del día, todos los días en guardia, con las barreras que hay, es una pérdida de tiempo.

—¿Alba...?

Cuando el pícaro abrió los ojos, se encontró en la parte superior de los establos de Feudo. Había poca luz salvo por un pequeño fuego y los rayos de la luna. Al lado de su chica había una mujer joven de ojos gris oscuro y que tenía una media melena ondulada y castaña que Adri conocía muy bien.

—Hola —saludó ella.

—¿Chara?

—Esa misma.

Charade Amell, la prima de Andrea Hawke.

—¿Qué queréis? —preguntó el pícaro.

—Como seguramente ya sabrás, Chara es una Jenny...

—¿Una qué? —interrumpió Adri.

—Una Red Jenny.

—Ah sí, es verdad, me lo habían comentado —recordó el pícaro.

—Lo que quiero decirte —continuó Chara—, es que puedo ayudarte con el tema espías hablando con todos los Amigos de Jenny La Roja.

—¿Son espías?

—Bueno, no puedo contarte mucho sobre nuestra organización...

—Entonces no me interesa —la interrumpió Adri levantándose—. Bastante a ciegas vamos ya.

Alba cambió el peso de una pierna a la otra, algo incómoda; y Charade suspiró.

—Está bien —cedió.

Adri sonrió y dio media vuelta para escuchar la propuesta de las pícaras.

—En serio que no puedo contarte mucho, pero es una oferta que merece mucho la pena porque te puede resultar muy beneficiosa a la hora de construir tu red de espías.

Adri se cruzó de brazos y levantó una ceja.

—Joder —se quejó Chara al ver su actitud puramente pasiva y mirando a Alba—. Es bueno eh —dijo.

—El mejor —sonrió su chica.

—Déjame reformular la propuesta. Si quieres construir tu propia red de espías desde cero... y a escondidas de Leliana, deja que los Amigos de Jenny La Roja te ayuden. Te conseguiremos información y favores de los nobles de todos los reinos de Thedas... y te ayudaremos a financiarla, porque para construir una buena legión como la que seguramente vayas a hacer, necesitarás dinero.

Adri quiso quedarse con la boca abierta tras lo que acaba de oír, pero su máscara de profesional se lo impedía, aunque sus ojos no pudieron disimular tanto la sorpresa como él hubiera querido. Unos segundos de silencio hicieron sonreír a Chara y Adri.

—La organización ha cambiado mucho desde que se creó —empezó a explicar la prima de la Campeona—. Ahora nos dedicamos un poco a eso, a robarles el dinero a los nobles fraudulentos y dárselo a quién de verdad se lo merece... siempre y cuando a nosotros también nos beneficie de alguna manera, claro. Hacemos tratos en los que todos aportamos y salimos ganamos por igual. Eso incluye descubrir secretos de la nobleza thedosiana, cosa que es perfecta para todo. Nadie te va a negar una petición si conoces todos los secretos que poseen. Trabajamos en células y no tenemos un líder que las mande todas, ya que en las propias tenemos a uno o dos jefes. Deberías aceptar mi oferta porque con el tiempo... quién sabe, toda la información y parte del dinero que ganamos iría directamente a ti. Sería como si todas las células trabajaran para ti.

Adri meditó la suculenta propuesta que le acababan de hacer... pero solo para disimular que en el fondo no se lo iba a pensar ni dos veces a la hora de aceptar.

—Si dices que hacéis tratos en los que todas las partes acaban igual de contentas... ¿En qué os beneficia ayudarme a mí? —quiso saber antes de dar el sí definitivo.

—Eso es depende de la faena que hagamos. Y de eso sí que no te puedo decir nada hasta que entremos en acción, básicamente porque solo lo sabremos entonces.

Adri siguió meditando. ¿Y qué es lo que pensaba tanto si desde un principio tenía claro que iba a aceptar? Os preguntaréis. Pues desde Trespasser, mi mejor amigo tenía la sensación que independientemente de lo que pasara con la Inquisición, el trabajo iba a hacerse igual, pero en las sombras. Y que tal y como dijo Andrea Trevelyan, todo lo iban a llevar a cabo Leliana, Amber y Evelyn solas, cosa que acabaría por estallarles en la cara, tal y como iba a pasar en el momento en que Adri, Andrea y yo nos conectáramos en serio y nos diéramos cuenta de que no en todas las historias de héroes tiene que haber solo un protagonista.

—Me parece perfecto —aceptó por fin.

—Investigaremos a los espías que Leliana te ha dejado aquí para asegurarnos de que no le cuentan nada a ella —dijo Alba—. Porque es muy probable que les informen de todos tus movimientos y teniendo en cuenta lo que me dijiste sobre su complot con Evelyn y Amber...

—Yo te puedo asegurar que mi prima no sabe nada —intervino Chara y la confesión sorprendió a Adri—. Está igual que todos, así que te sugiero que confíes en ella si necesitas cualquier cosa.

Adri respiró emocionado y un runrún que marcaría su futuro cuando se diera cuenta empezó a sonar en el fondo de su ser.

La Gran Familia. El otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora