30 enero

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Feudo era un lugar que me tenía completamente enamorada, bueno, como Thedas en general, y tener una habitación propia allí era como tenerla en el séptimo cielo.

—Yo tengo que entrenar. ¿Te acuerdas cuando me dijiste lo de que yo me fuera a estudiar y tú hicieras de Inquisidora? Pues es exactamente lo que va a pasar hoy —sonrió sarcástica Evelyn—. Tú te vas a ir a las Tumbas Esmeralda, que ya te sabes el plan de hoy, y yo mientras tanto entreno para...

—¡Vale! —exclamé sonriente interrumpiéndola.

Me paseé por Feudo un momento para entregar una cosa y junto a, Varric, Dorian y Cassandra fuimos a las Tumbas Esmeralda.

—¿Cuál es el plan de hoy? —preguntó Varric.

—Destruir el fragmento de lirio rojo que hay aquí y recoger algún fragmento de la oculara, si hay por el camino —dije mientras me creaba un mapa mental del lugar.

Seguimos caminando por el hermoso bosque hasta que dimos con una grieta.

—¡Mierda! ¿Y ahora qué hacemos? Solo Evelyn puede cerrar eso —dijo Cassandra.

Dorian se había quedado como de piedra, mirando.

—Pues tendremos que rodearlas —dije girando hacia la izquierda.

Poco a poco, nos fuimos acercando al fragmento, que estaba vigilado por un templario rojo y dos sombras ¿o son dos horrores? Mph, no controlo aún este tipo de especie.

Luchamos contra ellos y nos acercamos un poco al fragmento.

—Cassandra destrúyelo, pégale una patada —ordené.

—¿Yo? Ya sabes que no podemos tocar el lirio rojo.

—¿Y cómo lo destruimos entonces? —pregunté.

—Tú eres maga, controlas el fuego, haz que explote.

Asentí y con una pequeña explosión se destruyó el fragmento, dejando ir un ligero polvillo, que no debíamos respirar ni permitir que nos entrase en los ojos.

Siguiendo no muy lejos de allí, el suelo empezó a temblar, pero solo a ratos y de forma leve.

—¡Gigante! —exclamé sin acabar de levantar la voz.

—¿Qué hacemos? —preguntó Cass.

—Luchar con él no, evidentemente.

—¿Por qué? Los gigantes no son cosa que solo pueda manejar Evelyn —se burló Varric.

—Pues venga, encárgate tú, ya que tienes tanto tiempo libre —dije.

Varric miró a sus compañeros.

—Creo que hay una manera de esquivarlo... —sonreí, andando hacia unas antiguas pero bonitas ruinas.

—No sabía que aquí había un clan de elfos dalishanos... —susurró Varric.

Despacio me fui acercando al elfo que parecía estar al mando.

—Hola —saludé de forma cordial.

Éste me miró de arriba abajo con los ojos entrecerrados.

—Esperaba a otra persona —susurró.

—Sí, puede ser —sonreí—. Es que no ha podido venir y me ha enviado a mí.

—Oh.

—¿Qué estás haciendo aquí?

El elfo dudó un poco antes de explicarme el plan.

La Gran Familia. El otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora