21 enero

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Vik estaba en su casa haciendo una video llamada con Amber por Skype.

—Esta semana tengo que entregar el guion y aun no lo he ni empezado.

—¿Cómo qué no? Bueno tú tranquilo, no te estreses que aún será peor, ¿puedo ayudarte en algo?

—¿Tienes todas las escenas y absolutamente todo lo demás?

—Sí.

—¿Y yo?

—Te lo he pasado todo, y a todos tus dispositivos.

—Vale, déjame comprobarlo todo un momento.

—Ningún problema, aprovecharé yo también para mirar si lo tengo, por si acaso.

—Gracias Amber —sonrió Vik.

—No me las des.

—¿Lo tienes todo?

—Sí.

—Perfecto, yo también. Podrías editar lo que tenemos ya y así adelantamos faena.

—Vik, yo creo que antes de editar nada deberías grabar toda la película.

—Si bueno, pues ya me explicarás como, porque yo no puedo grabar sin la cámara principal.

—No te preocupes, mira, ¿has dicho que aún no has empezado el guion? Como esta semana no vendré hasta el domingo, dedícala a acabar con ese maldito guion —sonrió.

Vik agradeció la muestra de apoyo que le estaba brindando su compañera.

—Ya te dije que hablé con ellos, y mientras no deje de trabajar, puedo estar yendo y viniendo —sonrió.

—Estoy impaciente por que nos enseñes todo lo que tienes, y lo que tienen.

—Intentaré cuadrar horarios y enseñaros todo lo que está pasando con Dragon Age 4 —dijo solemnemente, poco rato antes de colgar, aunque nunca cumplió con su promesa.

La hacker cometió el gran error de pensar que siempre sería así, que nadie se atrevería a cuestionar sus conocimientos debido a su privilegiada posición. Graso error, pues a partir de dos mil veinte, alguien le iba a dar la vuelta a la tortilla en la que se había convertido aquella situación...

La Gran Familia. El otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora