13 octubre

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Después de unos días alejados de casa, Niall y Kate volvían a Girona para ir a ver el partido del equipo local, en el que jugaban Evelyn Trevelyan y Ellana Lavellan, de La Gran Familia.

—Hey, cuánto tiempo —me saludó Niall—. ¿Me has echado de menos?

—Mucho —intenté sonreír.

Como era costumbre, Niall se saltó el proceso de preguntar qué me pasaba para darme un abrazo y obligarme a contarle por qué tenía esa cara. Con la ayuda de los otros Spar Citylift Gironers, Niall y Kate se pusieron al día, y cuando el irlandés me preguntó por Cailan, mi silencio habló por mí. El guerrero levantó la mirada y vio como los tres protagonistas de la reciente polémica bajaban por las gradas para situarse en sus sitios respectivos, Niall saltó del suyo y Zayn, Cullen y Andrea Trevelyan tuvieron que sujetarle antes de que mi tutor legal le partiera la cara al ex rey.

—¿Qué hacéis aquí? —preguntó Melissa bufando.

—No vamos a perdernos algo que disfrutamos y nos gusta por vuestra culpa —gruñó Cailan sin apartar la mirada de Niall.

El partido acababa de comenzar, así que, con mucho esfuerzo, todos se sentaron e intentaron distraerse, cosa que no duró mucho. Kate y yo nos intercambiamos el sitio para que ella pudiera tranquilizar a Niall y para que yo pudiera hablar con Cailan, aunque no pasó mucho tiempo antes de que volviéramos a nuestros respectivos asientos. Mientras tanto, Melissa también intentaba hablar con Alistair. Al final, pasados unos dos minutos del segundo cuarto, padre e hija se fueron escaleras arriba para mantener una conversación que no duraría mucho.

—Recapacita, piensa en todo lo que estás haciendo —intentó la princesa.

—Ya lo he pensado —Alistair se cruzó de brazos y se apoyó en la pared—. Llevo mucho tiempo pensándolo.

—No puedes renunciar a la corona, y menos por detrás, ¿qué clase de rey eres?

—Ya, ninguno.

—¿En serio? —protestó Melissa—. Joder. Pensaba que nunca más íbamos a volver a pelearnos, ¿sabes?

—No me pongas esa excusa, Melissa Theirin —interrumpió Alistair—. Eras tú o yo, y no puedo renunciar a mi heredera, sobre todo siendo viudo.

—Y teniendo a una maga como amante —protestó la princesa.

—Ya sabes cómo va el proceso, mis consejeros me hubieran obligado a casarme otra vez.

—Tu segundo ligue después de la muerte de mamá —replicó la pelirroja con una mueca—. Al menos con este no hubieras tenido que esconderte, ¿seguro que no te hubiera salido más a cuenta?

—¿Para qué querías hablar conmigo? ¿Para recordarme otra vez mis errores? —gruñó su padre.

—Si te arrepintieras de lo tuyo con Rosie no seguirías con ella.

—Tú qué sabrás —resopló con desdén el actual rey de Ferelden.

—De todos modos, no quería hablar de eso. Quiero convencerte de que vuelvas.

—Joder, pues se te da de pena. No voy a volver. Me da igual lo que digas, me da igual los argumentos que te inventes. No quiero saber nada de ti, ni de Ferelden, ni de La Gran Familia.

E indignado como se había ido, volvió a su sitio, seguido por Melissa, que se había quedado de piedra ante las duras palabras de su propio padre. Unos segundos antes de llegar a la media parte, y después de que sobre todo Kate insistiera, al final, Cailan decidió hablar conmigo.

—Has dicho que no ibas a intentar convencerme, te escucho pues —dijo.

—Te debo una explicación de todo —empecé—. Déjame que te cuente todo lo que quiero contarte, cuando esté te avisaré.

La Gran Familia. El otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora