8 febrero

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—Iker, ¿quieres empezar tú? —preguntó Adri.

—Sí. A ver, primero de todo, no podemos pretender que Emma cambie de actitud así de repente, porque yo cambié rápido de plan cuando me explicasteis lo que pasaba, pero cada uno necesita su tiempo. Si bien, a Emma ya se la expulsó una vez de los Wolves y luego se la perdonó con la condición de que cambiara de actitud.

—Al menos no hay que empezar con ella desde cero, ya que esta actitud no la tiene siempre, ¿verdad? —dijo Alba.

—Y ha venido a todos los eventos que hemos hecho —coincidió Adri.

—Pero esto hay que solucionarlo, porque a Marce no le dimos tantas oportunidades como le estamos dando a Emma —continuó Iker—. Hay que pensar algo, buscar soluciones porque como esto siga así nos veremos obligados a echarla, esta vez para siempre —terminó mirándonos a mí y a Adri.

—¿Qué hacemos pues? —preguntó Lola.

—Tenemos que darle un ultimátum —añadió Pau, rompiendo el silencio.

—Eso es un poco...

—¿Es un poco qué, Adri? —inquirió Pau levantándose—. Es la única forma de cambiar las cosas y de hacerle ver que aquí, o se trabaja, o cuando vayamos a Tevinter se la van a comer viva. Como Emma actúe igual que está actuando ahora va a durar allí lo mismo que un engendro tenebroso rodeado por una treintena de guardas grises.

—Me encanta que haga esas referencias... —le susurré a Mel.

—Ribas está muy metido en el papel —sonrió ella orgullosa.

—Tenemos que planearlo muy bien y llevarlo a cabo perfectamente.

—Votos a favor del ultimátum E —dije sonriente.

—No—contestó Adri—. Esto no hay que votarlo, se hace y punto. Ribas tiene toda la razón del mundo. Seguiremos en contacto —terminó antes de marcharse.

La Gran Familia. El otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora