20 agosto

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Algunas personas de La Gran Familia llevaban conmigo desde que tenía tres años, como por ejemplo, mi mejor amiga Paula Papillón, que hasta el año pasado no había probado el cambio a humana. Era un tanto blanca de piel y en verano, con el calor, le salían pecas. Tenía el pelo negro y normalmente lo llevaba recogido en dos colas. Su color de ojos a veces variaba según como le diera la luz, por lo general los tenía marrones, pero cuando le daba mucho el sol parecían verdes. Ella también tenía su propia historia de heroína, de la que se llevó un sombrero mágico que había pertenecido a su familia desde siempre. Aunque gracias a su forma humana podía usar su magia sin necesidad de llevarlo, estaba aprendiendo cómo hacer que la ayudara a potenciarla.

Cuando Theron llegó, yo tenía seis años, ella cinco y él veinte y desde entonces hemos sido inseparables. El elfo pelirrojo fue, es y siempre será nuestro hermano mayor. Ellos dos compartían una habitación en ambas sedes y justo en aquel momento en la de Denerim era donde estaban.

—Oye Theron. Estaba en el baño reflexionando y se me ha ocurrido una cosa. ¿Y si Elissa murió en realidad, de la misma enfermedad que Rowan, como en un principio se había dicho, y no por recibir la cura de la Llamada?

Theron arqueó una ceja y miró a su mejor amiga como si ésta le estuviera hablando en otro idioma.

—Creo que deberías dejar de ver Castle, está empezando a ser una mala influencia —contestó el elfo chasqueando la lengua.

—¡No! —replicó Paula—. ¡Lo digo en serio!

Antes de contestar, el elfo suspiró, dejó el móvil boca abajo en la cama y se cruzó de manos, todo ante la atenta mirada de Paula, quién se sentía profundamente ofendida.

—A ver. Supongamos por un momento, que tienes razón. ¿Por qué iba Elissa a mentir sobre la causa de su muerte?

—No lo sé —Paula se encogió de hombros—. Quizá fue porque Nelika vio algo... —pensó.

—¿Algo tan importante como para mentir sobre algo así? No, no lo creo. Si eso fuera posible, Leliana, Morrigan, Alistair y yo, lo sabríamos.

—Depende.

—¿Depende de qué?

—Ya sabes que adelantar acontecimientos puede ser peligroso.

La incredulidad de Theron pasó a convertirse en ignorancia.

—¿Y?

—Pongamos un ejemplo: Nelika presencia una escena donde aparecéis todos o alguno de vosotros, pero, en dicha escena, pasa algo que podría alterar para mal, el presente que se vivía en aquel momento.

—Eso no tiene ningún sentido. ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra?

—Exacto, aún no tiene sentido porque todavía estamos en la fase de preguntas. ¿Cómo empezó? ¿Cuándo empezó a empezar? ¿Por qué pasó? ¿Y qué relación tienen en común las personas implicadas en este caso?

—¿Seguro que no está ejerciendo una mala influencia en ti el ver tanto esa serie? ¿Cuántos capítulos ves al día?

—Perdona, gracias a la existencia de esa serie sé que quiero ser en la vida.

—¿Ah sí? Pues mucha suerte encontrando a tu Castle, Paula Beckett —se mofó él.

Mientras Theron se esperaba que Paula riera sarcásticamente, la respuesta que siguió a su broma no tuvo nada que ver.

—¡Pues claro! —exclamó justo antes de salir corriendo.

—¡Paula! ¡Hey! ¡Oye adónde vas! —pero la adolescente ya se había alejado rápidamente de allí.

Paula tenía tres hermanos menores; Paulina, más conocida como Pauli, que era un año menor que ella, Julio e Iker. La segunda hermana mayor tenía el cabello marrón y los ojos del mismo color y también era maga.

—¿Ha pasado algo hermana? Te veo un poco alterada.

—Tenemos un caso que investigar, Paulina Castle.

—¿Un caso? —exclamó entusiasmada su hermana pequeña—. Por supuesto Paula Beckett, ¿de qué se trata?

—Te lo explico de camino a la cafetería —sonrió.

Las dos adolescentes de quince y dieciséis años se encaminaron a la cafetería de la sede mientras bromeaban sobre que deberían cambiar sus nombres de, Paula y Paulina Papillón a Paula Beckett y Paulina Castle. Cuando llegaron, la mayor le explicó a la pequeña exactamente lo mismo que le había contado a Theron.

—¿Y cómo vamos a resolver eso?

—Fácil. Tú quieres ser forense, ¿verdad? Pues practica. Mientras tanto yo iré a hablar con los sospechosos.

—Ya. Pero te olvidas de algo.

—No, no creo.

—No es lo mismo examinar un cuerpo que examinar unas cenizas. ¿Qué? No me pongas esa cara, toda La Gran Familia y medio Ferelden vino al funeral, ya deberías saberlo.

Después de unos breves segundos de silencio, Paula volvió a hablar.

—Ya. Pero, nosotros, en especial tú, que tendrás que cumplir con la parte práctica, tienes algo que los demás forenses no tienen.

—¿Que a mí aún me queda un curso de ESO? —preguntó con ironía.

—No —resopló Paula—. Eres maga, seguro que eso puede ayudar.

—¿Tú crees?

—¿Vamos a comprobarlo? —sonrió.

—Está bien, pero antes de que vayas a hablar con los sospechosos acompáñame a ver a Elissa.

—Pues claro hermanita, ese era mi plan.

Las hermanas visitaron el lugar donde reposaban las cenizas de la reina, y después de dejar una rosa en el lugar, Paulina guardó unas pocas en una bolsita.

—Vale. ¿Qué se supone que voy, o qué tengo que averiguar analizando esto?

—Descubrirás la causa de la muerte, se supone que puedes encontrar dos cosas: la enfermedad de Rowan, o la corrupción de los engendros tenebrosos.

Una vez volvieron a Denerim, después de haber repasado su plan unas cincuenta veces, Paula buscó a Morrigan, la primera persona a la que iba a interrogar; y Pauli investigó para encontrar un lugar dónde poder estudiar las cenizas con tranquilidad. 

La Gran Familia. El otro ladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora