Padre e Hijo

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Isaak nunca se imaginó perder a su maestro de la manera cruel, nunca le reprocho su idea por la traición, eran cosas que podían pasar, creer en cosas que posiblemente estarían en lo correcto, le había dolido tanto cuando se entero que había muerto, pero qué más daba, él simplemente se dedicó a serle fiel, ser el mejor alumno, ahora, era un general marino y estaba orgulloso, había una vez que si se vieron.

Y ese día jamás lo olvidara.

Ese día recuerda perfectamente bien, Isaak había ido a Siberia, con la intención de poder entrenar un poco, solamente que alejado de su maestro y compañero, no tenía la necesidad, sin embargo, tenía un deseo, ver por última vez a su maestro, no porque supiera su muerte a futuro, sino porque no lo vería, como general marino, no estaría dispuesto a verse y tomaría cargos muy superiores a cualquier caballero o marino.

Y era evidente que cuando llegó al sitio de entrenamiento en donde solía entrenar junto a Hyoga, lo logró mirar.

Miro como el francés indicaba cientos de cosas a Hyoga, explicando tal parecía, mientras que el simplemente estaba ahí, solo, sintiendo el aire frío de aquel paisaje de glaciares.

Dejó todo por la paz y decidió irse, sería doloroso si se quedaba ahí, no quería sentirse como su corazón se achicaba se apretaba con ver como su maestro podía prestar más atención a ese santo de bronce que él.

Durante los días de entrenamiento, llegó el momento, su entrenamiento había dado frutos y con ello el regreso a su nuevo hogar, mirando en su entorno, como los paisajes helados seguían intactos, le hizo sentirse miserable.

Kanon lo esperaba, era el único que sabía quién era aquel general marino misterioso, que ocultaba su rostro de otros generales, inclusive Sorrento le temía. El gemelo se alejó, dando por finalizado que tenía que regresar al templo de Poseidón.

Quedó por unos momentos ahí, sintiendo la fresca y helada brisa, hasta que tomó su maleta, listo para irse, aquella bolsa que posiblemente era ropa de entrenamiento o cosas por el estilo, antes de que se sumergiera y se perdiera en la frías aguas, una voz, conocida para él, fue quien lo detuvo, su pecho se aceleró, temiendo que obtuviera un reclamo o algo por el estilo.

Siguió dándole la espalda, pensando que sería una buena opción que verlo y correr hacia él, no quería hacerse ilusiones, no quería ser débil ante la situación, ya no.

— Isaak.

Su voz sonó calmada y tranquila, no parecía molesto como se había imaginado el menor, sin embargo no podía girarse a verlo.

— No piensas ver a tu maestro, a tu padre.

Esas palabras habían sido poco, realmente le tenía un enorme afecto, bajo la mochila que ya estaba en sus hombros y giró con lentitud, mirando al hombre que estaba ahí enfrente. Camus detonó una calma, no sonreía, pero tampoco estaba enojado, estaba claro que estaba feliz.

— Me da gusto que sigas con vida.

Camus camino hasta el peliverde, llevó su mano al hombro de este y finalmente una sonrisa surgió, Camus lo abrazo, le importaba poco que sus amigos en el santuario, pensaran que era el más frío, los únicos que sabían de su forma de ser eran sus alumnos y Milo, aquel bicho que era molesto, según Camus. Isaak solo pudo estar ahí, en silencio, su garganta comenzó a ser molestia al momento de pasar saliva, podía jurar que lloraría.

— Veo que te iras, pero a menos me da gusto saber que estás bien, que estás vivo. Ese día que ayudaste a Hyoga, yo fui por ti, pase horas buscando bajo las aguas heladas, nunca pensé que perdería a uno de mis hijos ese día.

— Maestro...

Finalmente Isaak habló, con voz temblorosa y bajando la mirada.

— Isaak, no debes de tener vergüenza, estuviste herido, puedo verlo.

Los dedos de Camus tocaron aquella cicatriz, esto puso nervioso a Isaak, Camus lo abrazo de nueva cuenta, pudiendo así darle un sentimiento de protección y seguridad.

— Siempre te apoyare, sin importar que suceda Isaak. Hyoga lo hará igual, ambos son como hermanos, ambos son como mis hijos.

Camus se separó, mirando a Isaak quien seguía en silencio.

— Maestro, lamento todo lo que hice, siento la necesidad de dejar todo lo que hago para estar de vuelta con usted, siento horrible estar lejos de la persona que tanto me apoyó que nunca perdió las esperanzas...

Derramó lágrimas, era evidente que le dolía.

— Quisiera que usted entendiera la situación, que nada es fácil, me gustaría regresar y abrazarlo como esas noches frías, usted es el mejor. Lo quiero mucho, lo amo demasiado maestro.

Camus sintió ternura, el amor que Isaak tenía era como el de un padre que ama a su hijo y viceversa, era evidente, desde muy pequeño los cuido y ahora todo era diferente. Se acercó al muchacho, lo tomó de las mejillas y beso su frente, para finalizar con un abrazo, que hizo sentir aún peor al peliverde.

— Siempre te amare, eres mi hijo, cueste lo que cueste.

-

Ese día Isaak había cambiado, tras enterarse de la muerte de Camus, culpando enormemente a Hyoga por todo lo que sentía, era claro, amaba a su maestro, era admiración y amor, tenía todos esos sentimientos hacia su maestro y ahora, Hyoga se lo había arrebatado, todo por no comprender lo que había hecho.

Pero finalmente hizo pagar todo, pero a qué costo...

Con su propia vida.

Isaak quedó malherido tras la batalla contra Hyoga, reconociendo lo fuerte que se había hecho y el motivo por la cual Camus había intercambiado su vida por la de Hyoga. Una sonrisa débil se dibujó en su rostro. Sus ojos veían borrosos y entre medio del dolor y sufrimiento, logro sentir aquella presencia tan conocida, tan preciada que al dirigir su vista hacia cierto punto vio reflejado la persona que tanto esperaba ver, su sonrisa seguía, viendo como ese hombre se acercaba, sintiendo la mano helada sobre su mejilla y finalmente escuchando su voz.

— Isaak, mi querido Isaak, has luchado bastante bien, te mereces un descanso.

— Si, lo hice muy bien.

Isaak respondió, entre jadeos, mientras trataba de quedarse sentado, pero era imposible, el dolor le impedía que se moviera.

—Isaak, vamos, hay muchas cosas que hacer y necesito de tu ayuda. Eres el más indicado para hacer esto.

Isaak miró la mano de su maestro, había sido extendida hacia él, Isaak la estira, pero antes de tocar aquellos dedos, siento que su vida está dejando su cuerpo, que su cosmos ha desaparecido y que su poca respiración se desvanece, para pronto quedar en el sueño eterno.

-Fin.



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Hola

He hecho esto en recompensa por ese "Oneshot" de Degel x Camus, realmente no me salio la inspiracion para esos dos, en cambio si me salio para hacer una especie de Loveboys muy suave de Camus e Isaak. 

Pero en fin, espero y les haya gustado. 

No contuvo una pareja pero a menos obtuvo una bonita relacion, a menos eso lo veo yo. 

Muchas gracias por leer.


Oneshot's [Saint Seiya] YaoiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora