Capítulo 36

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Numero desconocido

Gracias por dejarnos disfrutar de este viaje juntos.

 

Decía el mensaje acompañado de una foto de un ticket de avión de la misma aerolínea de Rodrigo y con el mismo destino, sólo que tenía el nombre de su secretaría.

Lucero sintió un coraje enorme, pero pensó en que tal vez sólo era una broma de Jazmín para molestarla.

Lucero

No te creo, déjame en paz, Rodrigo no te quiere.

Numero desconocido.

Eso te hizo creer a ti.

 

Lucero estaba escribiendo para responderle cuando Jazmín le envío otra foto, era ella recargada en el hombro de Rodrigo, él miraba por la ventanilla del avión, traía la misma ropa que llevaba ese día así que no necesitaba más pruebas para saber que lo que le decía Jazmín era real. Su esposo estaba viajando con su amante.

Sintió que todo a su alrededor le comenzaba a dar vueltas, pero eso no evitó que comenzará a caminar con prisa hasta llegar a su auto.

-Disculpe.- Le dijo una mujer con la que chocó y mojó con un poco de agua natural el vestido de tela tipo mezclilla azul marino que traía Lucero.

-No importa, fue mi culpa.- Contestó Lucero antes de continuar su marcha.

Al llegar y sentarse en su lugar de piloto, comenzó a derramar todas las lágrimas que había tratado inútilmente que no salieran en frente de toda la gente con la que iba chocando dentro del aeropuerto, aferrada al volante y recargando la frente en él, no paraba de llorar.

-Lucero ¿estás bien?- Le preguntó una de sus escoltas que la esperaban detrás de su auto.

-Vámonos.- Fue lo único que articuló antes de poner el vehículo en marcha y acelerar como si en una carrera de autos estuviera.

Durante todo el camino no dejaba de llorar, perdió la cuenta de cuantos semáforos en rojo se cruzó sin importarle nada además de estar a punto de chocar un par de veces por ir manejando de forma tan arrebatada.

Cuando llegó a su casa ni siquiera quiso tomarse el tiempo de meter su coche a la casa, lo dejó estacionado afuera y entró corriendo, incluso el pobre cachorro San Bernardo fue ignorado por completo cuando emocionado recibió a la que consideraba su dueña y ella se pasó de largo sin verlo por lo menos.

Subió hasta su habitación no sin antes ir aventando y destruyendo todo lo que encontraba a su paso, las finas telas de su cama las deshizo con sus propias manos rompiendo cada sabana recordando que la noche anterior habían tenido una reconciliación muy apasionada. Después entró al clóset y sacó toda la ropa de Rodrigo que estaba perfectamente acomodada, destruyó unas cuantas camisas y lo demás simplemente lo lanzaba lejos.

-Eres una completa estúpida.- Se dijo a sí misma viéndose llena de coraje en el espejo de su tocador.

Lucero se veía física y emocionalmente terrible, tenía los ojos enrojecidos al igual que las mejillas por tanto llorar de la rabia y dolor que sentía en esos momentos, abrazando sus rodillas se quedó tirada en medio de todo aquel desorden que ella misma había provocado en la habitación.

No sabía cuanto tiempo llevaba ahí, pero su celular llevaba varias veces sonando, pensó que era Rodrigo para avisarle que ya había llegado y por eso lo ignoraba, sin embargo, después recordó que había quedado en ir con su padre y seguro seria él.

A la derivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora