Capítulo 14

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-Primero me corres y ahora me traes casi arrastras adentro ¿Qué te pasa?- Preguntó Fernando confundido dejando su maleta al lado del sillón.

-Que se vaya, que se vaya..- Repetía una y otra vez Lucero caminando de un lado para otro con la mirada clavada en el piso beige.

-¿Yo? Pero si tú me hiciste que entrara de nuevo- Se encogió de hombros extrañado por su actitud.

-No puede ser.- Se decía a sí misma, mientras se sentaba en el piso abrazando sus piernas y enterrando su cabeza en ellas.

-Lucero ¿estás bien? ¿qué pasa?- Fernando se preocupó y se acercó a ella poniéndose en cuclillas frente a ella.

-¡No me toques, suéltame!- Gritó Lucero y se echo para atrás cuando Fernando le tomó una mano.

-Está bien, está bien, cálmate ya me voy entonces.- Tomó su maleta y se disponía a salir.

-No Fernando no te vayas por favor, quédate.- Le pidió Lucero al borde de las lágrimas.

Fernando no entendía porque Lucero de un momento había tomado esa actitud, dejó la maleta y se acercó de nuevo a ella pero sin tocarla.

-Me estás preocupando Lucero ¿Qué tienes?- Dijo al ver como temblaba y repetía muchas cosas que no alcanzaba a entender, quería tocarla pero sentía que se alteraría de nuevo. -Te voy a tocar para que te levantes.- le avisó.

Esta vez Lucero no puso impedimento alguno en que la tocara y se levantó del piso mientras Fernando la sostenía por los brazos, en cuanto estuvieron los dos de pie, ella se lanzo a su pecho aferrándose a él, Fernando no supo que hacer pero también la abrazo por instinto, se quedó en silencio sobando su espalda mientras Lucero sacaba todas las lágrimas que tenía guardadas.

-¿Te quieres sentar?- Le preguntó después de unos minutos, Lucero entre sollozos asintió con la cabeza, Fernando la sentó lentamente pero tuvo que sentarse también pues Lucero no lo soltaba.

-¿Por qué si te pusiste así no quieres que me vaya?- Preguntó Fernando después de varios minutos cuando sintió a Lucero tranquila. -¿Lucero?-.

No sabía cuanto tiempo llevaban ahí pero Lucero se había quedado dormida recargada en él, no quería moverse para no despertarla así que se quedó quieto tratando de pensar el por qué de la actitud de Lucero, estaba desconcertado y no encontraba respuesta a lo que acababa de ocurrir, a consecuencia de que estaba todo en silencio y no podía moverse, Fernando se quedó dormido también inundando sus cosas nasales del aroma de Lucero.

Sonaba un timbre pero ninguno de los dos le hizo caso, sonó una, dos, hasta tres veces cuando Lucero se obligo a abrir los ojos, no entendía bien que hacía ahí, cuando levanto la cabeza y vio que estaba abrazada a Fernando se levantó de inmediato, él no se movió sólo se acomodó mejor en el sofá.

Aquel timbre sonó de nuevo, era el teléfono de la casa, cosa que extrañó a Lucero pues a ese teléfono casi nadie llamaba.

Se acercó al librero color tabaco en el que estaba el teléfono y vio el número de la llamada entrante en la pequeña pantalla que emitía una luz naranja.

-Hola amor- Contestó nerviosa poniéndose el teléfono en la oreja.

-Te he llamado infinidad de veces al celular y a la casa ¿Por qué no contestabas?- Dijo Rodrigo del otro lado.

-Ah, es que…- Pensaba en que decirle pero nada se le ocurría.

-¿Qué pasa Lucero?- Preguntó Rodrigo desconcertado.

-No, nada, es que estaba dormida- Eso era real.

-¿Y Fernando ya se fue?-

-Si, desde la mañana- Mintió volteando a ver a Fernando que seguía dormido en el sillón.

A la derivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora