Capítulo 35

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-¿Ya te vas?- Le preguntó Fernando a Lucero cuando la vio salir de su oficina con su bolso.

-Si, como hoy Adriana estuvo dándonos instrucciones de lo que quería, terminamos más rápido.- Sonrió acercándose a él. -¿Tú?-

-No aun no, tengo varios papeles que revisar aun.- Torció los labios en un gesto de desagrado mientras le enseñaba una carpeta que había ido a recoger a recepción.

-Mala suerte la tuya.- Bromeó Lucero.

-Ya sé, pero tú ¿Cómo has estado?-

-Bien mucho mejor que en otros tiempos.- Dijo con una gran sonrisa en los labios.

-¿Y eso por qué?- Se interesó Fernando.

-Porque en todo me está yendo muy bien, me siento realizada trabajando en algo que me gusta mucho además sabiendo que Julián no puede hacerme nada, me hace sentir muy tranquila.- Contestó Lucero.

-¿Julián sigue en el hospital o ya está en el reclusorio?- Había pasado poco más de una semana de aquel suceso y no había tenido mucho tiempo para hablar con Lucero así que no sabía en que habían quedado las cosas.

-Está en coma así que sigue en el hospital y cuando despierte lo más seguro es que nos confirmen que quedó cuadripléjico.- Torció los labios.

-¿Por qué esa cara? Supongo debes estar feliz porque gracias a eso ya no se te va a acercar.- Comentó Fernando sin entender el gesto de decepción de Lucero.

-Ya sé, pero a pesar de todo el daño que me hizo, no estoy feliz por la situación en que se encuentra porque no le deseo el mal a nadie.- Se encogió de hombros.

-Eres una mujer muy noble y de corazón enorme.- Dijo Fernando pensando inconscientemente en cuanto la admiraba.

-Gracias.- Sonrió apenada. -Bueno, te dejo porque quedé en ir por Rodrigo a su oficina.-

-¿Por qué?- Preguntó sin pensarlo.

-Ah es que su coche está en el taller y le dije que yo pasaba por él para irnos a casa.- Lucero se extrañó un poco por su pregunta pero no le dio importancia.

-Con razón, bueno no te corro pero ya vete y no hagas esperar más a tu esposo.- Dijo Fernando haciendo énfasis en la última palabra.

-Lucero, creí que ya te habías ido.- Gritó Adriana saliendo de su oficina.

-No, bueno justo ahorita ya me voy ¿por qué? ¿Necesitabas algo?-

-Tanto como necesitar, no, quiero invitarte a comer a ti y a Rodrigo con Fer y conmigo.- Contestó colgándose del cuello de su novio.

-Pues justo quedé en ir por Rodrigo a su oficina, si quieres le llamo de una vez para preguntarle si quiere ir y ya sólo me dices en donde nos vemos.- Llevaba tiempo conviviendo con Adriana y de poco a poco le iba cayendo mejor.

-Perfecto, llámale y nos dices cual es su respuesta.- Lucero sacó su iPhone para llamarle a Rodrigo, le insistió dos veces pero no respondía a sus llamadas.

-No contesta, a lo mejor está en una reunión.- Torció los labios.

-Que mal, bueno ve por él, le comentas y ya si acepta pues me llamas y ya vemos en donde comer.- Le propuso la pelinegra.

-Si está bien, nos vemos, al ratito les aviso.- Dijo Lucero antes de irse.

Manejo hasta la oficina de Rodrigo con sus escoltas siguiéndola, desde que sabía que Julián estaba internado en aquel hospital, se sentía mucho más tranquila, incluso sus escoltas sólo la seguían por protocolo hasta que Julián estuviera tras las rejas.
Al llegar subió al elevador, había quedado con Rodrigo en que lo esperaría en el auto, pero prefirió subir hasta su oficina, cuando salió de la gran caja metálica vio que Jazmín la secretaria no estaba en su puesto, así que se sentó en la pequeña sala de espera pues a lo mejor estaban en una reunión.

-Ya tengo que irme.- Escuchó decir a Rodrigo en el pasillo.

-Por favor, dame otra oportunidad, yo te quiero.- Era la voz de una mujer y Lucero sabía a quién pertenecía.

-No, entiende que no.- Dijo Rodrigo.

Desde donde estaba Lucero sentada no podía ver nada, solo escuchar por lo que prefirió quedarse ahí para ver que discutían Rodrigo y su secretaria.

-Rodrigo no puedes hacerme esto.- Le decía Jazmín. -Tú y yo tenemos algo.-

-Estoy casado, no le puedo hacer eso a mi esposa y no quiero tener problemas con ella.- Lucero sintió que su corazón latía al mil por hora al escuchar eso.

-Pues eso hubieras pensado antes de…-

-¿Antes de qué?- La interrumpió Lucero llegando al pasillo con ellos.

-Lucero.- Fue lo único que articuló Rodrigo.

-¿Antes de qué? Rodrigo les estoy hablando.- Dijo bastante seria.

-Despedí a Jazmín y se niega a irse.- Contestó Rodrigo visiblemente nervioso.

-Esa no fue mi pregunta.-

-Jazmín estaba teniendo problemas económicos con su familia así que yo le hice un préstamo para apoyarla pero interpretó mal las cosas y ahora cree que lo hice porque yo siento algo por ella.- Le explicó Rodrigo.

-No te creo.- Se limitó a contestar Lucero.

-Te lo juro que es verdad.- Dijo Rodrigo acercándose a ella pero Lucero dio un paso hacia atrás. -Jazmín, dile a Lucero que es verdad lo que yo digo, muéstrale el cheque que te di esta mañana y todos los recibos que me enseñaste de las cosas que tienes que pagar de tu familia.-

Su secretaria con mala cara obedeció y fue hasta su lugar de trabajo para sacar de un cajón lo que Rodrigo le había pedido y enseñárselo a Lucero.

-¿Entre ustedes pasó algo?- Le preguntó Lucero a Jazmín más como afirmación.

-No.- Se limitó a responder la secretaria.

-Entonces ¿Por qué crees que Rodrigo siente algo por ti?-

-¡Porque él siempre se ha portado muy bien conmigo!- Gritó Jazmín.

-¡Hey! A mi esposa no le gritas.- La reprendió Rodrigo furioso.

-Además yo siempre he hecho muy bien mi trabajo, no tiene ningún derecho a correrme.- Continuó en un tono más bajo.

-Claro que lo tengo, es mi empresa y yo decido quien trabaja aquí y quien no, así que toma tus cosas y vete.- Le ordenó Rodrigo.

-Vas a pagar muy caro lo que acabas de hacer.- Le advirtió Jazmín antes de comenzar a guardar sus pertenencias.

Lucero y Rodrigo se quedaron ahí esperando a que la secretaria se fuera, pero no cruzaban palabra alguna entre ellos.

-Toma el préstamo que te di como tu liquidación.- Le dijo Rodrigo cuando su secretaria se dirigía al elevador con su caja en las manos. -Reina, lo siento por todo lo que acaba de pasar.-

-Vámonos.- Fue lo único que contestó Lucero antes de caminar al elevador y pedir otro, ni loca pensaba subirse en el mismo que Jazmín.

El camino a casa se le hizo eterno a ambos, Rodrigo intentaba hablar con Lucero pero ella iba totalmente callada pensando en todo lo que había escuchado, le creyó a Rodrigo todo lo que había dicho, pero en el fondo seguía teniendo una espinita de duda.

-Adriana, lo siento por no haberte llamado, teníamos unas cosas pendientes y ya se me olvidó llamarte.- Mintió Lucero al responder la llamada de la pelinegra. -Una disculpa, lo dejamos para otro día, gracias.-

-¿Qué quería?- Preguntó Rodrigo cuando colgó la llamada.

-Nada.- Fue lo único que articuló.

-Te amo.- Sabía que Lucero estaba muy molesta así que prefería no sacarla aun más de sus casillas.

Al llegar, Lucero subió directo a la habitación, antes Rodrigo le dijo que se encargaría de calentar la comida y después la llamaría cuando todo estuviera listo para que comiera juntos, sin embargo, ella lo ignoró.
Se recostó unos minutos en la cama y optó por darse una ducha en la tina, últimamente no tenía tiempo para hacerlo, pues debía ir a trabajar y prefería dormir más que tomar baños largos.

-Reina ya está lista la mesa, te estoy gritando pero creo que no me escuchabas.- Dijo Rodrigo entrando a la habitación.

-Come tú, me estoy bañando.- Contestó Lucero desde la tina llena de espuma.

-¿Ahorita? ¿Por qué?- Preguntó confundido, Lucero solía bañarse sólo en las mañanas o después de hacer ejercicio.

-Si ¿no puedo o qué?- Respondió a la defensiva.

-Si está bien, no hay problema sólo que se me hizo raro.- Contestó Rodrigo más tranquilo. -Te voy a esperar para comer.-

-No me esperes, no tengo hambre.- Seguía muy pensativa y el apetito se le había ido en automático después de lo de la oficina.

-Pero tienes que comer, además en un rato más ya te tocan tus pastillas.- Le recordó Rodrigo.

-Sé lo que tengo que hacer, ahora déjame que quiero estar en paz.- Le ordenó Lucero.

-Está bien, si cambias de opinión te estaré esperando abajo.- Dijo Rodrigo contra la puerta que permanecía cerrada con seguro. -Reina, te amo.-

Esperó una respuesta por parte de su esposa pero no obtuvo ninguna,  Lucero escuchó sus pasos alejarse, así que dedujo ya se había ido.
Vagando entre todos sus pensamientos se quedó dormida, uno de sus brazos se le estaba entumiendo a causa de la falta de movilidad y fue lo que la hizo despertarse, comenzó a moverlo con un poco de dificultad pues le dolía, sus dedos habían comenzado a arrugarse por el tiempo que llevaban ahí dentro, se mojó de nuevo el rostro antes de salirse de la tina de agua ahora ya tibia y cubrirse con su bata blanca.

-¿Y eso?- Preguntó Lucero al ver una charola con platos ya vacíos en una mesa.

-No quería comer solo allá abajo, así que comí aquí.- Se encogió de hombros.

-Pues dejaste la habitación oliendo a comida.- Lo reprendió Lucero mientras abría la ventana.

-Lo siento.- Se disculpó Rodrigo apenado. -¿Podemos hablar?-

-¿Para qué?- Preguntó Lucero antes de entrar al clóset en busca de su ropa.

-Para estar bien, aunque en la oficina te expliqué todo, sé que aún no me crees y por eso estás así.- Dijo Rodrigo cuando la vio salir de nuevo.

-¿Y cómo quieres que esté?- Se cruzó de brazos.

-Pues normal como siempre.- Rodrigo se levantó de la silla en la que había permanecido sentado y se puso en frente de Lucero para acariciar su rostro.

-¿Normal? Ponte en mi lugar Rodrigo.- Le pidió alejando sus manos de ella.

-Si, te entiendo.-

-No, no entiendes ¿Cómo te hubieras puesto tú si llegas por mí y nos encuentras a Fernando y a mi…- Lucero se interrumpió en automático al decir eso, pues vino a su mente todo lo que había pasado con Fernando antes de que fueran amigos y que hasta ese momento, le seguía ocultando a su esposo.

-¿Si los hubiera encontrado cómo?- Preguntó Rodrigo incitándola a continuar.

-Pues así como yo te encontré con tu secretaría.- Respondió algo nerviosa girándose al espejo como para desenredarse el cabello.

-Ok, si me hubiera puesto histérico, me habría muerto de celos y hasta lo hubiera golpeado ahí mismo.- Lo aceptó.

-Ves.- Se limitó a contestar Lucero. Si por la cabeza se le había cruzado la idea de contarle lo de Fernando, con esa respuesta se le había borrado por completo.

-Pero yo ya te expliqué las cosas y ya hasta la despedí, no volveré a verla nunca.- Se acercó de nuevo y la miro a través del espejo.

-Si está bien, como tú digas.- Haberse acordado de lo de Fernando la hizo sentirse algo culpable por habérselo ocultado y sentía que era muy injusto de su parte juzgar a su esposo por algo que aparentemente no era real.

-No lo hagas sólo por darme el avión, quiero que estemos bien en serio.- Se pegó más a ella y le rodeó la cintura por detrás con sus brazos. -¿Ya vamos a estar bien?-

-Si Rodrigo.- Respondió junto con una ligera sonrisa.

-Demuéstramelo.-

-¿Cómo?- Preguntó sin entender.

-Se me ocurre que podrías hacerlo con un beso.- Contestó acomodándole su rubia cabellera sobre uno de sus hombros cubiertos por la tela blanca.

Lucero no muy convencida se giró para darle aquel beso, Rodrigo la tomó por la cintura para apretarla más contra él y profundizar el beso, las cosas fueron subiendo de tono, él se quitó su camisa antes de desabrochar el cordón que cerraba la bata de Lucero, caminaron a tientas hasta la cama en donde terminaron de amarse como muchas veces antes ya lo habían hecho.
Por la noche cenaron un poco y después Lucero se puso a ver una serie mientras Rodrigo hacia una pequeña maleta, pues al día siguiente saldría de viaje a Monterrey a una convención en la que participaba una de las constructoras para las que trabajaba.

-Reina, no te quiero dejar sola ¿Por qué no vienes conmigo?- Le pidió Rodrigo sentándose junto a ella.

-Esas convenciones no me gustan mucho, además no tienes de qué preocuparte, Julián no me puede hacer nada ya.- Se encogió de hombros.

-¿En serio no quieres ir conmigo?- Frunció los labios en gesto de desánimo.

-No, mi papá me invitó a quedarme este fin de semana con ellos cuando le dije que saldrías de viaje.- Sonrió acariciando la barba de su esposo.

-Está bien, de saber que estarás con tu papá me voy más tranquilo.-

Rodrigo se acostó con ella para ver también su serie hasta que se quedaron dormidos, a la mañana siguiente se levantaron muy temprano pues su vuelo era antes del medio día y Lucero lo llevaría al aeropuerto para de ahí después irse a la casa de Leonardo.
Mientras esperaban a que saliera su vuelo, aprovecharon para desayunar en un restaurante que estaba dentro del aeropuerto.

-Ese es tu vuelo.- Le avisó Lucero cuando escucharon en los altavoces que los pasajero podían abordar.

-Deja pagó y ya me voy.- Contestó sacando rápido su cartera.

-No, corre, yo pago.- Lo detuvo Lucero.

-Sólo porque no traigo mucho efectivo y de aquí a lo que hago el pago con la tarjeta se me va a hacer tarde.- Aceptó. -Gracias, reina.-

-De nada, que tengas buen viaje.- Se puso de pie para darle un beso y un abrazo antes de irse.

-Te aviso cuando llegue, nos vemos mañana, cuídate mucho por favor.- La abrazo con fuerza como si presintiera que era el último abrazo que se darían. -Te amo, no lo olvides.-

-Y yo a ti.- Le dio un último beso antes de que se fuera.

Lucero se sentó de nuevo para terminarse su café, sacó su iPhone para mandarle un mensaje a su papá y avisarle que ya había dejado a Rodrigo y en un momento más iría para su casa como habían quedado, guardó de nuevo su celular y le llamó a la mesera que los había atendido para pagarle la cuenta.
Estaba a punto de irse cuando escuchó que le había llegado un mensaje, como pensó que podría ser Leonardo, lo revisó de inmediato.



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¡Gracias por todo su apoyo al capítulo anterior y a la historia en general! 💛

Recuerden que tal vez reciban doble capítulo como regalo de Navidad. 🎄🎁

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