Capítulo 25

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Lucero se encontraba casi por terminar la pintura que estaba haciendo para su cuñada Emilia y su esposo Javier, cuando decidió tomar de nuevo la laptop para regresar a su búsqueda de trabajo que días atrás había empezado.


Habían varios empleos pero ninguno lograba convencerle, sin tomar en cuenta que los sueldos tampoco eran muy buenos.


Frustrada por no encontrar nada se dispuso a continuar con la pintura pero el timbre de la casa la interrumpió.



-¿Quién es?- Preguntó por el intercomunicador de la cocina.



-Tu papá.- Escuchó decir a Leonardo del otro lado.



Lucero ya no respondió y en seguida salió a recibirlo.



-Papi, que emoción verte por acá.- Dijo con una amplia sonrisa mientras le abría la puerta.



-Quise aprovechar que estaba cerca para venir a verte.- La abrazó y depositó un beso en su frente.



-¿Vienes solo?- Preguntó algo sorprendida cuando se dio cuenta que Rossy no venía con él. Leonardo nunca había ido a su casa solo, siempre lo llevaba su novia, pues él no podía conducir.



-Si, esta semana regresamos a trabajar y cómo tu casa me queda cerca del hospital, pensé en venir a verte, espero no te moleste.- Respondió caminando hacia la casa.



-Para nada, tú puedes venir cuando quieras.- Sonrió.



-¿Y ellos?- Preguntó al ver a los dos hombres que estaban en el jardín.



-Son Isaac y Moisés, cuidan de mi al igual que Tania y Monserrat pero ellos siempre están en la casa.- Ya estaba tan acostumbrada a verlos que había olvidado comentarle antes a su papá.



-Espero hagan bien su trabajo.- Dijo asegurándose de hablar lo suficientemente alto para que ellos lo escucharan.



-Vamos adentro mejor.- Le pidió Lucero, cuando hablaba en ese tono la ponía nerviosa.



-Supongo que estabas pintando.- Señaló su bata con manchas de pintura.



-Si, estoy haciendo un cuadro para una nueva sucursal de la hermana de Rodrigo.-



-¿Y puedo verla?- A Leonardo siempre le había encantado ver todo lo que hacia su hija, incluso en su casa tenía varias cosas hechas por ella y que él le había comprado, pues no le gustaba aceptar gratis el trabajo de Lucero.



-Claro que si, ven.- Caminó hasta el estudio seguida de su papá. -¿Qué te parece?-



-Está increíble, estoy seguro de que a Emilia le va a encantar.- Comentó acercándose al óleo.



-Eso espero.- Contestó con una sonrisa viendo también el óleo.



-Oye pero tienes demasiadas obras de arte aquí.- Dijo Leonardo viendo a su alrededor varios óleos, esculturas y alguna que otra fotografía tomada por ella.



-Son producto de todo mi tiempo libre.- Se encogió de hombros. -¿Quieres un vaso de agua o algo?-



-Te agradecería mucho un vaso de agua.- Respondió mientras seguía viendo las obras.



-Va, siéntate si quieres en la mesa de trabajo de Rodrigo para que no te vayas a manchar.- Le dijo antes de salir a la cocina.



-Muchas gracias hija. Sin querer vi lo de tu laptop ¿vas a trabajar de nuevo?- Preguntó Leonardo cuando regresó.



-Eso quiero hacer, pero no encuentro algo que me convenza y la verdad me urge.- Se recargó en la mesa. Por el momento contaba con una buena cantidad de dinero para el siguiente par de meses, pero no quería estar confiada sólo con lo que tenía.

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