-¿Qué es?- Preguntó Lucero recibiendo la caja color beige con moño blanco.
-Velo tú misma.- Sonrió Fernando. -Sólo te aviso que esta vez no es para ti.-
-No lo puedo creer.- Dijo con ojos cristalinos sacando con delicadeza lo que había dentro de la caja.
-¿Te gusta? Lo vi el otro día que pasaba por afuera de una boutique de bebés.-
-Es precioso, yo ya lo había visto.- Respondió junto con una gran sonrisa que dejaba ver sus perfectos dientes.
-¿En serio? Que curioso.- Metió sus manos en los bolsillos de su pantalón mientras la veía embelesado.
-Lo vi justo el día que me enteré que estaba embarazada, bueno, minutos antes de que lo supiera.- Estiró sobre el escritorio el mameluco gris con estrellita blancas que hacia juego con un gorrito.
-Pues el destino quería que nuestro bebé tuviera esa ropita.- Contestó sorprendido.
-¿Nuestro?- Despegó su mirada de la prenda para verlo a él.
-Si, nuestro, tuyo y mío, nada más.- Se acercó a ella para abrazarla.
-Fernando…- Lucero trataba de seguir manteniendo la distancia con Fernando, pero a veces le era casi imposible.
-¿No te das cuenta de cuanto te amo? Ansío el momento en que por fin me aceptes cómo algo más que el “probable” padre de tu hijo.- Dijo sin soltarla.
-Ya hemos hablado de eso.- Era lo mismo que Lucero respondía cada que Fernando hablaba de ellos cómo pareja.
-Lo sé, pero no me rindo, sé que un día terminaras de aceptarme por completo y a amarme tanto como yo a ti.- Depositó un beso en su frente.
-Lucero.- Escucharon que llamaban mientras tocaban la puerta.
-Es Adriana.- Susurró Lucero alejándose rápidamente.
-¿Abro?- Preguntó Fernando algo nervioso, habían agarrado la costumbre de cerrar la puerta con seguro desde la vez que Adriana entró y casi los encontraba besándose.
-No, ¿Qué explicación le daremos de que estamos encerrados?-
-Lucero.- La llamó nuevamente la pelinegra.
-¿Qué hacemos entonces?- Preguntó de nuevo Fernando.
-Quédate al lado de aquel librero.- Fue lo único que se le ocurrió empujándolo hacia el rincón que quedaba libre entre el gran mueble blanco y la pared.
Lucero guardó rápidamente el regalo en una puerta del mismo librero y corrió a abrirle a Adriana.
-¿Todo bien? ¿Por qué tardaste tanto en abrir?- Dijo la pelinegra al pasar y ver discretamente a su alrededor.
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A la deriva
Fanfiction- Lucero Hogaza es una mujer de 32 años parece tener una vida tranquila, hija única, con un sólido matrimonio desde siete años atrás, tiene una licenciatura en artes pero no ejerce ya que trabajó un par de años y después sólo se dedicó a su hogar, s...