Capítulo 52

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Fernando entró con una charola sobre la cual le llevaba el desayuno hasta la cama a Lucero junto con una rosa roja, la dejó sobre la mesa de noche y comenzó a depositar ligeros besos por todo su rostro mientras ella dormía plácidamente.

-¿Fernando?- Pronunció tratando de despabilarse.

-Despierta, te traje el desayuno.- Sonrió embelesado viéndola abrir los ojos con pesar.

-Gracias, no tenías que hacerlo.- Se fue enderezando de a poco.

-Yo quería hacerlo, quiero consentirte hoy y todos los días que se puedan.- Puso la charola sobre las piernas de ella y se subió a la cama para sentarse del otro lado.

-¿Tú lo hiciste o lo compraste como la cena de la otra vez?- Preguntó Lucero después de darle un generoso trago al jugo de naranja.

-Esta vez yo lo hice todo.- Le guiñó un ojo. -Espero que te guste.-

-Gracias.- Le dedicó una cálida sonrisa.

-Por nada, mientras lo preparaba estaba pensando en preguntarte algo pero no sé si hacerlo porque te vayas a molestar o algo así.- Desvió la mirada.

-¿Qué cosa? No sé que tipo de pregunta sea como para enojarme.- Respondió después de comer un trozo de piña con miel de abeja.

-¿Te quieres casar conmigo?- Le pidió Fernando sin más a Lucero poniéndose de rodillas sobre la cama al lado de ella. -No tengo ningún anillo ahorita porque lo pensé esta mañana.-

-¿Hablas en serio?- Preguntó ella incrédula casi ahogándose.

-Por supuesto, nunca había hablado tan en serio.- La tomó de la mano.

-No sé que decirte.- Contestó después de darle un nuevo sorbo al jugo para aclarar su garganta.

-Que aceptas sería lo mejor que me pudieras decir.- Rio discretamente.

-Fernando, teníamos un trato, dijimos que iríamos lento intentándolo.-

-Lo sé, pero podemos intentarlo estando comprometidos, tampoco te digo que nos casemos en una semana o un mes, sino cuando tú te sientas lista, pero si no quieres está bien, creo que fui demasiado rápido.- Suspiró derrotado.

-Si quiero.- Dijo Lucero sin más.

-¿Qué?- Preguntó al sentir que no la había escuchado bien.

-Que si quiero casarme contigo.- Sonrió nerviosa.

-No sabes cuánto te amo.- Dijo Fernando mientras quitaba la charola de sus piernas para no tirar la comida y poder estrecharla entre sus brazos y besarla.

-Fernando.- Escuchó decir a Lucero. -¡Fernando!-

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