Capítulo 31

453 47 14
                                    

-Ya me voy, nos vemos al rato.- Dijo Rodrigo terminando de lavar los trastes que había ocupado para desayunar.

-Que te vaya bien.- Contestó Lucero mientras tomaba una porción de su waffle.

Había transcurrido poco más de una semana desde lo que pasó con Gina, Lucero y Rodrigo seguían sin hablar, lo único que había cambiado era que desayunaban, comían y hacían ejercicio juntos algunos días, pero su comunicación no pasaba de un saludo o una despedida.
Lucero terminó de desayunar, limpió la isla de la cocina y fue por sus cosas para irse a trabajar, estaba a punto de salir cuando el teléfono de la casa comenzó a sonar así que tuvo que regresar a contestar.

-¿Bueno?- Dijo contra el micrófono.

-Buenos días señora, soy Mayra, disculpe tengo un problema con mi hijo y no sé si pueda ir a trabajar hoy, fue de emergencia y…-

-May, tranquila ¿Qué pasó con Dani?- La interrumpió Lucero, pues hablaba demasiado rápido.

-Iba en la bicicleta y un auto lo aventó.- Respondió Mayra preocupada.

-¿Cómo está? ¿Ya lo vio un médico o algo?- Se preocupó también Lucero.

-Uno de los vecinos es doctor y salió a ayudarlo, dice que está bien, sólo necesita hacerle unas radiografías.-

-¿Tienes dinero o necesitas algo? Si quieres podemos llevarlo al hospital donde trabaja mi papá, yo me hago cargo de los gastos.- Lucero sentía un gran cariño por May y por su hijo, así que no pudo evitar preocuparse.

-Muchas gracias, pero no, esta semana recibí mi sueldo y tengo unos ahorros por si no me alcanza, el doctor nos va a hacer favor de llevarnos a las placas.- Respondió. -Perdóneme por no ir hoy a trabajar.-

-Bueno, cualquier cosa que necesites me llamas a mi celular, en cuanto puedas me avisas como está Dani por favor y por el trabajo no te preocupes.- Dijo Lucero viendo la hora en su reloj de mano, no era muy tarde pero tenía el tiempo justo para llegar.

-Gracias señora, nos vemos.- Contestó May antes de cortar la llamada.

Lucero colgó también y salió de nuevo para irse a trabajar, ese día se sentía mucho más cansada que los anteriores, no había querido ir al médico porque ella decía que era simple cansancio aunque los mareos y náuseas seguían presentes, además de que a veces tenía fuertes dolores de cabeza.

-Buenos días, chicos.- Dijo saludando a su equipo de trabajo.

-Buenos días, Lu.- Saludaron al unísono Natalia y Alex.

-¿La persona que iba a venir del área de redes sociales?- Preguntó revisando unas fotos que estaban impresas de una sesión anterior.

-No ha llegado ¿Quieres que pregunté?- Se ofreció Alex.

-Si por favor, necesitamos que venga para poder empezar a trabajar hoy.- El equipo de redes sociales quería armar un tipo collage en el feed de la cuenta de Instagram, así que tenían que organizar las fotos para ver cómo le harían.

-Voy a la recepción a preguntar sí ya llegó alguien de ese departamento.-

-Espera, te encargo una aspirina también por favor.- Gracias al tráfico que había encontrado en el camino, sus dolores de cabeza se habían hecho presentes.

-¿Quieres un té o algo?- Preguntó Alex antes de irse.

-No, aquí con agua está bien, gracias.- Respondió Lucero tomando una botella de agua de una mesa.

-Lucero.- Dijo Natalia.

-¿Qué pasó?-

-Vas a decir que a mi que me importa, pero ¿no estaría bien que te vayas a hacer unos estudios o algo?- Comentó visiblemente apenada.

-¿Estudios? ¿Por qué?- Se extrañó Lucero.

-Llevas varios días sintiéndote mal, tienes dolor de cabeza, náuseas y mareos casi diario…- Desde una semana atrás tenían que hacer breves pausas a las sesiones porque Lucero no se sentía bien, todos lo habían notado pero no se atrevían a decir nada.

-Es sólo cansancio.- Respondió de la misma forma que siempre.

-¿Y si estás embarazada?- Preguntó Natalia, sin más.

-Eso es imposible.- Contestó Lucero restándole importancia, ella mejor que nadie sabía que eso no podía ser real.. -Ya, no te preocupes que después se me pasará y ya mejor vamos a arreglar todo aquí para empezar a trabajar en cuanto lleguen.-

Después de unos minutos, se pusieron a trabajar, Lucero trataba de poner su mejor cara pero se sentía mal, las luces y los flashes sólo hacían que le doliera más la cabeza. Afortunadamente no tardaron mucho en terminar y pudo irse a su oficina a hacer otras cosas.
.
En la oficina de Fernando Colunga.

-¿Estás seguro que no te enamoraste de Lucero?- Le preguntó Sebastián.

-Que no, deja de decir estupideces.- Respondió Fernando lanzándole un lápiz.

-Pues si no estuvieras enamorado no te hubieras puesto celoso como cuando la viste en Cancún con otros hombres ni tampoco cuando fueron a comer, porque me estás diciendo que te molestaron las miradas de los demás hombres sobre ella.- Le recordó su amigo guardando el lápiz en su lugar.

-No son celos, simplemente me molesta que yo llevo tiempo intentando algo con Lucero como para que cualquier hombre venga a querer algo también.- Contestó algo tenso.

-Que por cierto ya llevas casi cinco meses intentándolo y yo no veo que lo logres, creo que me tocará estrenar reloj.- Se burló Sebastián.

-Ya casi, créeme que en cuanto menos te lo esperes lo voy a lograr.-

-¿Y por qué estás tan seguro?- Preguntó curioso.

-Porque ya confía en mi y además está pasando por una crisis matrimonial.- Para Fernando eso era más que bueno para poder cumplir con su apuesta, sentía el triunfo seguro.

-Disculpe, ya llegó el pastel que pidió.- Los interrumpió la señorita de la recepción.

-Muchas gracias Vero, déjamelo aquí.- Le agradeció Fernando antes de que se retirara.

-¿Pastel?- Preguntó Sebastián señalando la rebanada de pastel de chocolate.

-Si, es para Lucero.- Sonrió. -No la he visto desde la vez que fuimos a comer así que voy a ir a verla ahorita a su oficina.-

-Cuanto detalle.-

-Tengo que sumar puntos de una forma u otra.- Se encogió de hombros.

-Bueno, yo me voy, hoy van a llevar unas botellas a la terraza y necesito estar ahí.- Se puso de pie.

Los mejor amigos se despidieron y salieron juntos de ahí, Fernando preguntó por Lucero y le dijeron que estaba en su oficina así que no perdió más el tiempo y fue para allá.

-Fernando.- Se asustó Lucero, pues justo cuando él estaba a punto de tocar, ella abrió la puerta.

-No me digas que ya te ibas.- Contestó Fernando escondiendo el pastel detrás de su espalda.

-Si, es que tengo unas cosas que hacer.- Como May no había ido a trabajar, tenía que llegar a preparar algo de comida.

-Es una lástima, te traía un pastel y pensaba pedirte tu ayuda de nuevo para cosas de mi departamento.- Torció los labios sacando el pastel de detrás de él.

-Bueno, puedo quedarme un ratito más.- Sonrió.

Al darse la vuelta para regresar a su escritorio, sintió que un mareo la invadía, Fernando se dio cuenta así que la sostuvo rápidamente por la cintura.

-¿Qué pasó?- Preguntó Fernando desconcertado.

-Sólo fue un mareo.- Respondió Lucero abriendo los ojos lentamente para ver si ya se la había pasado.

-¿Estás enferma o qué tienes?- Sintió algo de preocupación.

-No, sólo estoy cansada, desde los últimos días que nos vimos no me he sentido muy bien que digamos.- Contestó masajeando sus sienes.

-Supongo que no has ido al médico o algo así.-

-No, no tiene importancia, luego se me quita.- Se encogió de hombros.

-Lucero, ¿estás embarazada?- Recordó que la última vez había tenido náuseas y ahora mareos, no era muy difícil saber que esos eran síntomas de un embarazo. Pero al decirlo, sintió que se le helaba la sangre de sólo pensar que eso fuera cierto.

-No, claro que no.- Se limitó a responder.

-¿Estás segura?- Insistió Fernando.

-Totalmente segura.- Trató de convencerlo. -Mejor dime a que querías que te ayudara.-

-Sabes que cualquier cosa, puedes confiar en mi.- Tomó su mano, en realidad él seguía sintiendo que podía estar embarazada.

-Gracias.- Le guiñó el ojo.

-Bueno mira, voy a comprar todo lo de línea blanca pero no sé muy bien como combinar los colores y los diseños.- Comentó cambiando de tema mientras sacaba su iPhone para mostrarle las imágenes de las opciones que tenía.

Lucero le fue dando varias ideas sobre que cosas podrían combinar, Fernando estaba realmente sorprendido porque no esperaba que coincidieran tanto en sus ideas.

-Eres una gran diseñadora de interiores.- Dijo Fernando guardando su iPhone después de haber hecho las compras desde ahí.

-No creo que diseñadora de interiores pero tan perdida no estoy en eso.- Rio.

A la derivaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora